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  • José Albino Ruiz Ruiz

Momento clave en la crisis del Beagle: captura de un oficial argentino

Lunes 30 de Enero del 2023

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Parte II y final

Por Francisco Sánchez Urra
Historiador

Para muchos investigadores en torno al conflicto del Beagle, los cuales se han especializado en aspectos diplomáticos, logísticos y estratégicos, aún está pendiente el desarrollo de la crisis en localidades aisladas, como es el caso de Puerto Natales y la provincia de Ultima Esperanza.

Es importante aclarar que conformada parte importante del dispositivo de defensa en Casas Viejas y San José (artículo publicado la semana pasada), también se desarrolló una línea defensiva en el sector de Dorotea, el cual por diferentes estudios muchas veces ha sido obviada, pero en donde se desarrollaron importantes acontecimientos tanto para el Sub Teatro Puerto Natales, como para el Teatro de Operaciones Austral Conjunto y que impactaron a la toma de decisiones a nivel político estratégico nacional.

Dorotea y su rol
en el conflicto

El cerro Dorotea, por sus características de ubicación, permite una visualización de parte importante del área defensiva asignada al Regimiento de Caballería Nº5 Lanceros, conformando de esta manera un puesto de mando en la entonces Escuela Rural, la cual durante el proceso de despliegue funcionaba durante el día para la enseñanza de niños con el tradicional inmobiliario café moro, pasando terminada las clases a ser reorganizada con cartas de situación, radios y otros elementos propios del quehacer militar.

Como fue expresado anteriormente cientos de natalinos se sumaron a los esfuerzos de defensa, entre ellos algunos se desplegaron en labores de logística como Iván Pivcevic, quien puso a disposición su camión de transporte para el incesante traslado de equipo en la ruta Punta Arenas y Puerto Natales, siendo parte de una historia que nos habla de aquellos reservistas movilizados en todo el territorio nacional.

Por otro lado, considerando los planes de destinación de jóvenes que realizaban su servicio militar, durante 1978 el Regimiento de Caballería Nº5 Lanceros recibió contingente tanto de la ciudad de Chillán como de Los Andes, lo cual nos da una perspectiva distinta en torno a la ardua movilización desarrollada en el año de conflicto, considerando las difíciles condiciones meteorológicas de la zona patagónica y que ese año en particular se registraron fuertes bajas de temperatura, rachas de viento y precipitación de nieve incluyendo el mes de diciembre.

Francisco Mansilla era director de la Escuela Fronteriza de Dorotea en 1978. En ese entonces, le tocó ser un testigo de lo que ocurriría, durante el mes de septiembre llegaron los primeros soldados del regimiento quienes construyeron una extensa trinchera. Recuerda Mansilla que “en noviembre se empezó a utilizar la escuela como cuartel de las tropas atrincheradas, pero con el fin de no alarmar a la población, cada mañana los escolares hacían sus clases normales y en la noche se sacaban las sillas y mesas y se realizaban las labores militares y se acomodaban los sacos de dormir, para a las seis de la mañana, dejar todo de nuevo para el reinicio de clases”.

Añade que los soldados argentinos se paraban en la cima del cerro que está frente a Dorotea, en plena frontera (a unos 500 metros) para mostrar el gran número que eran, y que previo a la Navidad, cuando se conoció la intervención del Papa en el conflicto, estos soldados en la misma postura los saludaron desde lo alto con sus fusiles en los cuales habían amarrado pañuelos blancos. 

Uno de los soldados movilizados desde Los Andes, relata su experiencia: “Eramos jóvenes de Los Andes y sus alrededores, en su mayoría campesinos temporeros y estudiantes, los que fuimos acuartelados el 3 de abril de 1978 en el Regimiento Guardia Vieja de Los Andes, unidad en donde alcanzamos a estar sólo tres meses hasta el 3 de julio, cuando sin aviso nos vistieron de civil en la tarde noche y nos trasladaron al aeropuerto de Pudahuel, saliendo en vuelo a eso de las 23 horas llegando al Aeropuerto Carlos Ibáñez de Punta Arenas,  alrededor de las 2 de la madrugada, llegando en buses y camiones nos llevaron al Regimiento Blindado el 4 de julio. Al día siguiente nos trasladaron al Regimiento de Caballería Lanceros, llegando cerca de las 18 horas comiendo un reponedor “rancho” para encuadrarnos en los distintos escuadrones de la unidad, donde nos tocó el escuadrón de mortero”.

“Al  otro día nos llevaron a conocer el regimiento, después tuvimos que prepararnos para el juramento a la bandera que fue el 9 de julio en la Plaza de Puerto Natales, terminado todos los ceremoniales volvimos a lo nuestro, ejercicios todos los días, disparos de morteros, tiros con las carabinas con viento, lluvia, nieve y mucho frío, nunca paramos estábamos como se dice ‘tiqui taca’ física y mentalmente listos para la guerra”.

La relativa calma de la vida de cuartel, con constante entrenamiento y despliegue, cambiaría a mediados de septiembre, incrementándose diferentes incidentes limítrofes.  De esta manera a fines de octubre el despliegue total del regimiento, junto a reservistas, soldados conscriptos, cuadro permanente y oficiales se configuró en los tres frentes.

Recuerdan algunos veteranos de la época  “el día 28 de octubre a media mañana llegó al regimiento un furgón de Carabineros de Casas Viejas avisando que una tanqueta argentina había cruzado el límite internacional, esto motivó que inmediatamente una patrulla del regimiento saliera a verificar la gravedad de la situación, regresando a la unidad raudamente se estableció una reunión con los comandantes de los escuadrones,  reuniendo a todos los soldados”.  

Sobre aquella sorpresiva reunión recuerda que “explicaron que la situación era grave, muy grave y tendríamos que ir a resguardar los pasos fronterizos. Los soldados de Puerto Natales eran los más antiguos, siendo asignados a resguardar Casas Viejas, los soldados conscriptos provenientes de Chillán fueron destinados a San José, siendo por último y los soldados de Los Andes asignados al paso fronterizo Dorotea”.

Fue un momento especial para algunos, en donde recuerda que “antes de partir nos  juntamos los cuatro soldados que veníamos del pueblo de Bucalemu de San Felipe, hablamos, nos deseamos suerte y nos despedimos con un fuerte abrazo…hasta unas lágrimas cayeron producto de la emoción, los cuatro nos conocíamos del  primer día que fuimos al colegio, decíamos cuando nos estábamos despidiéndonos “…ayer en  una  fila para entrar a clase ahora para ir a la guerra…” y partimos los soldados morteristas en un camión  cerrado, llegando a la escuela bajando nuestros morteros de 81 milímetros”.

Captura de un oficial argentino

La madrugada del 18 de diciembre de 1978 sucedió uno de los hechos más particulares en toda la crisis del canal Beagle, el informe de inteligencia lo describe de la siguiente manera:

“El 180440 – Dic.-78, fue capturado por el PAC del sector Dorotea el capitán del Ejército argentino y oficial de Inteligencia Horacio Fernando Ferrari, quien fue sorprendido en territorio chileno a unos 300 metros del límite político internacional frente al Hito 81. El citado oficial, llevaba uniforme de combate y armamento. Negó su categoría de oficial, aduciendo que era personal de planta. Al ser registrado y sometido a interrogatorio se constató que era oficial. Posteriormente después de otros interrogatorios reconoció que se encontraba en una misión de patrulla en territorio chileno para labores de inteligencia.  Por orden del comandante del Teatro de Operaciones Austral Conjunto fue trasladado a Santiago y puesto a disposición de la Dirección de Inteligencia del Ejército.

No se pudo capturar a los otros miembros de la patrulla, que se estima acompañaban al oficial.  A la fecha el mencionado oficial no ha sido reclamado por Argentina”.

Aquella madrugada de diciembre Juan Restovich, era uno de los tantos natalinos que se habían sumado a las tareas de defensa en el sector de paso Dorotea, quien detectó y detuvo a un militar argentino que había cruzado hacia el territorio nacional.  

El entonces subteniente Oscar Moreno Gallardo recuerda que aproximadamente a las cuatro de la mañana se presentó un soldado en su posición y le informa “mi teniente, andan argentinos en las posiciones y pillamos uno en el sector donde está la cocina”, noticia que lo sacó de inmediato de un somnoliento y friolento descanso, “me incorporé, me equipé y tomé mi fusil, todo eso mientras pensaba, se está iniciando el ataque tan esperado”.

Cuando llegó al lugar donde habían detenido al argentino, pudo constatar que se trataba de un militar equipado para el combate, lo que confirmaba la sensación de que el ataque se venía. “Sin tener muchos antecedentes sobre las intenciones del argentino, preparé un mensaje que envié vía radio y por medio de un mensajero”.

Ante los primeros interrogatorios a que fue sometido, contestó que “era un sargento”, posteriormente al ser revisado más prolijamente se le encontró su identificación militar constatando que se trataba del capitán del Ejército argentino, Horacio Fernando Ferrari.

La captura del oficial argentino fue un hecho detonante en la movilización desplegada en la frontera, el 19 de diciembre de 1978 es emitido el mensaje radial abierto “destruir buques adversarios en aguas nacionales” firmado por el almirante José Toribio Merino, misma jornada en que el Teatro de Operaciones Austral Conjunto, al igual que todos los esfuerzos de defensa a lo largo del país fueron puestas en máxima alerta
 la guerra parecía inminente y en Dorotea ocurrió el suceso que “colmó el vaso”.

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