Investigaciones de Inia apuntan a que la papa se convierta en un pilar nutricional y económico para Magallanes
En los últimos años, la Región de Magallanes ha experimentado un verdadero renacimiento en la producción de papas, convirtiéndose en un epicentro de innovación, rendimientos y soberanía alimentaria. Bajo dos programas ejecutados por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) Kampenaike y financiados por el gobierno regional de Magallanes, se ha logrado generar y posteriormente entregar material genético certificado a un promedio de 362 productores al año.
Además, se han implementado una serie de iniciativas que han revitalizado la producción de este cultivo, generando impactos positivos en la economía, la seguridad alimentaria y la sustentabilidad regional.
La papa, considerada uno de los alimentos más consumidos en Chile, desempeña un papel fundamental en la dieta de los chilenos, tanto en cantidad como en valor nutricional. En Magallanes, este tubérculo ocupa el primer lugar en cuanto a superficie cultivada, reflejando su importancia para la región. Sin embargo, a pesar de su potencial, la producción de papas había enfrentado desafíos en el pasado, limitando su impacto económico y su capacidad para satisfacer las demandas locales.
Investigación y transferencia de conocimiento
Gracias a los esfuerzos del programa “Recuperación de la producción y sanidad de la papa en Magallanes (papa I) 1”, se ha logrado un aumento significativo en los rendimientos de este cultivo. Mediante la implementación de tecnologías que contrarrestan los efectos negativos del viento y el déficit hídrico, los agricultores han experimentado un incremento notable en la productividad, pasando de 6,8 toneladas por hectárea a más de 40 toneladas por hectárea. Este logro ha transformado la capacidad productiva de la región y ha sentado las bases para un futuro prometedor en la agricultura de papas.
Además, el programa “Transferencia y aplicación de tecnologías para potenciar la producción de papas en la agricultura de Magallanes (papa II) 2”, ha desempeñado un papel fundamental en el suministro de semillas certificadas y tecnología agrícola a los agricultores de la región. Los productores, incluidos aquellos ubicados en áreas remotas como Puerto Edén y Puerto Williams, han tenido acceso equitativo a semillas certificadas y han podido proteger la sanidad de sus cultivos. Asimismo, se ha fortalecido la cooperación con la cooperativa Campos de Hielo de Puerto Natales, generando una cadena productiva comercial que ha permitido la comercialización de papas regionales en grandes cadenas comerciales, aportando valor agregado a los cultivos y promoviendo el desarrollo económico local.
Los resultados de estos programas son evidentes en las estadísticas de producción. En la actualidad, la región produce alrededor de mil 400 toneladas de papas de consumo, un incremento sustancial en comparación con años anteriores. Este crecimiento ha consolidado a la zona como una de las regiones productoras de papas más importantes del país, contribuyendo a la seguridad alimentaria y la soberanía regional.
El cultivo de papas ocupa el primer lugar en la región en cuanto a superficie, reportándose en la actualidad 31 hectáreas establecidas (Ine, 2022). El último reporte, a pesar de presentar cifras subestimadas, da cuentas de una recuperación en la producción regional gracias a los Programas desarrollados por Inia Kampenaike. Se estima que actualmente habría más de 56 hectáreas plantadas con papas en la región (la superficie el año 2015 llegaba sólo a 13 hectáreas.
El programa “Recuperación de la producción y sanidad de la papa en Magallanes” logró aumentar los rendimientos de papa de 6,8 t/ha a más de 40 t/ha, a través, de la implementación de tecnología que permitió disminuir los efectos negativos del viento y déficit hídrico.
El programa “Transferencia y aplicación de tecnologías para potenciar la producción de papas en la agricultura de Magallanes” desarrollado y ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia), ha entregado material genético certificado a un promedio de 362 productores al año.
La oferta suministrada a través del Programa permite que pequeños productores de toda la región cuenten con semilla certificada de papa, eliminando la barrera de acceso por ubicación geográfica, pues localidades tan alejadas del centro de producción regional como Puerto Edén y Puerto Williams han dispuesto de semilla certificada para realizar su cultivo, lo cual tiene tanto un valor social y productivo, como de protección fitosanitaria para la región.
A través de un aumento en la superficie del semillero de una a 4 hectáreas, se logró producir y entregar 130 toneladas de papa semilla entre las tres temporadas, posibilitando cultivar aproximadamente 43 hectáreas de papas para consumo.
El programa papa abastece de semilla de alta calidad y de las variedades más apetecidas por los productores y verdulerías (Patagonia Inia, Puyehue Inia y Yagana Inia) al 100% de los agricultores usuarios de Indap y otros pequeños no usuarios de la región.
El programa consideró el desarrollo de un sistema de riego por aspersión para el control de heladas en el cultivo de papas y la implementación de un sistema de alerta temprana de heladas que permite a los agricultores proteger sus cultivos con sistemas eficaces y validados durante el desarrollo del mismo programa.
Mantener la
soberanía alimentaria
Los problemas sociales ocurridos en 2019, la expansión del coronavirus en 2020 y el bloqueo de rutas por manifestaciones en Argentina el año 2021 dejaron a la región en una posición compleja de desabastecimiento. Supermercados, negocios y verdulerías presentaban sus góndolas vacías, y la actual alza de precios en los alimentos empuja a que los hogares reduzcan el consumo de carne y pescado, optando por productos de menor costo y quizás menos nutritivos.
En su conjunto, el impacto de la pandemia ha aumentado la incertidumbre de abastecimiento y recuerda la importancia de asegurar la alimentación de todos, y lo primordial de mantener la soberanía alimentaria, especialmente cuando las fronteras se restringen y la región debe ser capaz de abastecerse. Por ello, es necesario mantener y seguir ejecutando en forma continua programas de transferencia y desarrollo, para lograr una intervención real y completa en el sector productivo.
Inia Kampenaike destaca que el logro de ambos programas financiados por el Gobierno Regional no habría sido posible sin el trabajo de Carolla Martínez Aguilar, ingeniera agropecuaria e investigadora de ese organismo, junto a su equipo conformado por Nicolás Ojeda, Juan Colian y Fernando Delgado.