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Las amenazas interiores que acechan a Chile

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 6 de Febrero del 2023

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Chile siempre en zozobra. Quizás lo más cómodo sería decir que es nuestro sino. En general la naturaleza es imprevisible, pero se pueden y se deben tomar medidas previas, pre-pararse, equiparse y quizás lo más importante coordinar y ordenar las fuerzas internas, las capacidades dispersas (Estado, municipios que son también parte del Estado aunque muchas veces no se perciba así, Fuerzas Armadas que también son parte del Estado aunque sus funciones sean o hayan sido otras, la empresa privada y sus importantes recursos y flexibilidad y en general la Sociedad Civil en varias formas).

La naturaleza es poderosa y nos lo demuestra a cada momento, pero la imprevisión agudiza los estragos que esta puede producir. Claramente el cambio climático, o más precisamente el calentamiento global llegó para quedarse quien sabe hasta cuándo. Probablemente si el ser humano no cambia sus malos y depredadores hábitos lo veremos hasta el final de nuestros días. 

Chile, hoy día arde en su zona centro-sur. Casi todos los años, desde que me acuerdo, ha habido incendios forestales en los alrededores de la Quinta Región. Hoy la llamada zona forestal de Chile arde sin freno. Los cultivos de bosques exóticos como pinos radiata y eucaliptus, van desde cordillera a mar y desde El Maule hasta Valdivia. Dichos cultivos “secaron” Chile, lo acidificaron y lo han reducido a tierras estériles a no ser para seguir reproduciendo estos bosques interminables que han expulsado la vida, la agricultura familiar campesina y la autonomía y soberanía alimentaria que Chile tenía hasta antes de la década del 70 del siglo pasado.

Probablemente los cultivos madereros no eran una mala opción para acotadas zonas del secano central, pero haber reproducido interminablemente estos monotemáticos cultivos ha provocado haber perdido población rural, produciendo un desbalance en las ciudades, necesidad de importar alimentos que antaño eran producidos en Chile, al menos en la cantidad que requería, lo que equivale a haber perdido soberanía y ser aún más vulnerable y, lo más complejo consumir más agua que cualquier bosque nativo y que incluso cultivos agrícolas que le darían más divisas y más alimentos.

Ordenamiento territorial inexistente ha marcado al Chile de los últimos 50 años. A pesar de que estos monocultivos han producido inmensa riqueza para sus dueños (los grandes poderes económicos de Chile) dichos capitales sólo privatizan sus ganancias y socializan sus problemas (impactos ambientales, creación a sus alrededores de bolsones de pobreza persistentes y lo más triste, dejan al Estado (Conaf y municipios) y a la Sociedad Civil (bomberos y voluntarios) combatir al fuego para salvar vidas y sus propios bosques.

Chile debe reformularse en el ordenamiento. Ordenamiento territorial en primer término. La diversidad de nuestros climas y nuestros suelos debe permitir diversas soluciones y explotación de diferentes productos. Por otro lado la actividad forestal, debe tener regulación. No pueden llegar los bosques a los patios de las viviendas en los extramuros de las ciudades de las regiones madereras. En Santa Juana, en Palomares en Concepción o en Tomé, Dichato o Cocholgue, los pinos o eucaliptus de plantaciones industriales llegan a los patios de las viviendas. Inexistencia de franjas de prohibición o de amortiguación de plantíos. Brigadas forestales aún más robustecidas en número y en recursos materiales resultan hace años ya un imperativo.

Por otro lado Chile debiera reformular sus amenazas. Hoy sus mayores amenazas se encuentran adentro. Sequía, fuego, inmigración ilegal, violencia. Esto supone o debiera suponer una reformulación de sus Fuerzas Armadas. El resguardo de su puerta norte, para que esto pare de ser “como Pedro por su casa”. No sacamos nada con expulsar a extranjeros que han cometido delitos si en un par de días pueden volver a entrar. Que el Ejército custodie nuestras fronteras no supone llamar a una dictadura militar. Esas disquisiciones, miedos o trancas deben salir de las mentes que no quieren esto por dogmas. Las capacidades y recursos de las Fuerzas Armadas deben suponer un viraje, pues hoy las principales amenazas no vienen de posibles ataques de naciones externas, sino que las amenazas son las que no nos dejan prosperar en el día a día.

Fuerzas Armadas reformuladas para las necesarias y urgentes tareas internas, supondría volver a sentir que éstas pertenecen a Chile y no sólo a un sector político. Supondría un nuevo rol que las integraría definitivamente con los chilenos. Y recursos no nos sobran. Somos un país que debe actuar en el ordenamiento, en la disciplina y en la plena coordinación y colaboración. Sino seguiremos improvisando. 

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