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Joven profesora egresada de la Umag cuenta su experiencia en tierras niponas

Martes 25 de Octubre del 2022

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  • Yaritza Ojeda Paredes, de 33, años, reside hace tres meses en Hamamatsu, donde se encuentra estudiando el idioma japonés gracias al apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón. 

A Yaritza Ojeda Paredes siempre le llamó la atención que en las clases de historia los textos sólo se centraran en eventos ocurridos en Occidente y poco y nada se decía de las naciones de Oriente. Quizás por eso comenzó a sentirse atraída por los programas de animación japonesa que empezaron a difundirse en los años ’90. Fue así como nació su interés por la cultura nipona, afición que hoy la tiene viviendo en Hamamatsu (ciudad localizada al oeste de la prefectura de Shizuoka), gracias a una pasantía de seis meses financiada por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, Jica.

Una positiva experiencia 

Yaritza llegó hace tres meses y medio a Japón después de un vuelo de 30 horas, que la llevó a Narita y desde ahí se trasladó a Hamamatsu, en la zona central del país.

Aunque nació en Santiago vivió su infancia en Osorno. A los 14 años su familia emigró a Punta Arenas, ciudad en la que cursó su enseñanza media (en el Insuco) y la universitaria. En 2012 se tituló de profesora de Educación Básica, en la Universidad de Magallanes, y posteriormente cursó un postgrado en Matemática en la Universidad Diego Portales. Hace unos cuatro años se trasladó a Viña del Mar y allá ejerce en el Colegio Claudio Matte.

En la actualidad es beneficiaria de la beca Simpatizante Nikkei (que significa descendiente japonés), experiencia que se ha convertido en un intenso pero entretenido proceso de aprendizaje.

Recuerda que desde que estaba en la universidad participaba en un club de juego de mesa oriental milenario, y desde ahí difundió su enseñanza en el Colegio Británico y después en el Liceo Contardi.

Mientras trabajaba como docente en Liceo Contardi viajó a Japón en varias ocasiones por motivos turísticos. A partir de esa experiencia, le ofrecieron realizar talleres de cultura y de idioma japonés durante los años 2016 y 2017.

El taller tuvo tanto éxito que llegaron a inscribirse cerca de 100 niños y dividió las actividades en dos grupos. A los asistentes les gustó aprender aspectos de la vida cotidiana japonesa, como la importancia de los valores, su organización y el respeto. “En Japón ni siquiera hay auxiliares en los colegios porque son los niños los que limpian los establecimientos educacionales”, señala.

En las actividades abordaban temáticas tan diversas como la cultura o aspectos más generales, como utilizar palillos para comer.

Al trasladarse a Viña del Mar no pudo seguir con los talleres por causa de la pandemia y las restricciones correspondientes y sólo alcanzó a realizar jornadas de cultura japonesa pero a través de actividades puntuales.

El año pasado se abrió la convocatoria a la beca que antes estaba destinada sólo a los descendientes japoneses. Fue así que pudo postular a la pasantía. El colegio en que trabaja también le permitió viajar y seguir con sus actividades docentes una vez que retorne a Chile.

Postuló, certificando su manejo de inglés, sus vínculos con la cultura japonesa y la realización de los talleres con los alumnos del Liceo Contardi. Agregó el apoyo de la Corporación Nikkei de la Región de Valparaíso, entidad que solicitó su compromiso para apoyar la difusión de la cultura japonesa cuando regrese a Chile.

En marzo tuvo la respuesta positiva y se convirtió en la primera becaria a Japón después de casi tres años de pandemia.

Entrenamiento
para la enseñanza
del idioma

Yaritza participa en el programa Formación de Docentes del Idioma Japonés para Niños Latinoamericanos, en el Colegio Mundo de Alegría, en Hamamatsu. El colegio partió como un recinto para peruanos descendientes de japoneses que no tenían un adecuado manejo del idioma nipón. En la actualidad cuenta con estudiantes descendientes de japoneses provenientes de Perú, Bolivia y Brasil, por lo que favorece a una mayoría de alumnos de habla hispana y portuguesa. 

“En Japón ocurría que sólo se hablaba japonés y el choque cultural era muy fuerte para quienes llegaban al país, ya que les costaba demasiado insertarse. Para los alumnos extranjeros se generaba además mucha presión escolar. El colegio en que yo estudio es uno de los más destacados en inclusión y en currículo, porque ayuda a evitar la deserción escolar. Los alumnos avanzan en sus estudios y también en mejorar en el idioma japonés. Muchos logran ingresar a la universidad y a grandes empresas gracias a sus avances en el idioma japonés. Antes el niño sólo aprendía en su lengua de origen, pero no en japonés. Este cambio de aprender idioma les permite optar por quedarse en el país y acceder a otras opciones académicas y laborales”, explica la profesora.

En su caso, ella manejaba conceptos simples de japonés pero no contaba con un manejo fluido de lectura ni de conversación. Ahora está aprendiendo técnicas de enseñanza del japonés aprovechando varias estrategias. Una de ellas es participar como oyente en clases de japonés para aprender y aplicar la metodología de enseñanza del japonés en el colegio.

En otras aprende junto con los niños y realiza clases a niños de primero, segundo y tercero básico. Además, apoya clases de hirigana, katakana y kanji (los tres silabarios de japonés) a estudiantes desde primero a quinto año de enseñanza básica. A eso se suma su asistencia a clases personalizadas de japonés con una profesora que le asigna el programa. 

“Al principio me costó un poco, pero con el tiempo persistí ahora siento que leer y escribir los tres silabarios de japonés (hiragana, katakana y kanji). Lo difícil es que hay letras que son muy parecidas y me generaban confusión”, comenta sobre su proceso de aprendizaje.

“Mis actividades de aprendizaje de japonés las realizo principalmente en el Colegio Mundo Alegría, con clases personalizadas y participando en clases de algunos niveles. De forma paralela, asisto a clases de lectura, escritura y gramática en la Fundación de Hamamatsu para la Comunicación e Intercambio Cultural”, refuerza.

Además de sus intensas clases ha participado en varios eventos culturales, como su asistencia a clubes de instrumentos de percusión japoneses; ha participado en jornadas de orientación vocacional y en charlas de empresas que entregan asesoría y motivación para enfrentar el aspecto laboral.

“La sociedad japonesa en general tuvo cambios en con los Juegos Olímpicos, realizados en 2021, incluso con algo tan simple como las señalizaciones. En 2014 yo hice mi primer viaje a Japón y desde entonces igual ha habido cambios. Por ejemplo, antes sólo se veían traducciones al chino o al coreano, pero ahora casi todo tiene traducción al inglés. En la ciudad en que yo vivo las traducciones están además en portugués”, advierte, por la numerosa presencia de descendientes nacidos en Brasil.

Japón se abre
al mundo

Brasil es el país que concentra más descendientes nikkei del mundo y Latinoamérica en genera es el continente que recibe a más descendientes japoneses (2 millones 130 mil personas). De ese total, unos 3.000 descendientes de japoneses están en Chile.

La beca que recibe Yaritza le ha permitido estudiar con tranquilidad. Esta abarca sus pasajes aéreos, estadía (vive en un minidepartamento) y manutención con la que cubre sus gastos. Ella destaca el esfuerzo que hace el gobierno de Japón por generar intercambios que ayuden a difundir la cultura de ese país a través de experiencias de aprendizaje como la que ella vive en la actualidad.

En los meses que le quedan en Japón tiene proyectado asistir a un evento ecuestre en Kioto y también irá a Yokohama, donde se reunirá con becarios que están en otras ciudades del país.

Al conversar con Yaritza, se siente contenta y plena. Y confiesa que haber mejorado su nivel de japonés le ha hecho mucho más fácil la vida diaria, en aspectos tan simples como ir al supermercado y distinguir entre distintos tipos de salsas o de panko. “Toda mi vida se ha vuelto más fácil y como avancé bastante rápido me ofrecieron aplicar el test de idioma antes de fin de año. Cuando vuelva a Chile quiero aportar con la Corporación Nikkei para enseñar japonés y apoyar la realización de celebraciones japonesas, también ofrecí realizar talleres de japonés en el colegio en que trabajo tal y como lo hice en el Contardi”, agrega.

¿Cómo son los japoneses?

“Hay que tener en claro que uno se debe adaptar al país al que llega. Los japoneses agradecen del extranjero que respete las normas y las reglas. Muchos de ellos hasta me han felicitado por el interés que demuestro por este país. Hay quienes dicen que son fríos, pero siento que los japoneses son afectuosos cuando conocen a las personas. No hay problema si las cosas se hacen con educación y respeto”, responde al consultarle cómo son los japoneses en su diario vivir.

En su proceso de aprendizaje está fortaleciendo la estructura gramatical y le sorprende que el japonés tiene actos de habla formal y súper formal. “Si hablas informal debe haber mucha confianza con la otra persona, porque de lo contrario esto será muy mal visto”, acota.

En su experiencia en tierras orientales, Yaritza se ha visto en la necesidad de hablar cuatro idiomas -español, inglés, japonés y portugués-, lo que ha enriquecido su travesía académica.

Espera a fin de año llegar a expresarse en japonés con mayor fluidez y naturalidad. “Quiero aprender a leer y a escribir mejor, quiero hablar correctamente con la estructura gramatical que corresponde para entregar mejores herramientas a mis alumnos. Yo quiero implementar esto en mi vida y no quiero perderlo. Siento que además del aprendizaje de otro idioma también soy un puente que puede conectar a nuestro país con Japón y en la cooperación entre ambas naciones”, refuerza.

Al momento de la despedida reflexiona sobre todo lo que un país joven como Chile puede aprender de una cultura milenaria como la japonesa. “De lo que más me ha gustado de Japón es que son nobles en muchos aspectos, por ejemplo no hay basura en las calles. O la seguridad de este país, donde sientes que puedes caminar tranquila a cualquier hora del día. Son muy puntuales, son educados y formales. Respetan las normas de tránsito, son rápidos, detallistas y cercanos”, sentencia.

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