Los imborrables recuerdos de Antonio Yadrijevic Mihovilovic en su centenario
“Antonio Yadrijevic conoció y atendió a todos los pilotos que hicieron factible que la aviación llegara a los lugares más recónditos de Magallanes, aun a costa de importantes pérdidas en vidas humanas”
Aprincipios de marzo de 2020 tuvimos la ocasión de iniciar el llamado Mes del Aire, brindando una conferencia en el Centro Cultural de Punta Arenas, la que denominamos, “Incidencia del vuelo de Arturo Merino Benítez en el desarrollo de la aeronáutica en el austro”. El mundo de la aviación vivía días difíciles producto del terrible y fatal accidente ocurrido al avión Hércules en el mar de Drake en diciembre del año anterior, con el espantoso saldo de 38 víctimas fatales.
En los días previos, nos reunimos con la directiva del Club de Suboficiales (r) de la Fuerza Aérea de Chile, “Bahía Catalina”, para planificar los últimos detalles del evento. De esos encuentros nació la idea de hacer un reconocimiento al socio activo más antiguo de la institución, Antonio Yadrijevic Mihovilovic, un verdadero tesoro humano vivo de nuestra región. En esos momentos, don Antonio tenía noventa y seis años y se contaba como uno de los cinco ex funcionarios vivos de la Fach más longevos de Chile.
Después de nuestra charla, el general Eduardo Mosqueira Cruz, comandante de la IV Brigada Aérea en aquel entonces, entregó personalmente la distinción a don Antonio. Quién iba a imaginar que esa iba a ser la última actividad antes que la pandemia del Covid nos confinara en nuestras casas con las consabidas restricciones de movilización que vivimos durante casi dos años. En ese período, nos enteramos que don Antonio tuvo varias complicaciones de salud, pero, afortunadamente nada grave aconteció. Sus hijas, María Alejandra y María Angélica se prodigaron en atenciones con su progenitor.
Pasaron tres años y este verano, sus familiares y amigos coincidieron en una idea común: conmemorar el centenario de su nacimiento. Y así pudimos reencontrarnos con el amigo, que pese a la sordera que le aqueja, sigue tan lúcido y de buen humor como de costumbre.
Testigo
privilegiado de una época
Antonio Yadrijevic nació en Punta Arenas el 7 de mayo de 1923, en momentos en que las distintas organizaciones alzaban tímidamente la voz para que el gobierno de turno en Santiago otorgara la condición de provincia al territorio de Magallanes, lo que permitiría a sus habitantes elegir por fin, a sus autoridades. Hijo de Antonio Yadrijevic Berjanovic y de María Mihovilovic Martinic, nacidos en Croacia. Hermano menor de Dominga, Simón, Jerka, Josefina y Miguel.
De aquellos tiempos de infancia y juventud Antonio guarda algunos recuerdos imborrables. La llegada al austro de Arturo Merino Benítez en el Junkers del Ejército amarizando en el muelle Arturo Prat de Punta Arenas, el 27 de enero de 1930; el retorno de Franco Bianco a la ciudad después de haber consumado su histórico raid aéreo Punta Arenas, Puerto Montt, Santiago, Mendoza, Buenos Aires, Río Gallegos, Punta Arenas, el 7 de julio de 1936; la venida del Presidente Pedro Aguirre Cerda en noviembre de 1939. Para Antonio, estos acontecimientos históricos están envueltos en imágenes donde miles de personas salen a las calles a exteriorizar su alegría, porque interpretaban que Magallanes también, formaba parte de Chile.
Antonio Yadrijevic se cuenta entre los conscriptos del Regimiento Pudeto que empleó el general Ramón Cañas Montalva en la reconstrucción del Fuerte Bulnes en 1942. La experiencia de ver a civiles y militares trabajando unidos en función de un objetivo común se reveló como esencial para entender la decisión que adoptaría tiempo después.
Ingreso a la Fach
El 1 de julio de 1949 el teniente Darío Aguirre Oyarzún, comunicó al comandante de la Base Aérea de Magallanes, Manuel Sotomayor Eberhard, la contratación del civil Antonio Yadrijevic Mihovilovic para desempeñarse como soldado mozo al interior de la unidad.
En aquel entonces, la Fach la conformaban apenas unos cuantos hombres en toda la provincia. Prácticamente todas las actividades se concentraban en el sector de bahía Catalina. Allí se encontraban los hangares y el rústico aeródromo donde despegaban y aterrizaban las aeronaves. A orillas del estrecho funcionaba el mítico Club Aéreo de Punta Arenas con sus pilotos civiles, Bermúdez, Bianco, Bonifetti, Robles, Solo de Zaldívar, -por citar algunos nombres-, ya envueltos en aura de leyenda. Aunque parezca increíble, a ese lugar llegaban los aviones Beechcraft D-18, Electra 505, los Douglas DC-3 y C-47. Hacía sólo unos años que la Línea Aérea Nacional había comenzado los vuelos regulares entre Santiago y Punta Arenas. Todavía faltaba unos meses para que se inaugurara la ruta aérea austral provincial con los itinerarios, Punta Arenas-Porvenir; Punta Arenas-Caleta Josefina, San Sebastián; Punta Arenas-Springhill, Manantiales, bahía Felipe; Punta Arenas-Puerto Natales; Punta Arenas-Río Gallegos.
Antonio Yadrijevic conoció y atendió a todos los pilotos que hicieron factible que la aviación llegara a los lugares más recónditos de Magallanes, aun a costa de importantes pérdidas en vidas humanas. En este sentido, el año 1949 fue verdaderamente fatal para la institución. El 23 de agosto se precipitó a las aguas del estrecho, Darío Aguirre, -el teniente que facilitó la contratación de Antonio-, falleciendo instantáneamente, y el 4 de octubre, pereció el piloto civil Diego Soler, al estrellar su aparato en las inmediaciones de la cancha del club de golf.
Aunque hubo otros accidentes fatales que lamentar, como el del capitán Legüe en enero de 1950, la Fach avanzaba de manera enérgica en su propósito de materializar el proyecto del comodoro Merino Benítez, de unir a Chile a través de los cielos desde Arica hasta la Antártica. Antonio Yadrijevic fue testigo presencial de las misiones que significó en la práctica, la fundación en el continente blanco de las primeras bases aéreas, Presidente Gabriel González Videla en 1951 y Presidente Pedro Aguirre Cerda en 1955 y del histórico vuelo sin escalas entre Punta Arenas y Arica, el 20 de enero de 1954.
Don Antonio es amigo de contar historias. A menudo suele compartirnos varias anécdotas de experiencias que tuvo con distintos Jefes de Estado. Un Presidente al que todos temían era Carlos Ibáñez del Campo. Sabida es la experiencia acontecida en mayo de 1956 cuando el Primer Mandatario vino a inaugurar el aeropuerto de Chabunco. Coincidiendo con su estadía, se produjo uno de los tantos desbordes del río de las Minas que halló a Ibáñez y comitiva, en medio de actividades en pleno barrio Yugoslavo (hoy Croata). Embarrado hasta las rodillas, un malhumorado Presidente ordenó a sus ministros de Hacienda y Obras Públicas, la canalización inmediata del río, prometiendo volver al año siguiente, para ver in situ, el avance de los trabajos.
En febrero de 1957, Ibáñez retornó a la provincia con el objeto de estrenar exclusivamente el aeródromo “Guardiamarina Zañartu” en Puerto Williams. Sin embargo, de forma sorpresiva, el Presidente decidió ir a inspeccionar las obras de canalización que se ejecutaban en torno al río. Temerosos de una reprimenda por parte del Jefe de Estado, los superiores designaron a Antonio para que acompañara en el automóvil a Su Excelencia. Y aunque Ibáñez tenía fama de estricto y gruñón, fue de lo más afable con su humilde e improvisado interlocutor, quien aprovechó la circunstancia para entablar amistad con el ilustre visitante.
En otra ocasión, con motivo de la última visita que efectuara a Magallanes el Presidente Salvador Allende, a fines de febrero de 1973, el general Berdichewsky hizo una recepción oficial al Primer Mandatario, con Antonio como anfitrión. Al despedirse, Allende le habría dicho: “Antonio, por culpa mía tuvo que venir a trabajar en su día libre”. A la semana siguiente, desde La Moneda enviaban un regalo para el mayordomo. Eran dos ceniceros obsequiados por el Presidente de la República para su amigo Antonio Yadrijevic.
Matrimonio y vida social
Antonio se casó con Marina Penna Leiva el 8 de mayo de 1954. El 3 de agosto de 1955 nacieron sus hijas gemelas María Alejandra de Lourdes y María Angélica de Lourdes. La intensa vida familiar no fue óbice para que su historia personal se nutriera de nuevas y valiosas experiencias. En diciembre de 1966 fue el mayordomo que atendió en Punta Arenas al famoso cosmonauta soviético Alexei Leonov, el primer hombre en realizar una caminata en el espacio.
Mientras tanto, la Fach consolidaba lentamente su presencia en la provincia. El 21 de abril de 1967 se creaba en Magallanes la IV Brigada Aérea. El Presidente Eduardo Frei Montalva nombró al general Ricardo Ortega Fredes como comandante en jefe de la naciente unidad. Este oficial mantuvo por décadas, una cordial relación con Antonio Yadrijevic. Al respecto, un comandante que lideró a la brigada en el austro, entre 1972 y 73, del que atesora gratos recuerdos, es José Berdichewsky Sches, quien luego de ser nombrado embajador en Israel no dudó en cumplirle una promesa a su antiguo ayudante: llevarlo de vacaciones a tierra santa. De regreso, Antonio se enteró que lo habían trasladado a Santiago, lo que apuró su decisión de jubilarse de su querida institución, en 1979, después de 30 años de servicios, con el grado de sargento 2°.
Entre penas y esperanzas
El deseo de ayudar, de servir a los semejantes siempre estuvo en la mente de Antonio. A medida que se acercaba la despedida de la Fach concebía la idea de comprar un terreno para habilitar un colegio en que sus hijas ambas educadoras de párvulos, pudieran atenderlo.
La sorpresiva muerte de mamá Marina el 1 de septiembre de 1980 no amilanó el temple de Antonio. Una semana más tarde en calle Chiloé Nº 1545, abría sus puertas el jardín infantil “Federico Froebel”, entidad que prestó servicios a la comunidad hasta 1997. Los pequeños solían llamarlo como “tío Antuco”. Para ellos era una especie de director del establecimiento.
Sin embargo, Antonio sentía que pese a los años, su vínculo con la Fach se mantenía incólume. Por lo mismo, no dudó un instante en inscribirse como nuevo socio del Club de Suboficiales (r) Bahía Catalina en 1998.
Un cuarto de siglo ha transcurrido desde aquel momento. En todo este tiempo, Antonio ha recibido distintos homenajes. El martes 9 de mayo recién pasado, en la sede del referido club, ubicado en Avenida Independencia Nº769, con asistencia entre otros, del comandante en jefe de la IV Brigada Aérea, Vicente Donoso Herman y del alcalde de Punta Arenas, Claudio Radonich Jiménez, sus antiguos camaradas de armas, familiares y amigos le celebraron su centésimo aniversario de vida. El jefe comunal procedió a entregarle a nombre de la municipalidad un galvano de reconocimiento, mientras el general Donoso al despedirse le espetó: “Espero venir a saludarlo en su próximo cumpleaños”.