Persistente lluvia no logró “aguar” el XX Asado Más Grande de Tierra del Fuego
Después de los eternos años de la pandemia, ayer volvió con todas sus galas y un renacido entusiasmo la vigésima versión del Asado Más Grande de Tierra del Fuego, evento culinario típico de la austral isla grande que comparten chilenos y argentinos, precisamente los competidores que protagonizan el torneo binacional de cocción de corderos echados a las brasas, en modalidades “tendido” (conocido como “asado al palo”) y “parado” (denominado “asado envarado”). Una competencia cuya meta -certificada por un jurado- es lograr los mejores sabores, cocción, textura y presentación.
Pero ayer, a diferencia de las ediciones anteriores, a la cancha de jinetedas José Mario Andrade -donde se realizó la actividad- llegó un invitado que aunque se había anunciado, no se esperaba fuera tan persistente: una espesa lluvia que se inició a eso de las 11 horas y que se mantuvo más o menos con la misma intensidad durante toda la tarde. No sólo afectó los cocimientos de los más de 170 corderos dispuestos para el torneo, debido a la leña seca mojada en su exterior, sino también a los esfuerzos de los 33 equipos por lograr que el fuego “le ganara” al agua.
La precipitación afectó también a mesas, bancas, platos de cartón y ensaladas, que quedaban “aguadas”, lo mismo que la porción de asado, por lo que muchos preferían llevar sus compras al hogar; el pasto del suelo se volvió barro en los sectores más transitados y pozas en los más hondos; las ropas “se pasaban” de agua y aunque la tarde fue cálida, la “mojada” causaba frío a los asistentes; y en el sector de los módulos de ventas, muchas mercancías se mojaron, quedando inutilizadas. Pese a todo, el nivel de entusiasmo de los asistentes no mermó y al contrario, demostraron resignación con alegría apelando al consabido eslógan “somos magallánicos, estamos acostumbrados”. Tampoco la entrega y amabilidad de los numerosos funcionarios municipales a cargo de la organización fue inalterable, dispensándose siempre cordiales y atentos, y lo propio hicieron las demás instituciones involucradas (Salud, Bomberos, Carabineros, apoyos y personal de seguridad).
Cinco mil visitantes
Gracias al doble cruce del ferri Pathagon, de naviera Tabsa, llegaron cientos de visitantes desde Punta Arenas, muchos de los cuales provenían del norte del país y, en menor porcentaje hubo argentinos isleños y continentales que se sumaron a la fiesta común a ambos países, estimándose la asistencia (rotativa) en unos 5 mil asistentes. Mención especial al sector del comercio autorizado en el pasadizo de acceso al área de asados, donde se instalaron vendedores de artesanías, artículos para el hogar y de entretención, comidas variadas (entre ellas las propias de Fiestas Patrias), bebidas y hasta elementos para protegerse de la lluvia.
Al cierre del despacho, al escenario de la fiesta estival se había subido la banda de música bailable Villa Cariño, que entusiasmó aún más al público, gracias asimismo a que la lluvia había mermado su intensidad.