Cholo, el último exponente de otra época que muchos o pocos recuerdan

Hicimos un alto en el camino, literalmente, para conocer parte de la historia del amigo y compañero de José Cárdenas Cárdenas. Estamos en el kilómetro 8 sur, donde se ubica la planta elevadora de agua potable Leñadura. En este recinto, vive desde hace 25 años el caballo Cholo.

Nuestro nuevo amigo trabajó por más de 20 años para la sanitaria y hoy, en el ocaso de su vida, disfruta del afecto que a diario le entrega su compañero José, quien lo cuida y comparte sus tardes, luego de volver de sus labores como operador de la planta de tratamiento de aguas servidas de Punta Arenas, tarea que desarrolla desde hace 43 años. José está muy emocionado con esta nota. Siente que el Cholo se merece algo especial y, por ello, hoy compartimos parte de su historia.

En este lugar nació y se crió el Cholo, como le llaman quienes lo conocen. Durante dos décadas acompañó en los recorridos que debían hacer los trabajadores de Aguas Magallanes, a lo largo de la captación Leñadura y Tres Brazos. En aquella época, la nieve y la escarcha no daban tregua. Solo el Cholo podía ayudar en la tarea. En su fuerte lomo, el caballo se encargaba de hacer la faena más llevadera, cargando al jinete operador y, en las ancas, parte de las herramientas necesarias.

Cada mañana, partía una nueva aventura. Desde las 8,30, acompañados del sonido de sus pisadas en la nieve y de vaporosos relinches, la cuadrilla recorría metro a metro los 13 kilómetros de distancia hacia la captación. En total, 26 kilómetros de ida y regreso.

Hoy, el Cholo recibe cariño y dedicación. Sólo un silbido basta para llegar a paso cansino hasta su cuidador. Una manzana, un poco de pan o un delicioso fardo será la recompensa luego de una tarde tranquila y sin novedad. Su amigo José ha regresado nuevamente.

Al ver al Cholo, no pareciera estar frente a un veterano de 25 años. Un amigo más, una compañía incondicional. Tranquilo y dócil. Así es el relato de José cuando habla de su compañero Cholo. Pero el amigo cuadrúpedo también ha sacado más de un susto. Su espíritu aventurero ha hecho pasar uno que otro contratiempo a José, quien ha debido salir a su rescate tras algunas escapaditas del Cholo, muy conocido en el barrio, cuyos vecinos saben y conocen de sus aventuras y también han colaborado para traerlo de regreso al hogar.

José nos cuenta que eran cuatro los caballos que trabajaban en las faenas de limpieza. El Cholo es el último exponente de otra época que muchos o pocos recuerdan; cuando la nieve se sacaba con pala desde las puertas de las casas y la laguna de patinar era un encuentro obligado para los jóvenes de antaño. De ese tiempo es el Cholo, el amigo de José.