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No hay hijo malo

Por Marcos Buvinic Domingo 14 de Mayo del 2023

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Hace algunas semanas tuve ocasión de volver a ver ese clásico del cine chileno que es “El Chacal de Nahueltoro” (1969). Para quienes no han tenido ocasión de ver esta película de Miguel Littin, recordemos que es la historia de José del Carmen Valenzuela Torres, quien, por el año 1960, en medio de una borrachera dio muerte a una mujer con sus cinco hijos, recibiendo el alias infame de “Chacal de Nahueltoro”. La película recrea el notable proceso de rehabilitación que vivió José Valenzuela en la cárcel de Chillán, pasando de ser un gañán analfabeto a un hombre letrado, lleno de humanidad y valores religiosos, hasta ser fusilado el 30 de abril de 1963. Han pasado sesenta años de su muerte.

En una escena de la película, en el día previo a la ejecución, el director de Gendarmería le pregunta “¿Tienes algo que pedirme?, ¿qué es lo que más quieres?” La respuesta del condenado a muerte es “quiero ver a mi madre, señor director”. El encuentro entre madre e hijo tuvo lugar esa misma tarde, en la víspera de la ejecución.

A la salida de la cárcel, un grupo de periodistas acosan a la señora Malvina Torres con preguntas que, entre llantos, ella no podía responder. Un reportero le preguntó: “¿Usted considera que su hijo es bueno o malo?”. Y ahí, sollozando, la madre del condenado respondió: “Para una madre no hay hijo malo”.

La respuesta de la señora Malvina es la que darían, espontáneamente, una multitud de mamás; es la respuesta que daría la mamá de usted o mi mamá. La respuesta de la mamá es la del amor que conoce íntimamente y sabe que el fruto de sus entrañas no es malo. La respuesta de la mamá no es ciega a los errores que podemos cometer los hijos, y así todos hemos recibido las correcciones y reprimendas de nuestras mamás, pero ellas nunca nos han quitado el cariño y la confianza por las faltas que los hijos hayamos cometido. La respuesta de la mamá es la respuesta del amor gratuito, entrañable y siempre fiel; es la respuesta del amor que conoce, comprende, acoge y perdona sin condiciones ni medida. En este mundo no hay nada más parecido al amor de Dios -que es Padre y Madre- que el amor de las mamás por sus hijos. Para Dios y para ellas no hay hijo malo.

Para una madre no hay hijo malo, pero, claro que sí, hay quienes son malos hijos con su mamá. Y sabemos que aquí puede pasar -y pasa- de todo: falta de cariño, soledad y abandono, manipulaciones y malos tratos, egoísmo y desprecios, avaricia con los bienes familiares, y una larga lista de ruindades y vilezas que se pueden cometer con las mamás. Todo eso, por cierto, debe ser enmendado, y siempre pasa por cambios concretos de actitudes y conductas que vayan mucho más allá de una visita, una tarjeta o un regalo en el Día de la Madre. Pero más allá de todo lo que los hijos podamos hacer para mostrar el amor a nuestras mamás, está la respuesta de ellas: “para una madre no hay hijo malo”.

Por cierto, no se trata de subir a nuestra mamá a un altar y endiosarla, pues ella es un ser humano que, como todos, tiene sus límites y sus defectos; sino que se trata, sobre todo, de maravillarnos y agradecer el amor generoso, sacrificado y siempre fiel de cada mamá. Maravillarnos y agradecer que, en medio de nuestra pequeñez y fragilidad, los seres humanos podemos hacer cosas grandes y maravillosas, como lo que hace cada mamá por sus hijos. Sin el amor de las mamás, sin duda, nuestro mundo se empobrece, es más egoísta y menos feliz.

Entonces, un saludo lleno de cariño y gratitud a todas las mamás, a las que ahora lo son, a las que quisieron serlo y no pudieron ser, a las que lo intentan, a las que sin serlo ejercen como tales, a las que un día lo serán, a todas aquellas para quienes no hay hijo malo, ¡feliz Día de la Madre!.

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