El aporte de los inmigrantes vascos y navarros en Magallanes
Ernesto Fernández de
Cabo Arriado
Coordinador del CRA
Liceo Sara Braun
En número de inmigrantes españoles en Magallanes debió ser del orden de 1900 a 2000 individuos. Teniendo como base la cantidad de anotados en el Registro de Súbditos Españoles del Vice Consulado de España en Punta Arenas, entre 1898 y 1924, podría indicarse una cifra de 3.000 personas como cantidad posible de españoles inmigrados en la Región de Magallanes. Lo cierto es que fue la segunda en importancia después de la croata en términos cuantitativos.
El proceso de inmigración española hacia la Patagonia se lleva a cabo desde fines del siglo XIX hasta 1980-90 y obedeció a diversas motivaciones. Del total de españoles registrados en el Vice Consulado Español de Punta Arenas el 82,9% ingresaron en el periodo comprendido entre 1905 y 1924.
Las motivaciones por las cuales llegaron a América y en particular a esta tierra austral obedece a un fenómeno inmigratorio europeo a América, donde las condiciones sociales y económicas en el viejo mundo eran malas y por lo tanto las perspectivas de forjarse una mejor vida eran muy difíciles, sumado a esto el fantasma de la guerra hizo que muchos vieran la posibilidad de emigrar al Nuevo Mundo aun cuando para muchos con un dejo de tristeza, con todo lo que significaba dejar lo que se amaba.
En lo que se refiere a la época de la llegada a Magallanes cronológicamente, el grueso del contingente inmigrante lo hizo entre 1901-1920, con énfasis particular durante el lapso 1906-1914, segundo en orden de importancia los períodos comprendidos entre 1921 y 1940, 1870-1900, y 1940 en adelante.
Rafael De la Presa Casanueva, autor de la obra: “Venida y Aporte de los Españoles a Chile Independiente”, Santiago de Chile, 1978 señala algunos motivos de la venida de los españoles a Chile:
“(…) Pero hay una causa de la venida de españoles que aunque no puede imputársele exclusivamente a la política la que en mayor número ha proporcionado es una indirecta consecuencia de ella y la que ha sido la que en mayor número ha proporcionado a Chile un importante y muy benéfico aporte humano: la de los hijos de pequeños propietarios, especialmente del norte de España (Asturias, Galicia, Santander, La Rioja, Vascongadas, León, Cataluña, Aragón, etc.) cuyos padres para evitar ser reclutados forzosamente por uno u otro bando que se disputaban la corona o el poder, los enviaban a la tierra de promisión de América antes de que alcanzaran la temida edad militar. Aquí eran acogidos por parientes y amigos compatriotas en cuyas empresas se integraban y, junto con aprender los secretos del comercio o la industria, se labraban un porvenir que, muchas veces, era el de continuar con el negocio en que se habían iniciado (…) Pasadas las guerras civiles con el término de la última provocada por el carlismo (1875), vinieron los compromisos de España en Cuba, Filipinas y Marruecos que estimularon indirectamente la llegada de esos casi adolescentes hispanos, de familias apegadas a la propia tierra que así se salvaban de un extenuante, interminable y peligrosísimo reclutamiento. Sólo en 1930 se terminó esta grave amenaza para la juventud hispánica. Y, finalmente, hubo también otro motivo que lanzó españoles a la aventura americana: la búsqueda de oportunidades de mano de obra que, en su patria no la tenían. Este fue el que dio la más alta proporción de inmigrantes a las naciones que, como Argentina fomentaban la incorporación de extranjeros”.
Lo cierto es que el fantasma de la guerra, el servicio militar y las malas condiciones económicas ya que las familias en Navarra y en el País Vasco eran numerosas y no podían sustentar el peso que significaba una boca más para el sustento familiar, hacen que los y las jóvenes dejen su hogar y emigren a las ciudades más grandes para servir como empleadas domésticas, niñeras, cocineras, etc. y algunas no pocas hacerse religiosas y los hombres buscar empleos menores y decidir hacerse curas.
De la corriente española provinieron de distintas regiones de la península ibérica, pero sin lugar a dudas en particular del norte: Galicia, Asturias, León, Cantabria, Vasconia, Navarra, Aragón y Cataluña. De todas estas partes el contingente mayoritario provino de Galicia y Asturias.
No sólo Galicia y Asturias
Cuando se estudia la inmigración hispana en Magallanes resalta nítidamente el elemento gallego y asturiano por lo cuantitativo y obviamente por su aporte al desarrollo de Magallanes. Sin embargo, hubo otros españoles que contribuyeron al progreso de esta tierra, aun cuando la inmigración fue mucho menor en cantidad que las regiones de Asturias y Galicia, no por ello su labor fue poco significativa.
Según la investigadora Josefina De Carlos quien se ha dedicado a la investigación sobre los navarros y vascos llegados a Magallanes, el elemento vasco fue superior en cantidad al navarro, en sus estudios tiene hasta el momento consignados alrededor de 69 vascos (as) y 28 navarros (as). Por antecedentes recabados, se supone que el primer navarro llegado a Magallanes sería Juan Irañeta Goñi, nacido en Araquil (Huarte), quien habría llegado hacia 1880, se casó con María Nieves González Navarro. Tuvo un indio ona dado para trabajar. Irañeta falleció en 1899.
Revisando la documentación de los registros de la Sociedad Española de Socorros Mutuos encontramos inscritos a los siguientes inmigrantes navarros: Aristizábal, Arrivillaga, Aspiroz, Astiz, Azpilcueta, Bueno, De Carlos, Divasson, Jabat, Landa, Leoz, López, Maeztu, Miguel, Nuin, Otermin, Rada, Ruiz, Santesteban, Senosiain, Sirón. Los pueblos, municipios, villas y poblados de donde son originarios son: Araquil, Arriba, Berbinzana, Cáseda, Desojo, Esparza de Galar, Huarte, Lazaguría, Mirafuentes, Murillo del Fruto, Nazar, Obanos, Ochovi, Peralta, San Martín de Unx, Ujué.
Dentro de los primeros vascos asentados en Magallanes -sin descartar que pudo ser el primero- se encuentra el comerciante José Barrenechea Unanue. Tomando varias fuentes de información de los vascos asentados en Magallanes encontramos los siguientes apellidos: Aguirre, Alonso, Andía, Arecheta, Arriola, Barbería, Barrenechea, Bilbao, Calvo, Egusquiza, Elzo, Escobal, Fernández, Gallardo, Godón, Goicochea, González, Hoyos, Iriarte, Leiros, López, Martínez, Menchaca, Mendizábal, Ojinaga, Ortúzar, Pastor, Pérez, Ruiz de Alegría, Salaverri, Seisus, Solabarrieta, Trueba, Uresandi, Uriarte, Usabiaga, Veraza, Vidarte, Zurutuza.
Los municipios, distritos, poblados, villas y barrios de los vascos llegados a Magallanes son: Abando, Amurrio, Arragua, Ataun, Ayala, Baracaldo, Barrika, Beasain, Deusto, Elgóibar, Ezquioga-Ichaso, Fuenterrabía, Gallarta, Guecho, Guernica, Las Arenas, Legazpia, Salinas de Léniz (Leintz Gatzaga), Mallavia, Portugalete, Salvatierra, Santurce, Sestao, Urdúliz, Vitoria.
En la incipiente ciudad de Punta Arenas, a fines del siglo XIX y principios del XX, el aporte de vascos y navarros a la industria, comercio y oficios está consignado en el Rol de Avalúos de 1898 y 1899 y en el Censo de Navarro Avaria de 1908. Según datos del Rol de Avalúos de 1898 y 1899 figuran los vascos Lino Pastor y Victoriano Ortúzar en los rubros casa de prendas y un establecimiento de expendio de bebidas destiladas o fermentadas respectivamente. En el censo de Navarro Avaria de 1908 se registra un número significativo de españoles entre los que figuran en confecciones y vestuario los navarros Esteban Santesteban con la “Peluquería Española” y la panadería “La Comercial” de Ramón Jabat. También aparece la lechería del vasco Ignacio Veraza.
A continuación se entrega un listado de industriales, comerciantes y oficios de navarros y vascos asentados en Magallanes: