Cáncer en el adulto mayor
Las cifras estadísticas nos dicen que el cáncer puede ser considerada una enfermedad prevalente en los mayores. Desde los 45 años es cuando más se diagnostican algunos tipos de cáncer como tiroides, próstata, piel, colon y mama. De hecho, más de la mitad de los hombres que mueren por una neoplasia maligna tenían entre 60 y 79 años. Igualmente ocurre así a esa edad en las mujeres.
El segundo tramo con más mortalidad por cáncer es después de los 80 años. Más del 65% de las neoplasias malignas se presentan a esa edad. Esto no ocurre directamente por la edad, sino que puede ser por mayor tiempo de exposición a agentes cancerígenos como la luz ultravioleta o el humo de cigarro; pero también la menor capacidad celular para reparar el ADN, disminución de la actividad supresora tumoral y la disminución de la vigilancia inmunológica; entre otros factores que van ocurriendo con el envejecimiento.
Pero también muchas veces se descuida la detección de algunos cánceres en los mayores. Así ocurre con las mujeres, ya que el Pap debe hacerse hasta los 65 años, pero deja de realizarse muchos años antes. Igual sucede con la mamografía. O deja de buscarse patología prostática en hombres mayores.
En otras oportunidades sólo por ser mayor se obstaculiza su acceso al tratamiento adecuado, es cuando debe considerarse la expectativa de vida al momento de plantear el tratamiento. Sin embargo, también está la calidad de vida de ese mayor, su funcionalidad y autonomía. Por eso, no sólo se debe considerar la edad como criterio único para definir qué hacer en las patologías oncológicas.
También es importante considerar la posibilidad cierta de eliminar la enfermedad con el tratamiento propuesto. Así mismo, se pueden reducir o evitar -con este tratamiento- los síntomas asociados a la enfermedad y también mantener en lo posible la calidad de vida y sus capacidades físicas y mentales.
Para ello, es necesario como en cualquiera otra persona realizar una evaluación integral para determinar su estado de salud general, saber qué otras enfermedades le afectan; si éstas pueden condicionar o no el tratamiento del cáncer. Pero también importa su calidad de vida, su autonomía y su capacidad de desarrollar actividades básicas y otras medidas de evaluación de todo adulto mayor. A ello se suman, los factores asociados al cáncer: tipo, localización y si se encuentra en estado avanzado o metastásico; lo que condiciona, como a cualquiera edad, el abordaje quirúrgico, la quimioterapia o la radioterapia. O bien una combinación de algunas de ellas. Esta elección no sólo es por criterio de edad, si no por una adecuada evaluación de ese mayor. Sobre esta evaluación es la propuesta terapéutica que los diversos equipos oncológicos ofrecerán a cada adulto mayor.
Un adecuado y oportuno diagnóstico y tratamiento significa tener en cuenta los síntomas o señales de alerta que presentan los mayores. Se le debe dar importancia a síntomas recurrentes. Dolores óseos por ejemplo no siempre son por vejez. Así como orinar frecuentemente o toser persistentemente. Es decir, se debe tener en cuenta una adecuada valoración de síntomas y signos de enfermedades en mayores, por sus entornos sociales para representarlos a los equipos de salud.
Por ello, estar inscritos en sus centros de salud es más que necesario. Así como evaluarse funcionalmente de forma periódica. Pero también es necesario realizar acciones de prevención o detección oportuna, especialmente en cáncer de mama, de cuello uterino, próstata o el colorrectal. Ya que hay que detectar tempranamente estos cánceres cuando el tratamiento suele ser más eficaz. En el cáncer de pulmón, detectarlo en quienes tienen alto riesgo, especialmente en aquellos con hábito tabáquico o en exposición a agentes cancerígenos. Por ello, es importante tener en cuenta estos factores que son nocivos para una buena salud.
Pero mucho antes cada uno de los mayores en la medida que vamos envejeciendo debemos ir desarrollando Decisiones Saludables como mantener un peso saludable, evitar el tabaquismo, limitar el consumo de alcohol y grasas. Aumentar el consumo de fibra, proteger la piel y medidas específicas para cada mayor según la evaluación de su estado de salud y condicionantes de ella.
Esto porque en la medida que se conoce cómo el proceso de envejecimiento afecta a cada mayor, permite ir identificando grupos de ellos que se benefician con diversas intervenciones, con medidas de prevención y tratamientos proporcionales a su estado de salud. Pero también permite identificar a aquellos que no serán candidatos a tratamientos con intención curativa por tratarse de personas frágiles o con franco deterioro. Donde los equipos oncológicos ofrecerán otras alternativas de atención o tratamientos paliativos individualizados para cada paciente.
Es tarea de cada uno de los mayores, y sus entornos sociales, evaluarse periódicamente en salud para conocer de los condicionantes particulares de cada uno; actuar todo lo preventivamente posible según sus factores de riesgo. Pero también poder acceder a las mejores evidencias clínicas que permitan su adecuado tratamiento o una adecuación de ellos según el estado de salud. Es esencial que cada mayor conozca y sea agente activo en esta grave enfermedad como en otras situaciones que puedan afectar su salud.