“Lo lindo de este trabajo fue ver cómo en todos estos años fue evolucionando la ciudad”, dijo Luis Antonio González
Un llamado a concurso público trajo hace 43 años a Punta Arenas a Luis Antonio González Muñoz.
Tenía 26 años de edad. Estaba titulado de constructor civil y trabajaba en el Servicio Nacional de Obras Sanitarias de su natal Angol, cuando vio en el Diario Oficial un llamado a concurso para la Municipalidad de Punta Arenas.
Pedían un constructor civil y postuló. Corría marzo de 1980 cuando lo llama la entonces directora de Obras, Julia Saavedra, para decirle que había quedado seleccionado y que tenía que presentarse a trabajar el 1 de abril. Como alcalde ejercía el cargo Jorge Vega Germain.
El adiós
Cuando se dice que “el tiempo pasa volando”, Luis Antonio González da fe de ello. Fueron 43 años de servicio, desde que ganara el concurso público. Ayer, el último día de marzo, cerró un capítulo importante de su vida. Se despidió de sus pares, quienes lo acompañaron al dejar para siempre su puesto de trabajo en el edificio consistorial del Palacio Montes, para asumir el merecido y ganado descanso a sus 70 años de edad.
“¡Jubiiiiiiiila!”, le decían muchas veces en la calle, algo que tomó siempre con mucho humor. “Ahora jubilé”, dijo a La Prensa Austral, al comienzo de esta entrevista.
Trabajó con 10 alcaldes (Jorge Vega, Eduardo Menéndez, José Andrade, Juan Poblete, Carlos González, Nelda Panicucci, Juan Morano, Vladimiro Mimica, Emilio Boccazzi y Claudio Radonich).
En Punta Arenas, la tierra que nunca más dejó, formó su familia. Está casado con la arquitecta María Soledad Martínez Rubín. Fruto de ese amor nacieron sus dos hijos: Mauricio (cientista político) y Maité (odontóloga).
“Una gran experiencia”
“Lo lindo de este trabajo fue ver cómo en todos estos años fue evolucionando la ciudad. En los años 80, sectores como población El Pingüino y Playa Norte tenían todas sus calles de tierra y barro, pero hoy están todos urbanizados. Además me tocó participar en la construcción de muchas obras en esta ciudad”.
Partió trabajando en la entonces Dirección de Construcciones (actual dirección de Operaciones), hasta el año 1987.
Luego avanzó hacia la Secretaría Comunal de Planificación, hasta 2016, y de ahí asumió como administrador municipal, hasta el último día laboral.
En lo personal fue una gran experiencia laboral, sobre todo, dijo, por todo el contacto que logró tener en el tiempo con la gente y dirigentes vecinales.
“Uno va conociendo a las personas en otra perspectiva, la parte más humana. Creo que eso es lo que más llena a uno, más que las obras materiales, porque son las personas las que van a disfrutarlas. Como un club deportivo, o una junta que recibe su sede vecinal, o las calles pavimentadas. Esas son cuestiones muy gratificantes”.
Por lo pronto piensa en el descanso y de seguro vendrá algún viaje familiar.
