¿Chile al borde del autoritarismo? Expertos analizan “tormenta perfecta” de factores sociales
Una encuesta publicada por la consultora Criteria reveló un dato que acaparó los titulares de distintos medios esta semana: el 68% de los chilenos prefiere la seguridad sobre la libertad.
La medición también constató que alrededor de un tercio de los encuestados estaba abierto, en un contexto de violencia y delincuencia generalizada, a tomar medidas como arrestar personas sin orden judicial, o intervenir medios de comunicación, conversaciones telefónicas e información intercambiada por internet.
En las redes sociales, la encuesta fue resistida. El experto en mediciones de opinión pública y académico UAI, Andrés Scherman, aseguró que el dato “no es noticia”, ya que la cifra no ha cambiado en el tiempo, si la comparamos con sondeos similares publicados en 2018 y 2021.
“Parece una cifra enorme, que estamos al borde del autoritarismo sin freno. Falso. Las cifras no tienen valor absoluto, su valor es relativo frente a otras mediciones”, cuestionó.
En la misma línea, el sociólogo Alberto Mayol calificó de “impostura” los resultados expuestos por Criteria. “Cuando se da el salto desde los estudios de opinión a la búsqueda de fenómenos sociales, no siempre hay agua en la piscina”, escribió en su cuenta de Twitter.
Más allá de las críticas, el director de Criteria, Cristián Valdivieso, reafirmó su tesis. En una entrevista con Radio Infinita, aseguró que en Chile efectivamente existe una “demanda por autoritarismo”.
A su juicio, hay una búsqueda de discursos y liderazgos que puedan “saltarse al Congreso y eliminar todas aquellas cosas que la gente supone que son barreras. (La sociedad) demanda un autócrata que sea capaz de imponer la ley y el orden sin preguntarle a nadie ni dónde ni cuándo”.
¿Qué tan real es el escenario sugerido por la encuesta?
La pregunta es compleja y tiene muchas aristas, plantea Héctor Carvacho, experto en psicología social y académico UC. A su juicio, estamos frente a un “clima que tiene múltiples fuentes de amenaza”.
Este escenario no solo incorpora el temor a la delincuencia y la percepción general de inseguridad. Distintos sondeos también muestran que hay focos específicos en torno al crimen organizado, la migración y la violencia en La Araucanía.
Asimismo, la ecuación incluye factores que hacen más intensa la percepción de inseguridad, como el clima de incertidumbre política tras el estallido social y en medio de un proceso constituyente truncado; la pandemia, que generó más estrés y “puso a todos en alerta frente a amenazas exteriores”; y la crisis económica, con la inflación en pleno y una recesión en ciernes.
Esto provoca temor, un sentimiento de amenaza que, para Carvacho, efectivamente puede estar anclado en fenómenos sociales reales, como el alza de precios, que todo ciudadano puede palpar en su vida cotidiana. Pero eso no pasa siempre.
“Los delitos hoy día en Chile no son más altos que en el pasado, son más bajos. Desde los 90 hasta ahora hemos tenido una suerte de divorcio entre la sensación de temor y las condiciones reales de inseguridad. Los datos muestran que la gente está más asustada que antes, pero los delitos no han subido especialmente”, subraya.
Los que sí han subido son delitos de alta connotación social, como los homicidios, que se han duplicado en la última década, según cifras oficiales de la Subsecretaría de Interior. Si bien los asesinatos siguen siendo un crimen “poco común”, dice Carvacho, aún así aumentan el temor en las personas y producen una “respuesta psicológica intensa”.
“Lo mismo pasa con las encerronas en carreteras, que son extremadamente infrecuentes, pero cada una de ellas está grabada por un teléfono o las cámaras de seguridad. Al día siguiente, el matinal repite 60 veces las mismas escenas, se magnifican y se piensa que son mucho más generalizadas de lo que son. Ese sesgo psicológico ocurre cuando cosas atípicas son visibles, porque a nosotros nos cuesta mucho pensar en términos estadísticos”, puntualiza.
¿Agenda mediática,
crisis real o ambos?
Camila Vergara, doctora en teoría política e investigadora de la Universidad de Columbia, pone el acento en los medios de comunicación. A su juicio, “la televisión, la radio y la prensa escrita eligen las historias que pondrán en sus titulares y a las que dedicarán más cobertura, y luego las encuestas miden lo que las personas opinan o sienten basadas en esta realidad mediada”.
Aunque el índice de victimización está en el nivel más bajo de los últimos 15 años -dice la politóloga- “la repetición de noticias sobre crímenes violentos en los medios nos hace creer que sí estamos en mayor peligro que antes, un peligro existencial que nos lleva a transar la libertad por mayor seguridad”.
Para Vergara, la agenda mediática busca “conservar el status quo y propagar la idea de que la ley y el orden son más importantes que la libertad individual y colectiva de las personas”.
“La propaganda del miedo hace que las personas transen sus principios democráticos y apoyen medidas represivas que le otorgan al Estado herramientas jurídicas de corte fascista que minan la libertad sin tener un mayor impacto positivo en el combate contra el crimen”, subraya.
Por su parte, Mario Sobarzo, doctor en filosofía política y académico de la Universidad de Santiago, apunta a la crisis real, haciendo una distinción entre la sociedad chilena y su sistema político.
“La sociedad chilena hoy vive una profunda crisis moral. No tiene instituciones, sujetos, partidos políticos, ni nada que la ayude a guiarse, que la ayude a pensar hacia dónde tiene que fijar sus energías y poner sus énfasis. Lo que hoy vemos es un completo despelote del mundo político, que no tiene ninguna orientación ni claridad. Eso repercute en la sociedad, porque empieza a quedarse sin referencias respecto de cómo juzgar, cómo tomar decisiones y cómo actuar”, remarca.
Para hacer su lectura, Sobarzo recoge un concepto que ha estado en boca de los intelectuales en los últimos años: la anomia, aquel estado de desorganización social donde prima el comportamiento individual como consecuencia de la incongruencia de las normas sociales.
Sin embargo, hace una observación: “Yo no creo que la anomia tenga que ver con la sociedad, sino que es producida por la crisis que afecta al sistema político, que está en un estado catastrófico. La política está en una situación bastante débil”.
¿Es Chile un “caldo de cultivo” para el autoritarismo?
En ese escenario, Mario Sobarzo no titubea en señalar en que el riesgo más grave e inmediato de mantener el actual escenario de crisis es la llegada al poder de un posible gobierno de ultraderecha.
“Hoy las políticas que está llevando el gobierno son de centro derecha o derecha tradicional en varios sentidos: económico, social, su agenda política, la elección del fiscal nacional, etc. Lo peor de esto es que, con esa fórmula, estamos dirigiendo a que la gente no se dé cuenta y no pueda diferenciar las posturas de la izquierda y la derecha. Estamos llegando a una situación en que perdemos los puntos de referencia”, advierte.
Este escenario no es particularmente novedoso para Camila Vergara. A su juicio, el país hace varios años está transitando hacia lo que denomina como un “sistema represivo con leyes antidisturbios que no son más que adaptaciones legales fascistas”.
Ella advierte que ese camino, sumado al incremento de la inseguridad, seguramente dará pie a una agenda legislativa que pretenda recrudecer las penas, crear nuevos delitos y darle más herramientas a los agentes del orden, como policías, jueces y fiscales.
“Aunque las leyes represivas parecen un atajo hacia la seguridad, éstas constituyen los cimientos de una sociedad autoritaria, donde la libertad es solo gozada por quienes tienen el poder político y económico”, puntualiza.
Por su parte, el profesor de Psicología UC, Héctor Carvacho, plantea que efectivamente la adhesión a discursos populistas o autoritarios son un “efecto conocido” frente a estas amenazas.
“Eso está bien descrito en la literatura internacional. Una buena parte de las personas, frente a situaciones de mucha incertidumbre, tiende a aumentar la probabilidad de que simpatice con ideas que simplifican la realidad, como los discursos populistas o autoritarios que abogan por el orden”, señala el especialista.
Carvacho también cita estudios que evidencian “cómo los políticos, cuando se acercan elecciones que son particularmente reñidas, ocupan discursos mucho más amenazantes. En Estados Unidos, los presidentes que buscan ser reelectos, aumentan sus discursos sobre la guerra, porque aumenta la sensación de inseguridad y eso genera mayor cohesión interna en el electorado de ese país”.
El Desconcierto