Ivo Radic y Sokol de Punta Arenas, campeón nacional de básquetbol en 1970
En agosto de 2020 Magallanes se encontraba en el peor momento de la pandemia del Covid. En esos oscuros días, se cumplían exactamente cincuenta años del más importante logro deportivo del baloncesto regional y salvo, unas cuantas y valiosas reseñas publicadas en los medios escritos locales, no hubo un verdadero reconocimiento para los protagonistas de aquella historia.
Como sabemos, a principios de agosto de 1970 el entonces cuadro de Sokol Yugoslavo representó a la provincia de Magallanes en el Campeonato de Clubes Campeones de Básquetbol celebrado en el Gimnasio Cubierto de Punta Arenas. Contra todo pronóstico, pero, también, con todo merecimiento y justicia, Sokol alcanzó una gran victoria nacional en el periodo que los entendidos denominan “etapa dorada” del básquetbol en la región, victoria que por su trascendencia histórica superaba ampliamente el significado de una mera gesta deportiva. Era un triunfo que simbolizaba además, el empuje, la vitalidad, la unidad de la provincia, en una época marcada por los beneficios del Puerto Libre y de la Corporación de Magallanes (Cormag) que auguraban profundos cambios socioculturales en el austro.
Por eso cuando observamos las antiguas imágenes del logro obtenido por el Sokol, el abrazo emocionado entre jugadores y dirigentes ante un público enfervorizado, pero al mismo tiempo feliz expresando su algarabía, creemos interpretar lo que seguramente sintieron nuestros padres, o los antiguos vecinos que vivieron esa jornada excepcional. El triunfo del Sokol era la victoria de todo Magallanes que le demostraba al país entero, por qué somos distintos, por qué la gente del austro es capaz de proezas que en otros lugares simplemente no se pueden realizar. Se trata de lo que nuestros antepasados nos inculcaron de niños y que inevitablemente tiene que ver con la identidad cultural del ser magallánico.
Todas estas disquisiciones sin embargo, no explican por sí solas la victoria de un equipo en un Campeonato Nacional de Básquetbol. El triunfo del Sokol fue consecuencia de un largo proceso de trabajo que comenzó posiblemente, cuando visionarios dirigentes como Carlos Botti, Marco Davison, David Duncan y Reinerio García, entre otros, decidieron en 1944 recolectar dinero para construir un gran recinto que garantizara la práctica de actividades deportivas en espacios cerrados como el boxeo o el baloncesto. Aquel coliseo, levantado ladrillo a ladrillo con capitales magallánicos, fue inaugurado solemnemente el 15 de septiembre de 1950. Tiempo más tarde, tendría su bautismo de fuego cuando fue designado por la Federación de Básquetbol de Chile (Febach) como escenario donde se disputaría el XX Campeonato Nacional de Selecciones en el verano de 1952.
Repercusiones
de un torneo
El certamen adquirió fama a nivel nacional porque el Presidente de la República, Gabriel González Videla, al enterarse que Punta Arenas carecía de un centro de convenciones para alojar a todas las delegaciones, envió al transporte de la Armada de Chile, Araucano, para que sirviera como hotel flotante. A mediados de enero de 1952, el imponente buque madre de submarinos, de 6.500 toneladas, embarcó en Valparaíso a los planteles nortinos de María Elena, Ovalle y San Antonio, junto con los equipos de la zona central, Valparaíso, Santiago, Universitaria y Linares. En Puerto Montt se arrimaron los elencos de Concepción, Los Angeles, Osorno, Temuco, y emprendieron la travesía hacia el estrecho de Magallanes. Para los medios nacionales, el campeonato tuvo los condimentos y las notas pintorescas que ayudaron a difundir como destino turístico, las bellezas de Punta Arenas y su entorno. Periodistas y corresponsales de El Mercurio, Las Ultimas Noticias, La Tercera de la Hora, de la revista Estadio y de otros medios escritos regionales, escribieron diariamente notas sobre el campeonato, las que fueron leídas en sus ciudades de origen, lo que hizo que el torneo austral tuviera una cobertura extraordinaria que contribuyó a despertar en los directivos de la Febach el interés por extender el juego del baloncesto en Magallanes.
A ello se agregó el correcto desempeño y la buena actuación de la selección de Punta Arenas que finalizó en sexto lugar, detrás del campeón Santiago, y de sus escoltas, Universitaria, Valparaíso, Osorno y Concepción.
A su vez, la experiencia de contar con un gimnasio techado y el haber organizado exitosamente un torneo nacional, le trajo innumerables réditos a la Asociación de Básquetbol local. Por una parte, la competencia interna se vio fortalecida con un calendario anual de partidos, mientras que cada club se hacía representar ante la Confederación Deportiva por un dirigente respectivo. Así las cosas, pronto los nombres de Roberto Carvajal, Julio Ramírez, Estanislao Karelovic, Jorge Bizaca, René Ojeda, por citar algunos, fueron identificados por la comunidad en la difusión de la práctica cesteril en todos los grupos etarios.
Como corolario de todo el panorama anterior, pronto surgió una camada importante de periodistas especializados como Pedro Bórquez, Olegario Gómez y René Ojeda, que ayudaron a la propagación del baloncesto con artículos y crónicas semanales en el diario La Prensa Austral y el vespertino El Magallanes; o en las radioemisoras que propagaban la actividad deportiva, como fue el caso de Angel Serra o con el programa “Deportes una audición diferente”, conducido por el joven comunicador Vladimiro Martinic, en radio Polar. En definitiva, el básquetbol se transformó en un deporte masivo, en donde los elencos magallánicos empezaron a cosechar buenos resultados en competiciones nacionales. Además, tanto en el centro y en las zonas del norte del país, se empezó a hablar de Punta Arenas como una plaza necesaria, como una parada alternativa para realizar campeonatos de jerarquía. Asimismo, la práctica del juego se intensificó en las localidades de Puerto Natales y de Porvenir, que vieron nacer sus propias ligas de competición. La provincia fue ganando en infraestructura, a medida que la Enap edificaba sus pueblos campamentos en Tierra del Fuego, que contaban con instalaciones y gimnasios modelos para la práctica del juego de baloncesto.
No es de extrañar entonces, que luego de la culminación del vigésimo campeonato nacional llegaran a estas latitudes jóvenes y talentosos jugadores de básquetbol, algunos llamados a hacer el servicio militar y otros, atraídos también con la oportunidad de hallar trabajo en la zona. Entre todos, destacaba una figura menuda, de escasos diecinueve años que provenía de Antofagasta. Se llamaba Ivo Radic Rakela quien, prontamente, llamaría la atención por su extraordinaria habilidad para el ejercicio de este deporte.
El jugador-entrenador
Una de las preguntas más difíciles de responder es sin dudas, ¿cómo un hombre de apariencia frágil sobresalió en una disciplina donde abunda el físico y la estatura? Sabemos que desde su llegada al austro, Ivo Radic se convirtió rápidamente en figura de su equipo, el Sokol. Elegante, vivaz, hábil conductor del juego, poseía rápidos reflejos que le permitía ver antes que todos, la jugada de ataque. Se anticipaba a la acción que precedía a los puntos.
El actual consejero regional del Gobierno de Magallanes y Antártica Chilena, Antonio Ríspoli Giner, quien fuera también, uno de los más destacados deportistas de la historia de la región, tuvo la ocasión de jugar con Radic en el Sokol y luego ser dirigido por él en el plantel campeón de 1970. Es tajante en señalar que: “Ivo (Radic) tenía una visión panorámica del juego. Era un especialista que podía encestar fácilmente de media distancia. En esa cualidad, no tenía rival”. Su opinión de Radic como director técnico es muy interesante, porque revela la faceta psicológica del entrenador campeón del 70: “Era un motivador. Hablaba poco, pero se concentraba en estudiar los defectos del rival para beneficio propio. Un ejemplo de esto fue cuando perdimos con la Universidad del Norte y nos hizo ver los puntos débiles de los otros equipos. Yo creo que él estaba convencido que íbamos a ganar”.
A su vez, el ingeniero agrónomo y también destacado escritor magallánico, Nicolo Gligo Viel, quien es además un reconocido jugador de básquetbol, compartió con Radic en las formaciones estelares del Sokol en esos años y nos aseguró:
“El año 1954 salimos con el Sokol por primera vez campeones de Magallanes. Jugué todo el campeonato con Ivo y, a pesar que entraba desde el banco, fui el tercer goleador, detrás de Ivo y ´Papicha´ Pavicic. Ivo era la mitad del equipo, genio y figura hasta la sepultura. Era muy fácil jugar con él pues, abría mucho a las defensas, lo que permitía a los aleros lanzar con comodidad”.
Hacemos este alcance, porque cuando se produjo la llegada a la provincia en junio de 1957, del famoso elenco uruguayo Club Atlético Goes, base de la Selección de Uruguay, que había conquistado el título de campeón sudamericano en el torneo realizado en Cúcuta, Colombia, en 1955, Ivo Radic, pese a su juventud, ya estaba considerado como el jugador más completo de nuestro medio. El Goes llegó a Punta Arenas para efectuar una serie de compromisos amistosos, que incluyó a un combinado entre jugadores de Comercial y Liceo, al que vencieron por el tanteo de 72 a 54 y al cuadro de Español por 65 a 53. En el tercer cotejo, el Goes se enfrentó al Sokol, que lo venció en un partido memorable por 50 a 44, anticipo quizás, de lo que vendría tiempo después. En aquella jornada, Radic fue la figura del partido anotando 31 puntos y provocando con su habilidad, la consabida reciedumbre de los jugadores charrúas, que se llenaron de faltas, sufriendo posteriormente, la expulsión de tres de sus principales valores: Coito, Mautone y Scarone. Ello sin embargo, tenía su explicación como lo aseveró Gligo:
“Cuando íbamos ganando le pasábamos la pelota a él (Radic), quien con un dribling endemoniado hacía tiempo. En esa época no existía el límite de 20 segundos de ataque; de esta forma se podía retener la pelota el tiempo que uno quisiese, pues si te hacían un foul, podías sacar desde el lado”.
Al parecer, era una táctica dilatoria que servía para desesperar a los rivales y que venían ejercitando hacía tiempo, tal cual rememora el ingeniero escritor:
“En una ocasión durante casi 4 minutos Ivo hizo tiempo para ganar a pesar de los reiterados fouls que le hicieron. El problema es que a veces, pasaba la pelota entre las piernas y eso indignaba a los contrarios y los partidos se ponían muy calientes”.
Ese año, Radic alcanzó a ser preseleccionado nacional, en un momento en que el básquetbol comenzaba en Magallanes a rivalizar en popularidad con el fútbol y el boxeo. A principios de la década del 60 del siglo pasado, los equipos más importantes de la provincia eran posiblemente, Liceo, Sokol y el sorprendente cuadro de Cerro Manantiales, orgullo de la isla de Tierra del Fuego, que representó al austro en zonales y ante la sorpresa general, en varios torneos nacionales.
Por lo mismo, cuando se consideran todos estos antecedentes, no puede sorprendernos la designación de Punta Arenas como sede de la ronda de consuelo en el Mundial Extraordinario de Básquetbol celebrado en Chile en abril de 1966, que vio imponerse al team de Yugoslavia sobre potencias como Estados Unidos y Unión Soviética. En nuestra ciudad, triunfó el cuadro de Paraguay en un hexagonal considerado por la Febach como ejemplo en calidad y en organización.
En aquel entonces, Ivo Radic luego de prestar servicios en el Naval, entrenaba las divisiones juveniles y de adultos del Sokol. En 1969, se consagraron campeones de Magallanes en ambas categorías. Los mayores, pese al éxito alcanzado, no imaginaban la gloria que se les avecinaba.
Campeones de Chile
En abril de 1970 el equipo representativo de la entonces colonia yugoslava se eliminó en partidos de ida y vuelta con su similar de 21 de Mayo de Coihaique, por un cupo clasificatorio para el campeonato nacional. En el encuentro de ida jugado en el Gimnasio de la Confederación, el cuadro puntarenense venció ampliamente por 92 a 61, triunfo que se ratificó la semana siguiente en la capital de la provincia de Aysén.
Recién el 1 de junio de 1970 la Febach designó a Punta Arenas como sede del próximo torneo nacional. Había expectación por ver en el certamen, a Unión Española, equipo diez veces campeón de la liga de Santiago, que contaba con un plantel excepcional con jugadores del calibre de Berkley Bute y Juan Thompson y al mítico cuadro de Tomas Bata de Peñaflor, que traía en sus filas a Juan Lichnowsky, elenco que tres años antes se había proclamado en Antofagasta campeón sudamericano (único equipo chileno en conseguir dicho galardón hasta el día de hoy).
Dentro de sus primeras medidas con miras al torneo, Radic consiguió que el destacado jugador nacional Oscar Fornoni reforzara al Sokol. Con todo, ningún periodista especializado esperaba la victoria del elenco local, menos después de la deprimente derrota con la Universidad del Norte en el debut por 92 a 85. Sin embargo, el Sokol se resarció con sendas victorias ante San José de Temuco 82 a 64 y en un emotivo encuentro ante el Thomas Bata por 72 a 67. La recuperación del equipo puntarenense coincidió con el tropiezo de Unión Española ante el cuadro de Temuco por 64 a 60 con una brillante actuación del astro Luis Salvadores. En esa condición, se produjo lo que muchos críticos consideraban improbable: el histórico triunfo de Sokol ante el conjunto hispano por 87 a 76, luego de revertir un primer tiempo en contra con marcador favorable al cuadro capitalino por 42 a 36. En la última jornada, Sokol derrotó a Liceo 92 a 74 y por mejor diferencia de gol con San José, obtuvo el título de campeón de Chile. En el plano individual, Antonio Ríspoli, con 128 puntos se consagró goleador del certamen, superando a Berkley Bute de U. Española que logró 125 puntos, cobrándose revancha de lo acaecido en Valparaíso en 1968, cuando Bute fue el scorer del torneo y Ríspoli su perseguidor inmediato.
Tito Norte, corresponsal de Las Ultimas Noticias, en su columna “Enfoques”, escribió un sobrio comentario del triunfo sokolino: “Fue meritorio el hecho de superar fecha a fecha su rendimiento e incluso, de salvar el significativo revés ante Universidad del Norte que abrió su campaña. No se amilanó la formación que dirige Ivo Radic con ese tropezón inicial. Mantuvo las expectativas y redobló su espíritu y su confianza. El público puntarenense le devolvió su aliento y los resultados se fueron inclinando a su favor”.
En cambio, la revista Estadio brindó un emotivo análisis que apuntaba a un hecho más subjetivo. La victoria de Sokol aseguraba la realización en noviembre de ese año del Sudamericano de Clubes Campeones en Magallanes. “Motivos de sobra para que Punta Arenas ice todas sus banderas y se sienta más grande, más cotizada y más chilena. Esa región de los confines a la que tan difícil es que se le concedan opciones a realizar justas de orden internacional. Primera vez que un Sudamericano tendrá por sede la ciudad más austral mundo, como se le ha llamado”.
Demás está decir, que Sokol cumplió una decorosa actuación en el sudamericano cayendo ante el poderoso elenco de Sirio de Brasil, a la postre campeón. Pero lo más significativo, a nuestro juicio, vendría después. La hazaña de Radic y los muchachos del Sokol ayudó a sembrar la pasión por este deporte en la juventud; no en vano, la selección juvenil de Punta Arenas fue pentacampeón nacional (1972-1976), un logro que muchos añoran.