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De trabajar en una pesquera a ser una de las “fundadoras” del Colegio Punta Arenas

Miércoles 7 de Diciembre del 2022

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Titulada en la Universidad Austral de Chile en Valdivia, fue expulsada de la carrera tras el Golpe de Estado de 1973. Finalmente, pudo terminar y de regreso en la región se desempeñó en el Liceo Industrial y en el Liceo San José.

Cristian Saralegui R.
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Revisando pruebas en su oficina, una constante en sus más de cuarenta años de trayectoria como docente. Así encontramos a Floridema del Carmen Vera Cárdenas en el Colegio Punta Arenas, que a estas alturas es más que su segundo hogar. La docente de Biología y Química es una de las fundadoras de este proyecto educativo, por lo que dejarlo asoma como un imposible. 

Nacida el 20 de enero de 1950, estudió en la Escuela 3, actual Arturo Prat Chacón y finalizó en la Escuela Nocturna del Liceo Luis Alberto Barrera. “El interés por la pedagogía viene porque somos una familia de profesores muy numerosa, de parte de mi padre, Armando Vera Oyarzún, que fue obrero portuario. Ellos eran varios hermanos y entre ellos, había tres profesores, los primos igual, yo tengo entendido que mis tías Flori, Angela, ‘Catato Vera que está en Francia, Nelly Vera; creo que somos once profesores y de chiquitita me gustó corregir pruebas, las clases, siempre decía que iba a ser profesora”, apunta.

También de la infancia viene su interés por la ciencia: Biología, Física, Química, pese a que en esos años, no se podía optar por áreas. Más en su caso, que terminó la enseñanza media en la escuela nocturna, porque trabajaba. “Entrábamos a las 19 horas y salíamos a las 12 y media de la noche. El liceo era mixto, con excelentes profesores, como Jesús Roldán, Fulvio Molteni, Miguel Angel Torres, Nélida Díaz, Héctor Díaz”, recalca sobre su formación.

Los duros años en Valdivia

Floridema Vera valora la formación universitaria que recibió en la Universidad Austral, pese a que su estancia en Valdivia coincidió con los difíciles años del abrupto fin del gobierno de Salvador Allende, el Golpe Militar y los primeros años de la dictadura. “Vinieron los cambios, estuve expulsada, porque yo era de la Unidad Popular”, resumió sobre un periodo “muy duro, porque independiente de las ideologías políticas, están primero las personas. Uno puede pensar diferente, pero por sobre todo, está el respeto hacia las personas, entonces mucha gente se fue, no alcanzó a terminar la carrera, gente que murió. Valdivia fue duro”, reflexiona.

Paradójicamente, fue la misma gente de derecha la que le permitió regresar para terminar la carrera. “El día que salieron las listas con la gente que estaba fuera de la universidad, fui a la 10 de la mañana en la isla Teja y estaba incluida. Me fui y cuando iba cruzando el puente, me encontré con compañeros, que eran de Patria y Libertad, de derecha-derecha. ‘Me echaron’, les dije. Y nunca podré olvidarme de gente como Martín Cornejo, por ejemplo, que me dijeron ‘vamos a mi casa, hagamos la defensa. Te vamos a ayudar’”.

Para ser reintegrada requirió del aval de un testigo, “un profesor que sea decano. Partí donde Emilio Silva, profesor de Química Orgánica, que en esos años tenía unos 70 años. Y le dije ‘vengo a pedir una referencia, porque me echaron de la universidad’. El iba a estar en la reunión del decanato, pero me respondió: ‘Te voy a decir dos cosas: una, si quieres que te defienda, dime la verdad, ¿estuviste en alguna toma o protesta?’. Le respondí que jamás. ‘Y lo otro, no sé si alcance a estar en reunión, porque soy DC y capaz también me echan’. No lo echaron y finalmente, me defendió”, relata Floridema Vera.

Finalmente, regresó en noviembre de 1973 a terminar a contrarreloj su año académico para no perderlo y así continuar con su carrera. Dio su examen de grado en enero de 1977: “Entré a darlo a las 11 de la mañana, salí a las 2 de la tarde y a las 4 estaba tomando un bus a Puerto Montt, donde tenía la casa de mis abuelos y mis tías. Hasta que me vine a Punta Arenas”.

De la pesca a las aulas

Ya de regreso se enteró que su hermano “Tito”, estaba en isla Dawson. “El era dirigente de Lanera Austral, con 22 años estaba preso. Entonces tampoco encontraba pega. Estuve un año así y fui a trabajar a una pesquera, porque había que trabajar, si no, te morías de hambre. Aprendí a despatar centollas, envasar. Fue una experiencia muy dura, pero buena. Llegaba a las 5-6 de la mañana y las primeras dos semanas, sin guantes, entonces todas las manos te picaban, se llenaban de pus. Una vez que terminaba esa prueba de dos semanas, te pasaban los guantes. Primero estuvimos en Playa Norte, en un galpón, por la población de los enapinos y después nos fuimos a Río de los Ciervos, que todavía está y era de Carlos Serka, de Porvenir”, precisó.

En la pesquera no mencionó que era profesora, hasta que a su casa llegó “una monja que andaba buscando un reemplazo por una semana, porque el profesor titular de Biología fue a un curso a Santiago. Pedí permiso, porque no quería perder la pega. Y no podían creer que yo fuera profesora. Le mostré mi título y me dijo ‘lo único que quiero es que te vayas y no vuelvas’, pero le respondí que ‘no, si voy por un reemplazo, y quiero volver’. Tal era la suerte mía que alcancé a estar dos días y el curso se suspendió, por lo que el profesor volvió y así regresé a la pesquera”.

Sin embargo, la esposa de Carlos Serka, Neva Mimica, que tenía a sus hijos en el San José, hizo gestiones para que Floridema Vera pudiera ingresar a hacer clases al establecimiento salesiano, donde comenzó en marzo de 1978. A los pocos días, la llamaron para ir jornada completa al Liceo Industrial. Estuvo trabajando en paralelo en ambos establecimientos.

En 1983 se incorporó definitivamente al Liceo San José. De esa etapa en el liceo salesiano “tengo muy buenos recuerdos, muy buenos apoderados, excelentes alumnos. Esos años son inolvidables, aprendí mucho de los salesianos. Recuerdo colegas como Slava Lozic, Marcela González, María Concepción Pascual, Freddy Gómez, Hernán Quintana, Teresa Yáñez, Ricardo Villarroel, Enrique Cañas, Sonia Ulloa, María Angélica Oyarzún, Rita Oyarzún, Herminio Bernales, Walter Foglia, Mauricio Alvarez y tantos otros que, pido disculpas, una se olvida, pero siempre los recuerdo con cariño”.

Hasta que surgió el llamado para incorporarse al naciente proyecto del Colegio Punta Arenas, que comenzó sus clases en 1990. “Me costó dejar el San José, porque es diferente, a ti te forman como profesor salesiano”.

También valora su ciclo en el Liceo Industrial, donde conoció “un tipo de apoderados que era otro, gente esforzada, de trabajo y que nos ayudaban para sacar adelante a sus hijos, con un grupo de profesores muy buenos, como María Inés Concha, Ruth Muñoz, Tatiana Moreira, Paula Espinoza, Pedro Barrientos, un equipo que formamos y que llevó al Industrial a ser uno de los mejores colegios de Punta Arenas”, subrayó.

Así hasta llegar a la que es su actual casa, el Colegio Punta Arenas. “Vine a hacer clases de Ciencias Naturales, entré con la fundación del colegio, me fue a buscar Humberto Vera. Me ofrecieron dos horas en octavo, dos en séptimo, primero y segundo, en total, ocho horas. Y seguía teniendo mi horario completo en San José, donde fui profesora jefe del Ortega, Durando, el Salgado y del Dovano, donde alcancé a estar un año. De a poco me fueron trayendo y al final me ofrecieron el cargo de inspectora, después, de jefa de UTP”, resume. Cuando comenzó, había 12 profesores, de los cuales quedan como fundadores Javiera Alarcón y Carlos Legüe, auxiliar; y el alumnado, que era de apenas 70-80 estudiantes.

Un camino que la llevó hasta la dirección del colegio, que tomó como parte de un proceso natural. “Los cargos pasan, y lo importante es ser profesional. El compromiso era jugársela y estar con sus alumnos, no la directora que está encerrada en su oficina. Asumí con mucha humildad el desafío y agradecida de los regalos de la vida”.

Para Floridema Vera el Colegio Punta Arenas es muy especial, porque “partimos con cuatro salas, no había ni un portón en la entrada. Hoy alberga más de 400 alumnos y lo fundamental es que lleva el nombre de la ciudad, lo que lo hace muy significativo. Se le ha dado un sello especial, con los cursos con nombres especiales, todos ligados a la región, con programas regionales complementarios a los del ministerio”, manifiesta.

De todos estos años, el momento más doloroso fue la toma del colegio, en agosto de 2011. “Porque uno respeta las ideologías, pero mi punto de vista es que como directora no tengo por qué hacer política partidista dentro del establecimiento educacional. No estoy de acuerdo con las ‘tomas’. Lo que más me dolió fue que hubo mucho destrozo”, expresó. 

Recuerdos de una profesora que sigue corrigiendo pruebas y haciendo clases. “Dios dirá hasta cuándo. Me es muy difícil desligarme. A los 60 años ya me iba, me quedé dos años más. A los 65 me seguía yendo… y me sigo quedando. Esta es prácticamente mi casa. Es muy gratificante como profesor recibir a un niño, en prekínder y licenciarlos en cuarto medio. Hijos de ex alumnos, que son varios. Por eso, estoy agradecida de la vida”, finalizó Floridema Vera.

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