Necrológicas

– Irma del Rosario Mansilla Barría
– José Ruiz Maldonado
– Enrique Elmer Gómez Valdés
– Juan Marcelo Miranda Maldonado
– Luis Aldino Cárdenas Bustamante
– Nelson Rolando Vega Vega

Notas sobre parques y áreas verdes de Punta Arenas

Martes 9 de Mayo del 2023

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Una de las mayores alegrías de nuestra niñez lo constituía el llamado de mamá o papá cuando nos advertían que, en la tarde iríamos a jugar a algún parque de la ciudad. Para nosotros, era el sumo de felicidad escuchar y ver a nuestros padres cómo distribuían algunos víveres en mallas o cambuchos que revelaban tardes de paseo al aire libre, en los parques Don Bosco o en María Behety. A veces, en compañía de otros grupos familiares amigos, nos desplazábamos al sector de Chabunco o al parque Japonés, que en ese entonces, delimitaban el área norte y poniente de la ciudad de Punta Arenas. 

Casi siempre recordamos las tardes veraniegas del austro con sus cielos anaranjados y rojizos, guarecido en medio de grandes árboles que nos cobijaban del tránsito urbano. En algunas ocasiones, papá nos llevaba a las inmediaciones de la entonces cancha del club Sokol, donde hoy se ubica el estacionamiento del Supermercado Unimarc (ex Cofrima) o en los terrenos que actualmente ocupa la Universidad de Magallanes, donde jugábamos a las escondidas entre espinudos calafates. En aquél momento ignorábamos por cierto, la trascendencia que tienen las áreas verdes en la protección del medio ambiente y de la urgente necesidad de proteger las arboledas de nuestra ciudad, verdadero oasis en la compleja vegetación de la inmensa estepa de la Patagonia Oriental. 

Redactamos estos párrafos, en que hemos tenido la oportunidad de observar en persona, la rendición de las cuentas públicas de 2022 por parte de las alcaldías de Punta Arenas y de Puerto Natales. Nos sorprendimos gratamente, de los avances en algunos proyectos sociales y productivos, entre ellos, -el diseño de nuevos parques urbanos-, que impulsados por estas corporaciones, buscan mejorar a corto y mediano plazo, la vida de sus habitantes.

En el caso de Punta Arenas observamos también, que en las últimas décadas no aparecen grandes obras de forestación del cual podamos enorgullecernos. Más bien, vemos con preocupación un retraso en esa materia. Por lo mismo, hacemos en esta ocasión, una breve síntesis de las principales medidas adoptadas por algunos gobernadores en el siglo XIX y por antiguas administraciones municipales de nuestra ciudad, que con menos recursos, llevaron adelante, planes y programas de arborización, creación de jardines, de plazas y paseos públicos, que bien vale la pena conocer

De presidio a 

urbe modelo

Se dispone de pocos antecedentes que den cuenta del proceso de asentamiento de la población penal en torno al río del Carbón o de las Minas, como asimismo, de una historia botánica que comprenda la historia de la ciudad y su relación con espacios verdes tales como avenidas, parques y plazas. Es lo que nos asegura el ecólogo Orlando Dollenz en el prólogo escrito para el significativo trabajo de divulgación “Punta Arenas, sus árboles y arboledas”, del ingeniero agropecuario Marcelo Velásquez Kroeger, cuyo texto incorpora una traducción al inglés a cargo de la profesora Valeria Hernández Wooldrige. La obra de carácter ambiental, editada en 2019 en los impresos de La Prensa Austral fue financiada con recursos del Gobierno Regional de Magallanes y Antártica Chilena.

Aunque tenemos algunos reparos con la afirmación que indica de una posible desconexión entre la información de la evolución histórica de la urbe y la documentación existente sobre espacios arbolados, por cuanto ya autores como Robustiano Vera con “La colonia de Magallanes y de Tierra del Fuego” (1897); Lautaro Navarro con “Censo general del Territorio de Magallanes” (1908); y Manuel Zorrilla con “Magallanes en 1925” (1925) dedicaron en sus voluminosas obras, capítulos completos a la descripción detallada de la flora y fauna regional, nos parece acertada la inclusión en la discusión bibliográfica, del rescate de la valiosa monografía publicada en el volumen VI de los Anales del Instituto de la Patagonia en 1975 por el académico Enrique Zamora, titulada, “La evolución urbana de Punta Arenas. Crecimiento entre 1848-1975”. 

De entrada, junto con adelantarnos las razones que justificaron el traslado de la colonia penal desde Fuerte Bulnes a las proximidades del llamado río del Carbón o de las Minas, el profesor Zamora nos advierte: “El lugar aparecía, en ese entonces, casi totalmente cubierto por lengas y coigües (Nothofagus pumilio y N. betuloides) que formaban bosques en los lomajes y llanuras inmediatos al fuerte. Este hermoso marco arbóreo con el correr del tiempo desapareció tanto por la acción destructiva del hombre en su variada actividad pobladora, como por causa de los incendios que en buena medida los arrasaron”. 

A menudo atribuimos al gobernador Jorge Schythe el primer intento serio de forestación de Punta Arenas, si bien esta iniciativa estuvo precedida -en lo que parece un contrasentido-, de sucesivos siniestros y talas de árboles para lograr la instalación del nuevo poblado. En su administración, se originó en 1861 el primer aserradero hidráulico de la colonia, innovación debida al carpintero estadounidense Guillermo Wallace. Al gobernador Schythe le debemos también, la plantación de las primeras seiscientas varas de sauce mimbre, que de acuerdo con la investigación de Velásquez Kroeger “convirtió aquel evento en el inicio de la introducción de especies arbóreas exóticas, ya sea con fines alimenticios (árboles frutales) o bien ornamentales”. 

En este período resulta fundamental la designación del capitán de fragata Oscar Viel Toro como gobernador del territorio de Magallanes (1867-1874). Entre otras medidas, el nuevo mandamás renombró como Benjamín Muñoz Gamero al sitio que oficiaba como plaza de la Esmeralda, iniciando con ello su transformación y, luego, tomando como eje central a la calle Magallanes (ex María Isabel) fijó un trazado en forma de damero, de treinta manzanas de una hectárea cada una, quedando cada manzana dividida en diez sitios iguales. Los límites primigenios del pueblo eran: al oeste con el Cerro de las Siembras (hoy Cerro de la Cruz) por donde quedó ubicada la Avenida de la Libertad (Avenida España); al sur, la actual Avenida Independencia; al este, lo que hoy conocemos como calle O´Higgins y hacia el norte una avenida que se llamó Cristóbal Colón que separaba al asentamiento del río del Carbón o de las Minas. Esta delimitación permitió a su vez, la división del poblado en un área urbana y otra rural, quedando establecido de esta manera, el primer plano regulador de Punta Arenas.

Durante la administración del gobernador Viel se comenzó a  aplicar en Punta Arenas la ley de puerto libre menor, una disposición legal que permitió el libre comercio y el flujo de capitales entre las distintas embarcaciones que transitaban por el estrecho de Magallanes o que recalaban en el muelle local, mientras que, al mismo tiempo, se estimulaba la inmigración extranjera, preferentemente europea. En este escenario, se produjo el acuerdo entre el estado de Chile por intermedio del gobernador Viel y el ciudadano suizo Albert Conus, para traer a principios de 1874 a cuenta del erario nacional, a veinte familias helvéticas al austro, en lo que el historiador Mateo Martinic Beros concluyó como “el primer ingreso numéricamente significativo de inmigrantes europeos voluntarios, reclutados por el ministro de Chile, en Buenos Aires, Alberto Blest Gana”.

Al parecer, la fisonomía de la aldea de Punta Arenas comenzó a cambiar gradualmente, después del suceso conocido como motín de los artilleros (1877) y sobre todo, cuando el gobierno del Presidente Aníbal Pinto Garmendia simplificó la categorización política administrativa que afectaba a Magallanes, suprimiendo la condición de recinto penal del lugar, reemplazándolo por el de territorio de colonización. Velásquez Kroeger nos revela sobre algunas crónicas que cuentan de lo colorida que parecía la pequeña ciudad en 1892, asegurando que fueron los suizos quienes trajeron los geranios o cardenales, y, posiblemente, alemanes e ingleses introdujeron las plantas de adorno, las plantas comestibles y las rosas; como también, las cerezas, grosellas y frambuesas; los árboles de ornato como el serbal, el ciprés macrocarpa, el fresno y las piceas. 

La Municipalidad

toma las riendas

Hasta 1898 la arborización de la ciudad había sido posible principalmente, a través de las decisiones que tomaba el gobernador de turno, o por medio de la iniciativa de los propios vecinos. La formación de una comisión de alcaldes implicó la creación de varios departamentos o servicios, entre ellos, el de una Policía de Aseo encargada de extraer las basuras y desperdicios de los hogares y los restos de abrómicos que había en las calles. Lo significativo de este ítem fue que la regulación del aseo domiciliario originó con el transcurrir del tiempo, nuevas formas que contribuyeron a mejorar la calidad de las áreas verdes de la ciudad.

De esta manera, por encargo de la comisión de alcaldes, el 1 de diciembre de 1924 se adoptaron diversas medidas que reglamentaban el servicio domiciliario de aseo y barrido de aceras, junto con el resguardo y el estado de conservación de los paseos públicos, que los ediles encomendaron al empresario Pedro Salazar, quien debía proveer de los materiales generales, los enseres y la caballada de la policía de aseo para cumplir sus funciones.

Una decisión trascendental emanada de la municipalidad consistió en la aprobación del decreto Nº1601 de reglamento sobre jardines y paseos públicos, que en su artículo 1º establecía que “para evitar los perjuicios que ocasiona el público en los prados de los jardines y plazas, prohíbese el tránsito de personas por las cubiertas de césped de dichos paseos. Asimismo, prohíbese tomar o destruir plantas o flores”. 

Estas resoluciones se tomaron en el momento en que desde el municipio comenzaba un plan de gran envergadura que implicaba la arborización de la Avenida Bulnes desde Sarmiento hasta Rómulo Correa y se dictaban otras normas de señalética para la mantención de parques y jardines. En este contexto, el presidente de la ahora junta de alcaldes, Vicente Kusanovic, contrató a Federico Kelbass para ejecutar los trabajos que sugería, además, la necesidad de incluir leyendas en planchas de 34 por 20 centímetros, adheridas a otra plancha de fierro de un metro de altura con frases del estilo: “Se prohíbe pisar el césped”, “Se ruega no tomar flores”, “Cuidad las plantas”, “Las plantas purifican el aire”, “Las plantas son los pulmones de la ciudad”, “Impida que este jardín sea destruido”, “Estos jardines son vuestros, consérvelos”, “Las plantas son organismos útiles a la colectividad”, “El adelanto de un pueblo lo denotan sus jardines”, “El cuidado de las plantas es de pueblos cultos”, “Que la belleza de las plantas inspiren sus sentimientos nobles”.

El enorme trabajo desplegado por Kelbass y sus ayudantes, permitió la mantención y hermoseamiento de los jardines ubicados en la plaza Muñoz Gamero, Avenida Colón, entre Chiloé y O´Higgins e incluso, en Avenida Bulnes, sin olvidar la ornamentación de las plazas Centenario, Lautaro y Sampaio. Sin embargo, recién el 10 de agosto de 1943 se tuvo un informe detallado sobre la arborización en cuatro avenidas y cuatro plazas de la ciudad. Al respecto, se contabilizaron un total de 2.070 árboles, de los cuales, 408 plantas entre árboles y arbustos florales se hallaban en la plaza Muñoz Gamero.

La Sociedad 

Amigos del Arbol

En la administración municipal de la profesora Felicia Barría Vera (1950-53) se tomaron importantes acuerdos y decisiones, lo que incluyó la creación de un plan de trabajo tendiente a organizar racional y armónicamente, con objetivos de corto, mediano y largo plazo, la forestación de la ciudad.

Antes que se hicieran efectivas estas resoluciones, la sucesión Menéndez Behety había donado en 1948 extensos terrenos ubicados al sur de Punta Arenas, que la primera autoridad comunal pensó convertirlo, inicialmente, en vivero municipal. Sin embargo, los regidores de aquel entonces, manifestaron su interés en que se transformara en un nuevo pulmón verde de la ciudad, renombrando aquel lugar como parque María Behety. 

En consecuencia, con el ideario trazado, Felicia Barría llamó a variados actores de la vida educativa y cultural de Punta Arenas para organizar el 30 de junio de 1950, la Sociedad Amigos del Arbol, que buscaba crear nuevos espacios verdes y preservar, al mismo tiempo, los ya existentes. Uno de los propósitos más destacados de la nueva institución, era la necesidad de crear conciencia en niños y jóvenes de la importancia de contar con espacios libres de contaminación y de generar más zonas arbóreas al interior de la ciudad. 

Para tal efecto, se contó con la participación de los jardineros alemanes Germán Mutschke, Martin Schultz y el botánico Otto Maggens, que prestaron asesoría a muchas de las iniciativas ejecutadas por la nueva organización. Por de pronto, se elevó una solicitud para adquirir semillas de pinos, álamos comunes, álamos plateados, retamos, cipreses, abedules, saúcos, robles, lluvias de oro y coihues en los criaderos, “El Labrador” en Santiago, “Santa Inés” en Nos, “El Vergel” en Angol, y en las estancias de Cerro Castillo y Eberhard en Puerto
Natales.

La Sociedad Amigos del Arbol remitía periódicamente informes al director del Departamento de Aseo y Jardines que daban cuenta de la labor desplegada y de los trabajos que se iban a realizar. Así por ejemplo, el 8 de agosto de 1952 se determinó forestar con 52 árboles, el tramo comprendido en Avenida Independencia desde Señoret a Nogueira y con 20 cipreses de 1,50 metros de altura a la plaza Lautaro. Al mismo tiempo, se recomendaba la reforestación de Avenida Colón, desde Jorge Montt a playa, por los apoderados y alumnos del Liceo de Hombres. Se desmenuzaba también, las carencias que afectaban la arborización de la Avenida Independencia. Desde Nogueira a Chiloé se recomendaba plantar dos cipreses, un abedul y un pino; de Chiloé a Talca (Armando Sanhueza) se recomendaba plantar 20 pinos y cipreses, que se agregarían a los 43 existentes. De Talca a la Avenida España otros 4 pinos. De España a Señoret se requería replantar 22 árboles.

La preocupación de la Municipalidad de Punta Arenas por la mantención de arboledas y jardines y plazas, pareció extenderse a las administraciones siguientes. En su texto, Velásquez Kroeger señala que en diciembre de 1954, el alcalde Emilio Salles Thurler “adquirió cien kilos de semilla tipo Ray Grass Danés a la Casa Alejandro Guarda en Santiago, para reforzar las labores de jardinería en la plaza Muñoz Gamero”. En este sentido, tal vez el último gran proyecto llevado a efecto por el municipio local fue acometido por el alcalde Ernesto Guajardo Gómez durante su gestión 1961-1964. En aquel período, se produjo el embellecimiento y restructuración del parque María Behety en un espacio natural multipropósito. Se consiguió el concurso de conocidos arquitectos que diseñaron un plan para crear una combinación de elementos en que la rica forestación y vegetación del lugar, y sus humedales, se conjugaban igualmente, con el levantamiento de canchas de fútbol y de tenis. Se proyectó un gimnasio cerrado para la práctica del básquetbol; una hostería y una plaza de juegos infantiles. Como sabemos, la idea fue cumplida sólo en parte. En el recuerdo quedaron los partidos de fútbol de la liga del Barrio Sur y las despedidas que a fines de año organizaba el municipio para congratular a los estudiantes primarios y de humanidades con sus familias.