Necrológicas

– Patricio Ernesto Calderón Oyarzún

Zaida Szigethi Campos

La profesora normalista que sigue luchando por la “Deuda histórica”

Martes 20 de Septiembre del 2022

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Su abuelo llegó desde Budapest, Hungría, heredándole un carácter alegre y fuerte para superar las adversidades. Profesora por años en la Escuela Juan Williams, combinó la docencia con la música nacional, pasión por este arte que forjó en la carpa de la célebre folclorista.

Cristian Saralegui R.
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“Violeta (Parra) me decía que yo era niñita cuica, y que tenía apellido importado. Una vez le tocó venir a Punta Arenas y le dije ‘mira, te voy a pedir un gran favor Viole: que vayas a conocer a mis papás. Vino y estuvo en la casa de mis padres, en la población Capremer. Volvió encantada y me dijo ‘tenías razón Pelu, tu familia es de esfuerzo, igual que nosotros’”

Sobre la “Deuda histórica” a los profesores, Zaida Szigethi dice que el tema reflotó cuando el actual Presidente Boric era diputado por Magallanes. Al profundizar en la materia, Boric tomó el compromiso de hallar una solución 

Manifiesta que el sistema educativo  actual es distinto, porque  antes “formábamos personas. Todos participábamos en todo, no era algo extraño. Ahora las cosas se hacen por proyectos y competencia”, señala

Forma parte de ese grupo de profesores cada vez más escasos. Aquellos de la formación normalista, que no solamente aprendieron a dictar clases de matemática, lenguaje o historia, sino que además adquirieron conocimientos de cocina, tejido, manualidades, deportes y música. Una formación integral para educar personas ya en desuso, en estos tiempos de mediciones constantes, planificaciones, tablas Excel y cumplimiento de metas.

Podría pensarse que Zaida Szigethi es una de estas profesoras que vive su jubilación con calma, pero en las últimas semanas ha tenido mucha actividad. Esto después que el Ministerio de Educación abriera una plataforma para todos aquellos docentes que se vieron afectados una vez que la educación fue traspasada a los municipios, a principios de la década del ’80, lo que generó la llamada “Deuda histórica”. Desde entonces han luchado para poder recibir el pago que les correspondía y que fue quedando en el olvido. Había otras prioridades para los gobernantes de turno y mientras tanto, muchos profesores murieron esperando.

Pero con esta posibilidad que se abre para poder obtener esta ansiada compensación (saben que un pago total es imposible), la esperanza renació para ellos y lo refleja Zaida Szigethi con una amplia sonrisa, acompañada de su amiga por más de cincuenta años, Avelina Ulloa Sierpe.

Desde Budapest

Su abuelo, Eugenio Szigethi llegó desde Budapest, Hungría, aunque no recuerda en qué año y se instaló en el sector sur de Punta Arenas, por calle 21 de Mayo. “El trabajó en la imprenta Rasmussen en la parte de linotipia, porque mi papá Héctor Szigethi Soriano, después que dejó de trabajar en la Empresa Marítima del Estado, se dedicó a las máquinas de escribir e imprentas. Mi mamá, Elena Campos Tagle, era dueña de casa, pero aficionada al tejido”, parte recordando Zaida Szigethi, que además tuvo cinco hermanos: Liliana, Héctor, Eugenio, Patricio y María Ester, “más Víctor, un hermano de la vida”, apunta.

La vocación por la docencia llegó, no obstante, por parte de su tía profesora Olga Campos Tagle, que trabajó en la Escuela de Barranco Amarillo “y nos transmitió todo lo referente a la educación. Yo estudié primero el Colegio Miss Sharp en la básica y después en el Liceo de Niñas. Posteriormente me fui a la Escuela Normal Domingo Faustino Sarmiento, que era particular, creada por profesores de la Escuela Normal Abelardo Núñez y la Escuela Normal Nº1 de Niñas, en Santiago. A mí me gustó siempre el tema de la asistencia social, que va por el mismo ‘carrete’ que la docencia”, explicó.

Zaida Szigethi destaca que en aquellos años “pasábamos todo el día en la Escuela Normal, nos enseñaban a hacer de todo. Por ejemplo, a cocinar, pancito amasado, tejer, coser, a parchar la ropa, coser botones, lo que puedas necesitar el día de mañana para la vida”.

Tras terminar su formación en la Escuela Normal inició su trabajo profesional “en el quinto sector escolar de Santiago, porque estábamos divididos por sectores. Y ahí estuve unos diez años hasta que volví a Punta Arenas. Eso fue en la comuna de Maipú.

“Violeta me decía

niñita cuica”

Fue en ese periodo en que comenzó a incursionar en el folclore, tras inscribirse para participar en el conjunto Chagual, que funcionaba en La Carpa de La Reina, una idea impulsada por Violeta Parra. “Nosotras éramos muy afines con ella. Era una mujer muy triste, hosca, pero había que conocerla, tratarla y ahí empezabas a darte cuenta que tenía un gran corazón. Costaba acercarse a ella, trabajamos juntas, aprendí mucho de ella aunque primero no me gustaba, porque yo salí de la Escuela Normal, que era tipo liceo, íbamos con calcetines, muy bien vestidas y al entrar a la carpa de ella, que era muy especial, me costaba. Había que entender su carácter. Nos costó escucharla mucho, algunas primeras versiones de sus canciones. Ella decía ‘chicos, escuchen’, y nos sentábamos, porque le gustaba que hubiera orden y silencio. Yo mil veces me he preguntado y mil veces me he respondido, que me faltaron años de circo para poder entender. Cuando uno es joven no toma en cuenta eso”, reconoce.

Más aún por el carácter de la célebre creadora nacional. “Me encantaba escucharla pero peleábamos. Como yo no aceptaba mucho esto de la carpa y la forma en que vivían, me decía que yo era niñita cuica, y que tenía apellido importado. Una vez le tocó venir a Punta Arenas y le dije ‘mira, te voy a pedir un gran favor Viole: que vayas a conocer a mis papás, para que te des cuenta que no soy una hijita de gente cuica, sino de personas que trabajan normalmente, igual que todo el mundo y que con mucho sacrificio saqué este cartón’. Vino y estuvo en la casa de mis papás, en la población Capremer. Volvió encantada y me dijo ‘tenías razón Pelu, tu familia es de esfuerzo, igual que nosotros’. Ahí le cambió el panorama a ella y fue más cariñosa y afectuosa conmigo, porque el principio me trataba como la mona”.

En Santiago se casó con Rolando Aravena Zanetti en julio de 1967, “y cuando ella se suicidó, yo ya estaba en Punta Arenas. Cuando supe, quedé helada, preguntando qué pasó. Luego conversé con un compañero, que dijo que llegó muy rápido a verla, y que no había nada que hacer”.

De la Escuela 8 a

la Juan Williams

Ya en Punta Arenas, Zaida Szigethi inició su trayectoria profesional en la Escuela Nº8 donde estuvo un par de meses, para de ahí pasar a la Nº 12, la actual Juan Williams, donde permaneció hasta jubilar, como orientadora. “Era muy lindo, estuve prácticamente toda mi vida, cuarenta años. Hice clases de todo y después estudié Orientación. Cuando uno va a la escuela, te emociona ver hasta que están las mismas cosas, aunque hace mucho tiempo que no voy. Al principio no pasaba ni por calle Mardones ni en el colectivo 11, porque lloraba cuando pasaba. Pero ahora, el tiempo te va tranquilizando. Pero no he ido porque todas las personas de mi tiempo, se han ido. Trabajé muchos años con Susana Vera, Julio Pedrol, que a los dos nos gustaba la tecnología; Elsa Ruiz, Ercilia Marín, María Luisa Haro y el director con el que más estuvimos fue Neftalí Carabantes”, recuerda.

Formadores de personas

Por toda esa experiencia y lo que ve en la actualidad, manifiesta que el sistema educativo es distinto, porque “formábamos personas. Antes todos participábamos de todo, no era algo extraño. A mí me encanta la gimnasia, pero no soy gimnasta. Tú no tienes dedos para el piano para todos, pero igual estabas cooperando, ayudando. Ahora todo se hace por proyectos y competencia”, explica.

La “Deuda histórica”

En la Escuela Juan Williams experimentó el proceso que derivó en la “Deuda histórica”, y desde entonces ha estado luchando para que se encuentre una solución, tanto para ella como para sus colegas. Al punto que “cuando estuve en el Colegio de Profesores me decían ‘ya está de nuevo con esa lesera’. Eso pasaba cuando iba a Santiago a reuniones y volvía con novedades, porque los profesores de allá, nunca dejaron fuera la ‘Deuda histórica’, fue su prioridad. Y como nadie me daba boleto, no podía seguir hablando”.

Tanta fue la desidia que encontraba que ella misma se resignó. “Pero se presentó Gabriel Boric, que apareció por casualidad. Desde 2017 cuando estaba como candidato a diputado, apareció a conocernos, por un compañero de él, Danilo Covacich, que siempre nos ayudaba. El dijo ‘les voy a traer un compañero para que las conozca’. Eramos unas diez, compramos berlines. Y llegó, se presentó, muy agradable y de repente, una compañera me dijo que le contara sobre la ‘Deuda histórica’. Qué me dijeron. Le conté todo lo que habíamos hecho, le pasé un archivador con los temas que recopilamos. Le dije que los leyera y se interiorice de este tema y los años que estábamos trabajando en esto”, recordó.

Nunca imaginó que esa conversación iba a ser recordada por el ahora Presidente de la República, y menos que iba a ser una de las iniciativas que comenzó a impulsar apenas instalado en La Moneda. “Cuando lo anunció, yo solamente quería gritar. Se me heló todo el cuerpo, no podía creerlo. Quería mandarle un telegrama, algo, porque yo estaba en cama por un accidente y no podía hacer nada. Era una alegría que me desbordaba, porque fue volver a tener esperanzas”, expresó.

Dignidad ante todo

Zaida Szigheti explica por qué es tan importante este tema. “Después de 42 años que hemos esperado desde que se prestó esa plata a la banca, plata que era nuestra y que se traspasó porque la banca estaba en bancarrota. Entonces, cómo no va a ser importante que te reconozcan, de una vez por toda, que esa deuda existe. Por muchos años dijeron que no existía. Pero cuando se reconoció que sí existe, fue darnos un espaldarazo, que estábamos en lo cierto. Cuántos colegas que han fallecido. En principio hicimos la lista, éramos 1.050 y de esos, ahora vamos en 800, cuántos han fallecido, solamente acá. Imagínese en todo Chile”.

Por eso, Zaida Szigethi afronta este momento con esperanza y alegría, sobre todo porque “teníamos la sensación de que algún día iba a haber un milagro. No por un tema de dinero, es por dignidad”, finalizó la docente que siempre participó en el Colegio de Profesores