Plantar un árbol, tener un hijo y…
Mis queridos lectores: les contaré que estoy terminando mi octavo libro, que está quedando tan entretenido como un aumento de sueldo.
Aclaro que no me considero un profesional como escritor. Me sirve de consuelo constatar que no por el hecho de que una persona se compre un piano, se puede considerar pianista.
De alguna forma la literatura es parte de eso que llamamos Arte.
Durante un tiempo quise ser cantante, aunque de esto hace ya varios años.
Mi voz era gustadora y formé un dúo. Me hice acompañar de un guitarrista que había perdido un brazo en un accidente automovilístico. Jamás pudo encontrar el brazo, pero con una voluntad digna de elogio, se sumergió en el mundo de la música a través de la guitarra. ¡Un guitarrista sin un brazo! Increíble, pero cuando salíamos al escenario, mi amigo apoyaba la guitarra en un pedestal y tocaba con una sola mano los acordes de cualquier canción que el público le pidiera, haciendo arpegios con gran esfuerzo. ¡Verlo era por sí sólo un espectáculo!
Mi repertorio incluía canciones románticas y algunos tangos. Cierto día, actuando en el Festival de Quillota (Quinta Región) yo estaba cantando ese tango que en la parte final dice: “Y que el tiempo nos mate a los dos”.
Saltó un gracioso desde la galería que me gritó:
– “¿Y qué culpa tiene el guitarrista”?
Hasta ahí llegó mi carrera como cantante.
Fueron tantas bromas que nos hicieron (hasta los amigos) que yo dejé de cantar y mi amigo dejó la guitarra. El brazo lo había dejado antes.
Previo a eso, alcancé a grabar un disco 45 single, de esos de vinilo. ¿Los recuerdan?
Por el lado A yo cantaba; y por el lado B pedía disculpas, porque mi voz ya estaba deteriorada antes de tiempo. Además, lo grabé estando en medio de un fuerte estado gripal.
Mi nuevo libro se llamará “Política y Humor”, y me ha costado dos años y medio terminarlo. Ello, por cuanto encontrar políticos con sentido del humor en un país llamado Chile, es tan difícil como leer El Mercurio con viento en contra.
El libro será auspiciado por “Ediciones Jaime Ferrer”, cuyo gerente es amigo mío y se llama justamente Jaime Ferrer. Culto y educado, es un gran amigo mío y tan generoso como un árabe repartiendo arena. En más de una oportunidad me ha dicho: – “Jorge, yo sé que tú llegarás muy lejos”.
No se ha equivocado. Esta columna la escribo desde Santiago y se publica en Punta Arenas, que queda bastante lejos de la capital.
En el libro no pudo faltar la figura de Arturo Alessandri Palma, “El León de Tarapacá”. Corría el año 1949 y don Arturo presidía el Senado con el brillo y talento que le caracterizaban. Era ya una leyenda en vida. En una sesión tomó la palabra el diputado radical Humberto Alvarez, de reconocido déficit de neuronas… y se refirió a don Arturo con gruesos epítetos.
Cachazudo y macuco de la política, Alessandri se limitó a responder:
– “Cuando el león está viejo, hasta el burro lo mea”.
No se pierdan el libro. Los pedidos a regiones los haremos a través de Correos. Sale en un mes más…
¡Atentos, amigos de Punta Arenas…!