La gran nevazón que paralizó Punta Arenas hace 65 años
“Calamidad pública en la ciudad: nevazón”. Con este titular a todo lo ancho de su portada, el diario El Magallanes del 18 de julio de 1958 graficó una de las peores contingencias invernales que han asolado a Punta Arenas. En la ciudad se acumularon poco más de 30 centímetros de nieve.
Todo se inició el domingo 13 de julio, con una copiosa nevazón que cubrió totalmente la ciudad e interrumpió el tránsito en toda la red caminera de la región. Los periódicos daban cuenta del accionar de equipos motorizados del Departamento de Vialidad, que debieron desplegar una labor continuada para limpiar de nieve los aeropuertos de Chabunco y Bahía Catalina. Los caminos a Natales y Río Gallegos también quedaron obstruidos para el tránsito de vehículos.
Hace algunos años el historiador y Premio Nacional de Historia, Mateo Martinic, recordaba: “De lo que yo tengo memoria a mis años, la de 1958 fue la mayor nevazón que me tocó vivir concientemente”.
“Los viejos croatas siempre decían que para Santa Margarita (13 de julio) nevaba”, evoca. Para el historiador fue impresionante lo de 1958, porque a contar del día 13 nevó durante seis días seguidos todas las noches. En el día las precipitaciones paraban, pero en las noches nevaba copiosamente.
Por primera vez, se vio pasar a motoniveladoras en las calles, y hubo algunos techos hundidos por el peso de la nieve. Entre estas techumbres desplomadas figuró la de la Casa del Pueblo, sede del Partido Socialista en Avenida España Nº1047, y la de la Iglesia de San Miguel.
En aquel entonces, en la ciudad se produjo un drástico racionamiento de energía eléctrica para la mayor parte de la población. El bloqueo de nieve a los caminos de las minas del sector Lynch interrumpió el transporte de carbón y carboncillo hacia la usina generadora de electricidad de la Endesa.
Además se vieron suspendidas todas las comunicaciones aéreas y terrestres.
El viernes 18 de julio, a las 23,40 horas el transporte Micalvi de la Armada varó en los bajos frente a Leñadura, a raíz del mal tiempo reinante. En los trabajos de reflotamiento, un accidente costó la vida de un marinero del escampavía Sobenes.
Los vecinos de la población 18 de Septiembre debieron afrontar la falta de luz, agua y otros servicios, quedando aislados sin ningún servicio de carga ni góndola de movilización urbana. En Playa Norte, el fuerte oleaje inundó un sector de la población.
El alcalde Manuel Ibáñez solicitó la colaboración del Regimiento Pudeto para aliviar la situación de los barrios aislaos. De hecho, la cooperación de las Fuerzas Armadas fue un factor decisivo en aliviar a la ciudad de los efectos de la nieve caída.
La historia ha recogido la huella de otras estaciones invernales crudas: la famosa nevazón del invierno de 1907, la del año 1921, el invierno de 1937 y, más cercanamente, el “terremoto blanco” de 1995. Pero ninguno como la gran nevazón de 1958.