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– Héctor Vargas Segovia

Egipto inaugurará la exposición más ambiciosa sobre los tesoros perdidos de Tutankamón hasta ahora

Lunes 31 de Octubre del 2022

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No es común ver a un director de museo con ropa de camuflaje y botas de combate en un día normal de trabajo, pero el supervisor general Atef Moftah no es un directivo convencional, y el Gran Museo Egipcio tampoco es como los demás. Desde la distancia, el GEM -como se le conoce- es vasto y postmoderno, y tan inmenso que es difícil de asimilar.

El general Motfah es ingeniero de formación. Es compacto y de postura erguida, lleva un corte militar, camina rápido y se le ve decidido, aunque su expresión amable no corresponde con el estereotipo de un líder militar. Tampoco su semblante tranquilo debido a la presión a la que está sujeto.

El Gran Museo Egipcio es un proyecto importante del gobierno egipcio, una empresa monumental que comenzó hace 20 años y que, debido a las revueltas de la Primavera Arabe y la pandemia por Covid-19, lleva años de retraso. En una nación que depende tanto de los ingresos del turismo, el general Moftah y su equipo tienen la orden de que este sea un éxito rotundo.

El general Moftah voltea hacia el museo y repasa sus estadísticas: casi 45 mil metros cuadrados de espacio de exhibición, 12 salas, 100 mil artefactos, una inversión total de más de mil millones de dólares. “¡Y estamos a 99 % de su conclusión!”, aplaude satisfecho.

El Gran Museo Egipcio encaja con la escala e hipérbole de otros proyectos arqueológicos recientes que patrocina el gobierno egipcio. Entre ellos, la reapertura de la Avenida de las Esfinges, en Luxor, y la inauguración de museos nuevos en Sharm el-Sheij, El Cairo, Hurgada y algunos más.

Desfile Dorado
de los Faraones

En abril de 2021, durante un ostentoso evento gubernamental denominado el Desfile Dorado de los Faraones, se colocaron 22 momias reales en vehículos personalizados, cuyo fin era evocar antiguas barcas funerarias. Los carros desfilaron del antiguo Museo Egipcio, por las calles de El Cairo, al nuevo Museo Nacional de la Civilización Egipcia. Al llegar los recibió el Presidente Abdel Fattah el Sisi y se dispararon 21 salvas de artillería.

Antes, las secretarías de turismo y antigüedades eran entidades federales distintas, pero en 2019 se fusionaron, para consternación de muchos egiptólogos, que aseguran que la arqueología se ha convertido en esclava del turismo.

El Gran Museo Egipcio también tiene detractores: a algunos les preocupa que el museo esté más al servicio del turismo extranjero que de los egipcios de a pie. Otros afirman que la estructura es fea -como una serie de hangares anodinos- y que enfriarla e iluminarla será costosísimo.

Sin embargo, el colaborador de Nat Geo, Tom Mueller advierte que “el juego de luz y sombras que crea el techo de redes de metal niveladas es espectacular y siempre cambiante. De algún modo, los motivos de las pirámides que en el exterior parecen un poco vulgares aquí se ven elegantes. El techo alcanza tal altura, que una estatua de Ramsés II parece ordinaria hasta que te acercas y te das cuenta de que se trata de un coloso de 11 metros”.

Y aquí vive Tutankamón

Del atrio central, una escalinata amplia alineada con estatuas de faraones asciende a las 12 salas de exhibición. Con un puntero láser, el general Moftah señala un espejo de agua en el piso de granito del que emanará agua de enfriamiento. También alude a los cartuchos decorativos y cuadrados de alabastro dorado en las paredes, y explica cómo funciona el sistema de iluminación de punta.

Después se da la vuelta y dirige su láser a una de las escaleras. “Y aquí vive Tutankamón”, comenta.

Dos salas están destinadas por completo al faraón más célebre de Egipto y exhibirán, por primera vez en la historia, casi todos los más de 5 mil objetos que se descubrieron en la tumba del rey Tut.

Al interior de Ciudad Dorada Perdida

Excavar en el Alto Egipto en pleno verano es insoportable y peligroso. La temperatura casi alcanza 38ºC. No obstante, un equipo de arqueólogos egipcios ya trabaja en la llamada Ciudad Dorada Perdida, un yacimiento en un estado de conservación asombroso.

Afifi Rohim Afifi, el líder de la excavación, avanza por un camino que, décadas antes de la era de Tutankamón, ya era una calle ajetreada de la ciudad. “Casi espero que un antiguo egipcio dé la vuelta en esa esquina y camine para acá”, bromea. Los trabajadores de la zona le han ayudado a descifrar los objetos que descubren, como el matraha, una herramienta de madera para hacer pan, y la manama, una habitación de techo bajo para dormir.

Los proyectos arqueológicos en manos de los egipcios se han multiplicado en el curso de una década. La pandemia aceleró este cambio de liderazgo, debido a las restricciones en los vuelos y porque se detuvo buena parte del trabajo de campo que realizaban arqueólogos extranjeros. Los egipcios se hicieron cargo y hoy encabezan más de 40 misiones en el país.

Al igual que en la Ciudad Dorada Perdida, muchos de estos yacimientos revelan hallazgos extraordinarios e innumerables objetos: 30 ataúdes pintados en Luxor, 40 momias en Tuna el-Yebel, una necrópolis cerca de Menia, un botín en Saqqara, que incluye 250 sarcófagos de madera pintados, 150 estatuillas de bronce y una veintena de momias y estatuas de gatos, cocodrilos e ibis.

Las autoridades egipcias están orgullosas de este aluvión de descubrimientos y la atención que atrae de los medios. Cada nuevo hallazgo es publicidad gratuita para Egipto y su industria turística, asegura Zahi Hawass, antiguo ministro de antigüedades.

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