Antonio Radonich Scarpa, precursor del cine en Magallanes y uno de los pioneros a nivel nacional
Escribimos esta semblanza a sólo días de que Porvenir conmemore 129 años de existencia. Recordemos que fue fundado el 20 de junio de 1894 por el Presidente de la República Jorge Montt Alvarez con un decreto que reservaba mil hectáreas para levantar una nueva población a orillas del estrecho de Magallanes en la isla de Tierra del Fuego.
No nos cansamos de admirar la belleza arquitectónica de Porvenir. En verano y en invierno, inclusive, es más fácil contemplar aquellos detalles que hacen de esta pequeña ciudad un verdadero refugio ubicado al fin del mundo. La singularidad de este lugar lo advirtió en su momento el cosmonauta soviético Alexei Leonov cuando visitó Magallanes a comienzos de diciembre de 1966. En una visita relámpago al mirador del cerro de la Cruz recordó lo aprendido en la escuela primaria en su Rusia natal. En época de calor, el sol parece ocultarse al final de Tierra del Fuego como si estuviera envolviendo la isla; al revés, en tiempos de invierno, la isla, con Porvenir en sus entrañas, parece emerger con toda su luz en el estrecho semejando a un fantasma.
Muchas veces nos preguntamos qué debe hacer Porvenir para emprender el vuelo y ser verdaderamente una ciudad grande e importante. Decimos esto, porque imaginamos que sus habitantes, -las antiguas y las nuevas generaciones-, no deben siquiera sospechar el esplendor que tuvo el pueblo en buena parte de su historia.
Por de pronto, todos los libros de historia, las publicaciones de diarios y periódicos que conocemos, señalan que Porvenir disfrutó a principios de siglo XX de una intensa actividad comercial. Alrededor de 1900 ya existían los almacenes de Covacevic y Cvitanic, la firma de Durand e Iglesias y el establecimiento panadero de Andrés Manacorda. Más tarde surgió la “Feria el Cóndor”, de Luis y José González. Cuna de emprendedores y de gente de empresa, Porvenir se ufanaba ya en 1905, por disponer de una escuela mixta. El desarrollo de la instrucción pública siempre fue una de las mayores preocupaciones de las autoridades comunales.
Había algunos hoteles como el “Alemán” y el “Tierra del Fuego”, éste último creado en 1922. Al mismo tiempo, que aparecían las primeras boticas o farmacias, “Santiago” y “La Corona” en 1923 y 25 respectivamente, Porvenir establecía su propio servicio de alumbrado eléctrico. En esta línea de innovaciones para la época, y por iniciativa de los propios vecinos, se inauguró en 1930 la Compañía de Teléfonos de Tierra del Fuego que llegó a contar con una red urbana de 43 mil metros lineales y 75 kilómetros de red rural, lo que hizo factible la incorporación al sistema de discado de las numerosas estancias diseminadas a lo largo y ancho de la isla.
Escenario de contradicciones permanentes, Porvenir es el único pueblo donde sus calles principales llevan la denominación de los primeros gobernadores del territorio: Silva, De la Rivera, Santos Mardones, Muñoz Gamero, Philippi, Schythe, Riobó, Viel, Dublé Almeida, Wood, Sampaio, Valdivieso, Briceño, Señoret, Guerrero Bascuñán, Bories, Fuentes Manterola. Recordemos que una arteria estratégica es Juan Williams, de 50 metros de ancho.
No debemos olvidar, que Porvenir fue conformado en sus comienzos, por gente de diversas nacionalidades. Al respecto, Lautaro Navarro Avaria en el Censo general del territorio de Magallanes (1906) nos indica que Porvenir totalizaba una población de 519 habitantes, de los cuales, 223 eran chilenos y 296 extranjeros, estos últimos, divididos en quince nacionalidades. Las más numerosas, eran la colectividad yugoslava con 187 integrantes y la inglesa, con 45 miembros.
Sin lugar a dudas que otra de sus particularidades, lo constituye su bella Plaza de Armas que rinde honores al mayor héroe de la aviación nacional: el comodoro Arturo Merino Benítez. En su costanera sobresale un bello monolito erigido a la memoria del Presidente Pedro Aguirre Cerda, creación de la escultora Laura Rodig, entregado a la ciudad el 9 de marzo de 1947.
A Porvenir llegaron a vivir -en distintos períodos por cierto-, dos personajes de la historia política mundial y nacional, que representaban a ideologías diametralmente opuestas. En 1933, relegado por el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma vino a cumplir su exilio forzado el líder comunista chileno Elías Lafertte Gaviño. Décadas más tarde, huyendo de la justicia internacional se asentó en aquella ciudad uno de los mayores criminales de guerra que haya conocido la humanidad. Walter Rauff, miembro del Partido Nacionalsocialista Alemán, acusado de la muerte de cientos de miles de personas en la Segunda Guerra Mundial vivió y trabajó tranquilamente en Porvenir a lo menos, entre 1964 y 1968.
No es de extrañar entonces, que en este escenario prístino, lleno de complejidades, de historias inconclusas, de mitos y leyendas, un hombre haya elegido vivir y morir en Porvenir como si se tratara de cumplir con una predestinación. Seguramente para Antonio Radonich Scarpa -nacido en Porvenir el 6 de noviembre de 1899-, aquella ciudad contenía los símbolos que aseguraba una redención. Y no era para menos. Se trataba de un artista solitario y anónimo que sin estridencias, quitado de bulla y desprovisto de egos y ambiciones personales, había sido el verdadero precursor del arte cinematográfico en Magallanes y uno de los pioneros del cine en Chile.
Al principio fue
la fotografía
De repente, en plena adolescencia, Antonio Radonich comenzó a experimentar una curiosa atracción por el proceso del revelado fotográfico que realizaban distintos artistas avecindados en Magallanes. Transcurría el invierno del año 1916. Los ojos de todo el mundo estaban pendientes de lo que acontecía en la gran guerra europea. Los diarios de Punta Arenas editaban periódicamente noticias sobre la contienda bélica y con los pormenores del rescate por parte del piloto chileno Luis Pardo Villalón al mando de la escampavía “Yelcho”, de la expedición de Ernest Shackleton y sus 22 tripulantes abandonados en la isla Elefante en la Antártica.
Si bien, Radonich era un joven idealista y soñador, comprendía perfectamente el papel preponderante que jugaba nuestro territorio y el estrecho de Magallanes en particular, como puerta de entrada a los principales adelantos científicos y tecnológicos. En su niñez, antes que el gobierno de Ramón Barros Luco instalara la Aduana en Punta Arenas, vio, cómo cientos de embarcaciones navegaban por este paso casi obligado, para recalar finalmente, en los muelles locales despachando sus especies y mercaderías.
Tres aspectos sedujeron a Radonich del proceso de revelado fotográfico: el maravilloso paisaje magallánico, las imágenes que daban cuenta de los trabajos de prospección aurífera en Tierra del Fuego, y, principalmente, la especial belleza y elegancia de las mujeres de aquella época. Por aquel entonces, asistía a todas las funciones que ofrecían los cines “biógrafos” de Punta Arenas, el “Royal”, ubicado en Valdivia (José Menéndez) Nº812, donde por muchos años estuvo el garaje Rossier y el “Alhambra”, también en calle Valdivia, donde hoy se encuentra el Hotel Savoy, que exhibían películas silentes o mudas. Un filme que lo influenció sobremanera fue “La moneda rota”, serie de 22 episodios dirigida por Francis Ford con la actuación destacada de Eddie Polo en algunos capítulos.
De esta manera, Radonich decidió conseguir una máquina para proyectar cintas. Necesitaba sentir la adrenalina que adquieren los directores de películas cuando contemplan las reacciones del público ante el estreno de una obra. En los salones del Hotel “Belgrano”, ubicado en la intersección de Pedro Montt con O’Higgins, exhibía diariamente cortos a los pensionistas del recinto, material que arrendaba al señor Liley propietario del “Alhambra”. Fue su debut detrás de una cámara.
En 1917, con ayuda de familiares y amigos, Antonio Radonich se abocó a conseguir una máquina filmadora francesa marca “Pathé Freres” de 35 milímetros, considerada como la mejor del mundo en aquellos tiempos. Había decidido hacer cine.
Primeras películas
Es en este momento en que coincidieron las figuras de José Bohr y de Antonio Radonich. Ambos eran vecinos y vivían con sus padres en pleno centro de Punta Arenas. No está muy claro en qué momento se produjo el primer encuentro entre ellos, salvo que Bohr ya trabajaba para la sección marítima de la firma Menéndez Behety.
Todo hace suponer sin embargo, que fue Radonich y no Bohr, -como mucha gente supone erróneamente-, quien propuso la idea de filmar escenas de la vida común que dieron vida al primer noticiero audiovisual con que contó el territorio: las “Actualidades de Magallanes”. En este sentido, es bueno tener en cuenta lo que el profesor Carlos Garay Miranda escribió en la página 281 de su libro “Porvenir un paseo histórico por la Tierra del Fuego chilena” donde asegura que, “Radonich se caracterizó por su dinamismo y creatividad para ejecutar proyectos de diversa índole y, en particular, por su afición a la cinematografía”.
El propio Radonich solía recordar a menudo, que tanto él, como su socio, (Bohr) no tenían formas de “conseguir celuloide”. Frente a esas dificultades, nuestro biografiado tuvo al parecer, una feliz ocurrencia. Pidió prestada una trama de película de las que no se usaban en los cines, quitando el color y dejándola en blanco. A continuación, recortó otras pequeñas partes de películas Kodak y en un cuarto oscuro, le adhirió la emulsión, para luego, dejarlas secar formando así un rollo de unos cinco metros. Así nació, como reconoció el mismo Antonio Radonich al periodista Juan Andrés Sepúlveda, en entrevista exclusiva otorgada a La Prensa Austral en mayo de 1966, la primera película filmada en Magallanes. “Fue un pasaje descriptivo del muelle del puerto. Esta primera prueba fue desarrollada en una cubeta. El resultado fue satisfactorio”.
En tanto, José Bohr en la página 20 de su libro autobiográfico ¡Luz! ¡Cámara! ¡Acción! de 1976 confirma plenamente el relato de su amigo:
“Metidos en un cuarto oscuro, después de haber lavado totalmente una película usada y dejarla transparente, cortamos en la oscuridad con tijeras, pedazos de película virgen de los rollos que se usaban para las máquinas fotográficas. Con paciencia jobeana cosimos con hilo los pedazos de película sobre la tira del film lavado”. En seguida, un Bohr eufórico, parece reconocer la habilidad de Radonich en el manejo de cámara:
“Antonio, maestro ya de la lente, enfocó…Le dio a la manivela y… terminamos los cincuenta centímetros de películas que habíamos ‘manufacturado’. Rápidos a nuestro laboratorio. Gritar de entusiasmo al ver que sí, sí habían salido cuadritos y que reproducían nuestro muelle de pasajeros, creo que golpeado por las olas. ¡Ahora ya teníamos cine!”
Esta primera película realizada en Magallanes fue estrenada en el teatro “Royal” el viernes 28 de marzo de 1919. Al mismo tiempo en que se consumaba este hito histórico, se consagraba la sociedad “Magallanes film”, una productora regional, propiedad conjunta de ambos jóvenes. Los periodistas del diario El Magallanes que vieron una función reservada los días anteriores al estreno en el “Royal”, publicaron una nota en el decano, el 27 de marzo, que decía:
“Si bien es cierto que esta cinta no es una gran obra de arte, dado el espíritu de ella, no por eso deja de demostrar el esfuerzo de los jóvenes señores José Bohr y Antonio Radonich, para lanzarse de lleno a una empresa considerada hasta hace poco tiempo como utópica”.
“Como por un tubo”
Una de las certezas más difíciles de obtener, es determinar cuánto tiempo duró en funcionamiento la “Magallanes film”. O dicho de otra manera, cuánto tiempo duró la sociedad Bohr-Radonich.
De acuerdo con el trabajo de investigación de Antonia Krebs, Valentina Mac-Pherson, y Arturo Ibáñez, dirigido por Ronnie Radonich (efectuado mientras se ejecutaban las obras de recuperación del cinema “Porvenir”), se puede concluir en primera instancia, que el dúo trabajó en conjunto desde fines de 1918 hasta abril de 1920.
Después que la “Magallanes film” produjera el tercer capítulo de las “Actualidades”, Bohr y Radonich buscaron apoyo económico en distintas casas comerciales con el objeto de ofrecerles hacer una película que muestre los negocios, los avances industriales y económicos del territorio. Según el informe de Ronnie Radonich, más de 20 empresas y negocios decidieron participar del proyecto, como la Sociedad Menéndez Behety, la Casa Comercial Brickmann, tiendas “La ciudad de Londres” y “A la ciudad de Pekín”, los hoteles “Progreso” y “Cosmos”, la estancia Puerto Porvenir, e Imprenta Croata entre otras.
Se consiguió un presupuesto que permitió filmar en Punta Arenas, Porvenir e isla Dawson. El resultado se tradujo en la cinta estilo documental “Magallanes Comercial, Industrial y Ganadero, primera serie”, estrenado el 29 de octubre de 1919. Con 700 metros de película, fue el mayor metraje producido hasta ese momento en el territorio y puede considerarse como el primer esfuerzo por publicitar a la región.
Por los antecedentes que se han podido recuperar, todo nos indica que Bohr era el creativo, mientras Radonich era el técnico, el estilista del proceso. Por eso, no podemos sorprendernos con la exhibición de “Como por un tubo”, la primera película con temática local, hecha enteramente en Magallanes. Estrenada el 5 de noviembre de 1919 en el teatro “Royal” de Punta Arenas, la obra de 20 minutos de duración, trata las aventuras de un sastre que cree haber ganado la lotería. Se suceden varias escenas del protagonista transformado en millonario que se interrumpen, cuando al ir a cobrar el boleto, comprende que todo es falso, porque se ha equivocado de número.
La cinta viene presentada con la dirección y argumento de José Bohr; fotografía y cámara de Antonio Radonich; e interpretada por el cómico Morvello en el papel principal, junto a Teresa Castle y la participación del conocido compositor musical y folclorista, Nicanor Molinare Rencoret (1896-1957).
Una característica de las producciones de la Magallanes film, fue su humor, las notas anecdóticas, el diseño y los comentarios de los mismos autores en las películas. Esto se puede apreciar con mayor nitidez en la siguiente realización del dúo: “Los Parafinas o Noche alegre” en que parece sentirse el influjo de las cintas de Charles Chaplin. La película de 30 minutos, dirigida y protagonizada por el propio José Bohr, con una producción de Antonio Radonich y un elenco conformado por Teresa Castle, Juan Bernacchia y Nicanor Molinare, fue estrenada, en los teatros “Royal” y “Municipal” de Punta Arenas. La trama cuenta la noche de bohemia de un hombre que al dormirse en el cabaret “El poroto ensartao” sueña con situaciones tragicómicas como persecuciones en auto, disparos, la instalación de una bomba en el cuartel de policía, entre varias acciones. El diario El Magallanes, en su edición de presentación de la obra el 28 de enero, expresó:
“Llama la atención a esta película local, la nitidez de la fotografía, su presentación bastante acabada y la bien combinada continuación de cada una de las escenas. Los letreros de las mismas son también bastante notables debido al buen tino con que han sido seleccionados y colocados”.
Mencionamos las dificultades que debieron sortear para terminar las producciones. El cuarto oscuro era el baño de los padres de Antonio; la tina, servía para el revelado de las películas (finaliza el próximo domingo).