Nosotros y el medio ambiente
En el pasar de los días vamos experimentando de modo sorprendente el cambio climático y sus efectos en nuestra Patagonia: estamos casi a mitad de junio y aún no cae nieve, y lo habitual era que la primera nevada cayese a fines de abril o comienzos de mayo. En lugar de la nieve ausente, ahora llueve bastante y el típico frío seco de Punta Arenas -que nos protegía de los resfríos- ha dejado paso a un frío húmedo que penetra hasta los huesos y tiene resfriada a media ciudad. Incluso, aparece un fenómeno que antes era raro, como es la húmeda neblina. Las palas para la nieve están guardadas y sin uso hace tiempo. Los trineos con que niños y jóvenes jugaban, hace años que están entre los cachureos de las casas, y la antigua laguna de patinar ya es parte de las fotos de los museos.
Bueno, resulta que el lunes pasado, 5 de junio, se conmemoró el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por las Naciones Unidas hace 50 años para desarrollar la conciencia y responsabilidad en el cuidado del medio ambiente, y si bien acá hubo algunos actos conmemorativos, algunos textos periodísticos y acciones educativas en algunos colegios, para buena parte de la gente, ese día pasó sin pena ni gloria.
Parece que no nos hemos dado cuenta que vivir en la Patagonia es un tremendo privilegio, pues uno de los mejores atributos de la región son nuestras bellezas naturales, que hacen posible todo el movimiento económico vinculado al turismo. Cada año son miles de personas que vienen a conocer nuestras bellezas naturales y a gozar de nuestra -todavía- relativa calidad medioambiental. Por eso, vivir en la Patagonia es un privilegio y, al mismo tiempo es una gran responsabilidad en el cuidado de nuestro medio ambiente. Privilegio de vivir en medio de tanta belleza y responsabilidad de su cuidado.
Por eso, necesitamos educarnos en el cuidado del medio ambiente, y enfrentar cualquier actitud irresponsable que lo destruya o contamine. En este asunto no es posible la negación del problema, la indiferencia o la resignación. No somos los dueños de ciertos “recursos naturales”, sino que somos los custodios de la maravillosa obra creadora de Dios. La tierra, el aire, el agua, la biodiversidad, no son recursos naturales, sino que son bienes comunes.
Pero hay necesidad de una toma de conciencia aún mayor, porque cuando hablamos de medio ambiente, tendemos a pensar en algo externo a nosotros, en el entorno natural, sin darnos cuenta que nosotros somos parte del medio ambiente. El Papa Francisco lo dijo con mucha claridad en su carta sobre el cuidado de la Casa Común: “cuando se habla de ‘medio ambiente’, se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella”. Quizás no nos hemos dado cuenta, o no le hemos tomado el peso, al hecho de que el medio ambiente no es, simplemente, el entorno natural, sino que nosotros somos parte de ese medio ambiente y toda nuestra vida depende de esos bienes comunes que los seres humanos deterioramos, depredamos y destruimos, en lugar de cuidar y cuidarnos.
El obispo de Aysén, Luis Infanti, en el acto que realizaron en Coihaique para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente señaló: “La madre Tierra, sin los seres humanos puede vivir fecunda y armónicamente. Pero los seres humanos, sin la madre Tierra y todos sus elementos (tierra, agua, aire, alimentos, energía, animales, plantas, etc.) no podemos vivir. Sin embargo, de manera irresponsable e inmoral, los seres humanos ponemos en grave peligro nuestra misma vida, al destruir los bienes de la Creación a un ritmo más acelerado de lo que el proceso natural de la Creación puede dar. Entonces percibimos claramente que la crisis ambiental tiene su origen en una crisis de civilización, que sangra en crisis éticas, sociales, políticas, económicas, energéticas, culturales, religiosas, educativas, morales, jurídicas, tecnológicas, comunicacionales, científicas, etc. y como ‘todo está conectado’, la crisis ambiental y la crisis humana, son una sola crisis, de la cual nadie se salva sólo”.
Entonces, ¿no le parece que es algo para tomar en serio?, ¿no le parece que necesitamos una solidaridad nueva con el medio ambiente del cual formamos parte?, ¿no le parece que necesitamos una verdadera conversión ecológica? Al final, es una cuestión de sobrevivencia.