Necrológicas

– Patricio Ernesto Calderón Oyarzún

Ruta Patrimonial del Barrio Cerro de la Cruz

Martes 22 de Noviembre del 2022

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En el barrio del Cerrro de la Cruz aún se puede hallar algunos vestigios del trabajo de los inmigrantes venidos del Imperio Austro-Húngaro a Magallanes, aquellos que empedraron las arterias ubicadas en el sector alto de ese sector

En el sector del Cerro de la Cruz alguna vez vivieron los escritores Silvestre Fugellie, Francisco Coloane, el abogado y premio nacional de Historia Mateo Martinic Beros y el actor y dramaturgo Domingo Tessier, entre otros connotados vecinos

Victor Hernandez
Sociedad de escritores de Magallanes

Se trata de uno de los espacios más enigmáticos, misteriosos y bellos de Punta Arenas. Debido a su emplazamiento, posee una vista privilegiada, donde se puede observar buena parte de nuestra ciudad y contemplar al mismo tiempo, durante las distintas estaciones del año, el escenario majestuoso que nos brinda el legendario estrecho de Magallanes. La mayoría de sus construcciones y habitaciones son más que centenarias. Cuando uno recorre sus empinadas calles y va contemplando sus casas, se percibe que la historia y el quehacer cotidiano de Punta Arenas se preserva y resguarda como un gran acervo cultural en el barrio del Cerro de la Cruz.

En este lugar, circunscrito a la Avenida Colón por el norte; la Avenida España por el este; Avenida Independencia, por el sur; y calle Zenteno, con el Regimiento Pudeto y su laguna de Patinar, como límites naturales por el oeste, pareciera cobrar sentido las expresiones vertidas por varios literatos aviadores, -María Asunción Requena y Antoine de Saint Exupéry entre ellos-, cuando aseguraban en sus escritos que “Punta Arenas era la ciudad de los techos rojos”.

Pocos reparan que la mítica bohemia de nuestra ciudad, que ha trascendido las fronteras de la propia patria se encuentra incólume, inmersa en este núcleo habitacional. Y sin embargo, el barrio parece levitar cada mañana, rejuvenecido. Aún se pueden hallar algunos vestigios de los inmigrantes venidos del Imperio Austro-Húngaro a Magallanes, aquellos que empedraron las arterias ubicadas en el sector alto del Cerro de la Cruz, cuando la ciudad empezaba a extenderse más allá de su casco histórico fundacional.

Posiblemente, estas mismas sensaciones y muchas otras más, motivaron a los integrantes de la Cofradía del Cerro, quienes, después de realizar un mosaico en torno a la escalera que circunda al monumento de la cruz, fueron contactados por el programa de Fortalecimiento de Identidad Cultural Regional, perteneciente al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, con el objeto de emprender una iniciativa que pusiera en valor distintos inmuebles del sector.

Más adelante, otras instituciones se sumaron al proyecto, entre ellas, la junta de vecinos Nº28 que con el apoyo de la agrupación del adulto mayor de dicho organismo, decidieron elaborar una ruta patrimonial del sector, que incluirá la colocación de placas explicativas en casi medio centenar de casas, cuya información será reforzada con un código QR, las que serán adosadas al frontis de cada una de las viviendas. La ejecución del proyecto contempla además, la contratación de algunos destacados profesionales como el arquitecto Alejandro Parada, el diseñador Alejandro Arcos y la trabajadora social Paula Muñoz.

Origen del

Cerro de la Cruz

Posiblemente el primer antecedente que disponemos sobre este antiguo sector de Punta Arenas lo encontramos durante la misión que realizó en la pequeña capilla de nuestro pueblo el presbítero Rafael Eyzaguirre (1846-1913) durante la semana correspondiente al 26 y 31 de enero de 1881. Este doctor en teología y futuro rector del Seminario de Santiago, llegó al austro invitado por el capellán del territorio, el sacerdote mercedario secularizado, José Isidoro Izquierdo, quien, recordemos, había sucedido al fraile franciscano de origen polaco, Mateo Matulski, protagonista principal de la grey magallánica en el período 1873-1878, y que entre otros conflictos, tuvo que lidiar con los dramáticos sucesos que se conocieron como “El motín de los artilleros”. 

Después de concluido el sínodo, Eyzaguirre junto al capellán Izquierdo, se dirigieron al lugar que el historiador Armando Braun Menéndez denominaba como “Cerro de las Siembras”, para depositar un signo que recordara para siempre ese acto ecuménico. Al respecto, el sacerdote salesiano Lorenzo Massa recordó aquel episodio solemne en la página 252 de su “Monografía de Magallanes” (1945) cuando escribió: “Al finalizar el sagrado retiro, el celoso misionero, acompañado de todo el pueblo, sube al cerro que hoy llamamos de la Cruz y coloca en su cumbre el signo de la Redención”. 

El vínculo de Eyzaguirre con el austro pareció acrecentarse en los años siguientes. De acuerdo con las revelaciones aportadas por el cura Massa en su texto histórico, se considera al presbítero Eyzaguirre como el principal intermediario que tuvo monseñor Fagnano ante el Presidente José Manuel Balmaceda para que el Primer Mandatario tramitara la concesión provisoria que entregó la isla Dawson a la Congregación Salesiana. Posteriormente, Eyzaguirre fue por años, el encargado de enviar las diversas erogaciones, que privados y seminaristas aportaban a Fagnano y que hacían factible las misiones entre los indígenas de Tierra del Fuego. En reconocimiento a su labor, Fagnano bautizó a la misión de Dawson con el nombre de “San Rafael”.

En tanto, la cruz del cerro permaneció en su lugar original hasta la madrugada del 4 de diciembre de 1896, cuando unos vándalos la arrancaron de su sitial. En respuesta a esta afrenta contra la ciudad, la comunidad de Punta Arenas se organizó y en tiempo record se logró edificar un monumento con una gran aspa, el que fue instalado en calle Santiago (hoy Waldo Seguel) a metros de calle Chilena (hoy Señoret). En palabras de Lorenzo Massa: “El 1 de enero de 1897, el pueblo de Punta Arenas rubricó con su presencia, al pie de una nueva cruz, el acto de reparación de agravios al símbolo sacrosanto de la redención. El cura párroco,  don Mayorino Borgatello, bendijo la nueva cruz emplazada sobre firme pedestal y desde entonces no se recuerda una manifestación hostil a ese monumento que si para los católicos es respetable por el simbolismo que encierra, lo es para todos los pobladores de Punta Arenas por ser el más antiguo de la ciudad”.

Gestación de los 

primeros barrios

de Punta Arenas

Para comprender y dimensionar la evolución y el crecimiento de las primeras áreas pobladas de nuestra ciudad, zonas que habitualmente se ubicaban en la periferia del casco histórico o del centro de Punta Arenas, se requiere, sin embargo, que nos remitamos a la época de la gobernación del capitán de fragata Oscar Viel Toro, que haciendo uso de las facultades administrativas que le confería el artículo 2º del decreto reglamento del 2 de diciembre de 1867, entregó las primeras tierras a los colonos y a sus familias, quienes terminaron por establecerse, finalmente, en el austro. El propio Viel trajo de Valparaíso a 64 pobladores, -algunos de ellos con su plebe-, mientras que en Chiloé embarcó a otras 38 familias. El historiador Robustiano Vera se refirió a este punto, en su libro “La colonia de Magallanes y Tierra del Fuego” (1897) donde analizó la política de inmigración de su administración, comparándola con la de otros gobernadores. Al momento de producirse la llegada de Viel al territorio, en febrero de 1868, Punta Arenas contaba apenas con 145 habitantes. En tanto, en mayo de 1874, fecha en que Viel detallaba al gobierno del Presidente Errázuriz Zañartu sobre la evolución demográfica de la colonia, la población en Magallanes se empinaba sobre 1.300 personas.

A su vez, el médico y escritor Lautaro Navarro Avaria en el tomo 1 del “Censo general del territorio de Magallanes” (1908) nos indica que, pese a la natural reticencia de los gobernadores de otorgar concesiones de terrenos urbanos a nuevos ocupantes, después de varias dilaciones, se entregaron, entre los años de 1868 y 1881, un total de 223 sitios en Punta Arenas; 208 durante la gubernatura de Oscar Viel; 10 en el período de Diego Dublé Almeida y 5 en el mandato de Carlos Wood Arellano. 

Tiempo después, el gobierno del Presidente Domingo Santa María dictaba el 24 de abril de 1885, un Decreto Supremo, que con la pura excepción de Magallanes, reglamentaba la distribución y adquisición de sitios fiscales en las poblaciones de los territorios de colonización; si bien, cuatro años más tarde, el 16 de noviembre de 1889, el gobernador de Magallanes de aquel entonces, Samuel Valdivieso, conseguía que el gobierno del Presidente Balmaceda redactara un nuevo decreto que derogaba el artículo 7º, permitiendo de esta manera, que en nuestro territorio se aplicara la ley de 1885, que en lo medular, establecía la entrega de sitios en dos categorías: los de primera clase, que estaban ubicados dentro de las tres cuadras de radio desde la Plaza Benjamín Muñoz Gamero y los de segunda clase, los cuales, se hallaban fuera de ese perímetro.

En la práctica, el fisco concesionaba por un año los sitios, con la exigencia que el futuro propietario depositara previamente una garantía en la tesorería municipal de $40 o $20 pesos según la categoría de 1ª o 2ª clase a la que postulaba. A su vez, el Estado exigía la construcción de un inmueble de veinte metros de frente, en el caso de ubicarse la vivienda en el ítem de primera categoría, y de doce metros de frente, si la habitación estaba en el rango de segunda categoría. Para ambos casos era un requisito común, que el dueño cercara el sitio y construyera su propia vereda. Ante el incumplimiento de cualquiera de estas últimas disposiciones, se caducaba inmediatamente la garantía y los terrenos volvían a potestad del Estado. 

A fines de 1889 cuando comenzó a hacerse efectiva la concesión de sitios, en Punta Arenas se proyectaba la expansión de la ciudad tanto, hacia el norte del río de las Minas, como hacia el poniente de la Avenida de la Libertad (España) y, hacia al sur de la Avenida Independencia, en base a la planificación urbana y sobre todo, al plano regulador creado en la administración de Oscar Viel, quien había trazado las manzanas rectangulares en el centro del poblado, de cien metros por cada lado, separadas por calles de veinte metros de ancho. De acuerdo a las conclusiones del doctor Navarro Avaria, con la implementación de la medida de entrega de sitios urbanos sobrevino una fuerte corriente migratoria, en que familias completas se embarcaron desde las provincias de Valparaíso, Llanquihue y Chiloé principalmente, en distintos trasportes nacionales como el “Angamos”, el “Casma”, y el vapor “Itata”,  llegando a Magallanes con la esperanza de convertirse en propietarios, lo que produjo que sólo en el período comprendido entre 1889-1906 se entregaran 1.098 sitios urbanos en Punta Arenas. 

El primer grupo significativo de gente llegó a nuestro territorio a bordo de la cañonera “Magallanes” de la Armada de Chile, compuesto por 113 personas entre hombres y mujeres. La venida al austro de numerosas familias procedentes como dijimos, del norte del país y, en algunos casos desde el extranjero, se mantuvo por lo menos, hasta octubre de 1898 que según los datos entregados por Lautaro Navarro, totalizaron a 1.885 personas.

Este conglomerado humano ocasionó también, la creación de manera casi espontánea de cuatro barrios importantes de la ciudad: el centro norte, que se extendía desde calle Atacama, (Bories) luego por Avenida La Pampa (Bulnes) hasta las inmediaciones del cementerio nuevo (Sara Braun); el Sur, con límites aún más precisos: por el norte, la Avenida Independencia, por el este, con la bahía; por el oeste, con la Avenida de la Libertad (España) y con calle Briceño, por el sur; el Yugoslavo (Croata), que colindaba con la pequeña calle Carrera por el norte; con la bahía por el este; con calle Ñuble (Lautaro Navarro) por el oeste y con calle Mejicana por el sur. Y por último, del Cerro de la Cruz, con sus límites, Avenida Colón por el norte; Avenida de la Libertad (España) por el este; calle Zenteno, por el oeste; y Avenida Independencia, por el sur.

El rápido crecimiento de la ciudad generó nuevas dificultades. En marzo de 1895 el Ministerio de Colonización ordenó al gobernador Manuel Señoret que suspendiera la entrega de sitios hasta que se creara un nuevo plano de Punta Arenas, el que fue encomendado a los ingenieros Federico Sibilla y Hugo Pietrogrande, quienes entregaron los resultados en septiembre de 1898, siendo aprobado por el Supremo Gobierno el 22 de diciembre de ese mismo año.  

Este plano sirvió de modelo para que la Comisión de Alcaldes levantara el 8 de septiembre de 1906, el célebre Censo General del Territorio de Magallanes, monumental trabajo redactado por Lautaro Navarro Avaria. En agosto de ese año, el gobernador Alberto Fuentes Manterola había obtenido la autorización para conceder sitios detrás del Cerro de la Cruz, una medida que en el mediano plazo posibilitó la instalación en el lugar del Regimiento Magallanes (Pudeto).

El aludido Censo aportó algunos antecedentes esenciales, que en el caso del barrio del Cerro de la Cruz se desglosaban de la siguiente manera: vivían en el sector un total 855 personas que conformaban 155 familias. Existían 179 viviendas, de las cuales, 174 eran de un piso y las 5 restantes, de dos pisos. 177 casas eran de madera y sólo 2 de ellas estaban construidas en ladrillo.

El nuevo proyecto

Hasta el momento de redactar estas líneas, los profesionales encargados de ejecutar la iniciativa cultural que describimos al comienzo, habían establecido una red de 35 habitaciones donde se ubicarán a futuro, las placas explicativas. La ruta está seccionada en cuatro categorías: 

Histórico, que comprende los inmuebles ubicados en Avenida Colón Nº235, Fagnano, Nº142, Fagnano Nº305, Balmaceda Nº5, Patagona Nº1106, Arauco Nº1060, Señoret Nº1330 y Señoret Nº982. 

Social, que concentra las viviendas ubicadas en José Menéndez Nº317, Patagona Nº1070, José Menéndez Nº151, Avenida España Nº1090, Patagona Nº1398, Patagona Nº1024, Waldo Seguel Nº49, Patagona Nº820 y Waldo Seguel Nº5. 

Negocios, que incluye las habitaciones consignadas como domicilios en Waldo Seguel Nº101, Waldo Seguel Nº110, Arauco Nº1.099, Errázuriz Nº201, Balmaceda Nº299 y Señoret Nº1080.

Arquitectónico, que considera a las viviendas situadas en Señoret Nº1190, Fagnano Nº310, Fagnano Nº356, Patagona Nº918, Arauco Nº1043, José Menéndez Nº250, José Menéndez Nº262, Fagnano Nº391, Señoret Nº1.133, Fagnano Nº269, Fagnano Nº287, y Balmaceda Nº142.

Entre las direcciones señaladas hallamos los domicilios de los escritores Silvestre Fugellie, Francisco Coloane, el abogado y premio nacional de Historia Mateo Martinic Beros y del actor y dramaturgo Domingo Tessier. También de algunos políticos como el regidor Armando Barría Triviño, y del mutualista, regidor y cofundador del Partido Radical de Magallanes, Francisco Vidal Ibarrola; asimismo, el hogar de la educadora Florence Sharp Call. Mención aparte, amerita el local de la Escuela Nº5 “Patagonia”, uno de los establecimientos educacionales más antiguos de Punta Arenas. Se considera además, a otras viejas propiedades que hoy sobresalen en la oferta turística, como es el caso de los hostales “Miramar”, “La yegua loca” y “Oro fueguino”; algunos almacenes que marcaron época en el sector, como “El Cerro de la Cruz”, conocido también como “Luchín”, el negocio de menestras “Medio millón”, la casa almacén de la familia Mimica, el almacén de los Eterovic y el café Sarmiento. Se agregan también, entre varias habitaciones que han sido remodeladas, la casa domicilio que sirvió de sede al Sindicato de taxistas de Punta Arenas; a la mueblería de Carlos Velásquez, al taller de Aliro Cárdenas y a la casa habitación de Francisco Subiabre Velásquez. 

Nosotros agregamos, que en calle Señoret Nº894 funcionó la Sociedad de Socorros Mutuos Gabriela Mistral y que después del asalto, saqueo y posterior incendio de calle Errázuriz, durante muchos años, la Federación Obrera de Magallanes (Fom) fijó domicilio en Avenida de la Libertad (hoy España) Nº1.250.