La iglesia y los pueblos originarios en Canadá, y … ¿en la Patagonia?
A fines de marzo, unos representantes de los pueblos originarios de Canadá, junto a sus obispos, fueron a Roma a presentar al Papa Francisco la tragedia vivida por esos pueblos con los programas de “asimilación” llevados a cabo por el Estado de ese país, con la colaboración de la Iglesia católica y otras Iglesias cristianas.
En ese encuentro el Papa Francisco les dijo: “Siento vergüenza, dolor y vergüenza, por el papel que varios católicos, en particular los que tienen responsabilidades educativas, han desempeñado en todo lo que os ha herido, en los abusos y la falta de respeto hacia la identidad y la cultura de ustedes, e incluso valores espirituales. Todo esto es contrario al Evangelio de Jesús. Por la deplorable conducta de esos miembros de la Iglesia católica, pido perdón a Dios y quiero decirles desde el fondo de mi corazón: estoy muy entristecido”.
Los representantes de esos pueblos originarios pidieron al Papa que vaya a visitarlos, y en signo de reconciliación le regalaron un par de mocasines, pidiéndole que los devolviese allá, en Canadá, para que puedan ir “caminando juntos”. Así se gestó el actual viaje del Papa Francisco a Canadá para encontrar a los pueblos originarios. Un viaje que Francisco ha definido como “un peregrinaje espiritual” que realiza “con dolor, indignación y vergüenza” para “caminar juntos en un camino de reconciliación y sanación”. Viajó en su silla de ruedas, se reunió con los pueblos originarios, llevó de vuelta los mocasines y reiteró su petición de perdón.
En Canadá, el Estado realizó en el s. XIX y hasta mitad del s. XX, programas de “asimilación” de los indígenas, creando 139 “escuelas residenciales” que, financiadas por el Estado, se entregaron a la gestión de congregaciones católicas (unas 70) y a otras Iglesias cristianas (anglicana, presbiteriana, unitaria y otras). Allí fueron encerrados unos 150.000 niños, separados de sus familias, para imponerles la vida “civilizada”, despojándolos de su cultura, idioma, costumbres y espiritualidad. El encierro, la desnutrición, los abusos y enfermedades causaron la muerte de unos 6.000 niños que eran enterrados en fosas comunes. El gobierno de Canadá creó una Comisión de Verdad y Reconciliación, la cual concluyó que fue un “genocidio cultural” realizado por el Estado, las Iglesias cristianas y otras organizaciones.
Lo central del viaje del Papa es su encuentro con esos pueblos, la escucha y reconocimiento de su dignidad y cultura. Y, por cierto, la petición de perdón, pero como dijo el Papa “las disculpas no son un punto de llegada. Son sólo el primer paso, son el punto de partida para caminar juntos” en las diversas acciones que ya están realizando esos pueblos originarios junto a la Iglesia.
Entonces, la pregunta para nosotros es inevitable: ¿y en la Patagonia cuándo? Porque acá el genocidio no sólo fue cultural, sino que fue un genocidio que casi condujo a la extinción de los pueblos originarios de la Patagonia.
La tragedia del genocidio de los pueblos originarios de la Patagonia es ignorada por muchos y es un tema que aun divide, que genera temores y vergüenzas, y que espera un reconocimiento que sea un primer paso para caminar juntos. Es una horrible página de nuestra historia ejecutada por las compañías ganaderas, con la activa participación de autoridades del Estado chileno y argentino, y con la colaboración de los misioneros de la Iglesia católica y anglicana.
En las misiones anglicanas, junto al canal Beagle, murieron cientos de yaganes y kawésqar por el cambio a la vida sedentaria y de alimentación, el hacinamiento insalubre y la falta de cuidados médicos en las enfermedades contraídas en el contacto con los “blancos”. Las misiones católicas de la Congregación Salesiana, en Chile y Argentina, fueron el último eslabón del genocidio de los selknam. Con la buena intención de salvarlos de las cacerías de indios realizadas por los terratenientes, los salesianos recluían a los “salvajes” deportados para “civilizarlos”, recibiendo una paga de las compañías ganaderas por cada selknam recluido.
La “limpieza étnica” de Tierra del Fuego para poseer esas tierras para la ganadería ovina, significó casi el exterminio de los selknam. De los cientos que fueron deportados a la isla Dawson, sobrevivía una veintena de selknam cuando -en 1911- fue cerrada la misión. Fue un genocidio realizado con asesinatos, deportaciones, esclavitud y trabajos forzados, separación de las familias, falta de cuidados médicos ante las enfermedades que cundían en la reclusión, cambio obligado de costumbres y alimentación, pérdida del idioma, pérdida de valores y referencias espirituales.
Los pueblos originarios de la Patagonia perdieron su tierra y su mar, su idioma, su cultura y sus creencias, y la mayoría de ellos perdieron la vida. Pero, son comunidades resilientes que hoy viven en medio nuestro, y aún es tiempo de iniciar un camino de reconciliación, una peregrinación penitencial como la del Papa Francisco con los pueblos originarios de Canadá.




