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Los días/luz más cortos

Por Alfredo Soto Martes 20 de Junio del 2023

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Profesor Alfredo Soto Ortega
Gaia Antártica Umag

Los días con menos luz son siempre algo de cuidado, sobre todo cuando nos acercamos al polo. En Magallanes, a diferencia de lo que piensa la persona que se acerca como turista, la primavera tiene mucha nubosidad, y el verano ofrece condiciones muy cambiantes. En otoño e invierno, en cambio, está mucho más despejado, y es un momento ideal para visitar los entornos montañosos y conocerlos de una manera diferente. Conocer la estación. Para entender el otoño y el invierno hay que conocerlo, y si bien, viviendo en Magallanes esto puede sonar intimidante, la única desventaja insalvable que se tiene es que los días son inevitablemente más cortos. Por eso, la planificación se vuelve algo fundamental: hay que saber bien en qué estado están los accesos a los lugares de actividad y tener informes de meteorología que estén muy bien acotados. Recomiendo contar con un equipo de comunicaciones y tener al menos un contacto, fuera de la actividad misma, que te apoye con un reporte en las condiciones atmosféricas, hay que agregar este hábito.

En actividades en terreno, los días cortos significan que las actividades son prolongadas en términos de días; y que a veces también se pueda considerar la noche como un espacio para avanzar, sobre todo si hay buen tiempo y luz de luna; ¡Aquí a las 4 y media de la tarde está oscuro! Si tenías planificado llegar con luz de día y se va la luz solar, empiezas a jugar con los tiempos, ya que al escapar de lo presupuestado muchas veces se sale de los protocolos de seguridad. La importancia del refugio. Aquí es fundamental que los integrantes de una actividad en terreno tengan experiencia. Con lluvias intensas o nieve profunda, hay que hacerse amigo de estos elementos, pues son la que te permite vivir en este ámbito. Hay que saber armar un refugio, y a veces habilitarlo para poder quedarse unos días, porque te puede pillar una mala condición atmosférica, obligándote a dejar los refugios y buscar la protección de un refugio natural que ya esté en condiciones de habitarse. En cualquier caso, cualquier campamento requiere de implementos como  palas adecuadas, así como elementos que te permitan hacer murallas para protegerte del viento y poder mantener los refugios protegidos.

La navegación en términos de orientación por un mundo con poca luz, confiar ciegamente en un GPS puede acarrear problemas, en cambio los métodos tradicionales y el propio compás interno es algo que se puede entrenar… ¡y nunca se va a quedar sin batería! A veces, por ejemplo al entrar y salir de un sector, se puede ir dejando señales que asegure el retiro de las mismas. Así que hay que ser muy disciplinado, y entrenar sensibilidades y entender las condiciones en que estamos. Al moverse por terrenos helados hay que evitar la pérdida de calor por contacto con hielo o nieve o el agua; podemos hacer uso de nuestra mochila como asiento o improvisar sillones con algunas estacas, usar nuestra creatividad para generar espacios que nos den comodidad sin enfriarnos. Al caminar uno va generando calor, y ese calor hay que evitar que escape por las “chimeneas” naturales que tenemos: manos, cabezas y pies. Con esas chimeneas cortadas, no hay escapes, pero tampoco al punto de humedecerse por dentro; yo recomiendo por ejemplo ir jugando con una “pasamontañas”, que puede ir controlando la apertura y ventilación de la cabeza. En la naturaleza, una persona sin experiencia se encuentra consigo misma y empiezan a aflorar cosas distintas a lo que uno le conoce, es lo que se denomina “El equipaje invisible”, tema a tratar en otra columna.

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