El rostro infaltable del cine chileno
Guillermo Muñoz
Una escena inolvidable en “La guerra de las galaxias”-hoy episodio IV- es aquella donde el joven campesino del planeta desértico Tatooine, Luke Skywalker, se asoma sobre una pequeña cumbre para apreciar el horizonte y preguntarse si existe un futuro más allá para él. Lo acompaña una melodía que sube en intensidad y que más temprano que tarde, pasaría de la melancolía a transformarse en una sinfonía épica.
De la misma forma, no cuesta imaginar al recién fallecido actor chileno Luis Alarcón, parado en la costanera de Natales, adolescente, mirando el horizonte como tantos natalinos y magallánicos lo han hecho hasta el día de hoy, haciéndose la misma pregunta.
Para él lo había. Sin apenas presagiar, pero sí intuir, este natalino que emigró a Santiago para acompañar a su padre enfermo, según cuenta el documental realizado por su hijo sobre su vida “La invención de la patria”, se convirtió en el rostro del cine chileno por casi 50 años, no por ocupar roles protagónicos- que de hecho los tuvo poco-, sino por ser un rostro infaltable en cada película de la filmografía nacional.
Desde el compañero de farra en “Tres tristes tigres” (1968), que recorre los bares santiaguinos; el juez que interroga a “El chacal de Nahueltoro” (1969); el padrastro alcohólico y sospechosamente abusador de “Palomita blanca” (1973-1992), el aristócrata padrino de “Julio comienza en julio” (1979); el homosexual ya viejo que paga por favores sexuales en “Caluga o Menta” (1990); el juez con pasado oscuro que rompe la pluma del joven ministro de la transición en “Johnny Cien Pesos” (1993). En todos estos papeles que interpretó, aunque su aparición fuera de unos pocos minutos, podía cubrir la pantalla con su presencia y los espectadores confirmar que sí, estábamos ante una película chilena. También hizo lo suyo un spot publicitario de una marca donde en una imagen más de Hollywood que chilena, Luis Alarcón interpretaba a un patriarca indígena que es superado en sabiduría por la modernidad de un neumático.
Hoy día, su rostro que, paradójicamente, se hizo popular en la telenovela “La represa” como el terrateniente despótico Roberto Betancourt, una especie de Darth Vader a la chilena, ya es sustituido por otros rostros generacionales como Benjamín Vicuña, Aline Kupenheim y Alfredo Castro, quien, otra paradoja, era quien interpretaba al hijo traumado y no reconocido de la teleserie ochentera.
Luis Alarcón se fue de Natales y al parecer nunca miró hacia atrás. En aquellos años eso equivaldría a una traición. Pero así como nunca faltó su rostro en una película chilena, tampoco de su boca faltó la palabra “Natales” cuando de entrevistas se trataba. Allí buscaba el espacio donde pudiera contar sus vivencias en el desaparecido Cine Palace de la ciudad y con una frase que se iniciaba algo así como: “allá en mi pueblo natal de Natales”.
Su retorno a Natales se dio de forma paulatina y en aumento. Su agradecimiento a su pueblo lo pagaría con una fiesta del cine que, como el origen prehistórico del llamado séptimo arte, se inaugura en una caverna. Cientos y cientos de asistentes recorrían el Monumento Natural Cueva del Milodón para ser testigos de la magia del cine que se desplegaba como una fogata entre medio de la oscuridad. Y además, premió con su presencia a Magallanes al ser parte de la película de producción regional “Gente mala del norte” (2011) del cineasta magallánico Patricio Riquelme.
El también ya fallecido productor iraní-chileno Abdullah Ommidvar -y amigo de Luis Alarcón- estuvo en Natales como invitado a la Muestra de Cine. En una jornada matinal con escaso público, arengó a quienes nos encontrábamos presentes que Natales debía construir un monumento a la entrada de la ciudad con la figura de Luis Alarcón y con una frase en lo alto que anunciara al visitante: “Si camino no hablar, ser el natalino Luis Alarcón que venir”.
El inolvidable indio Firestone con el que Alarcon hizo historia en Cannes
– El actor protagonizó el primer comercial nacional en ganar un León de Oro en el Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions.
Hace 37 años, un comercial de neumáticos de la marca Firestone, quedaría en la historia de la publicidad nacional y dejaría una huella imborrable en la carrera de Luis Alarcón, y todo gracias al personaje de un “Indio”.
El spot estrenado en 1986 y protagonizado por Alarcón, quien falleció este viernes a los 93 años, se volvió tan masivo, que incluso llegó al extranjero.
La historia mostraba a Alarcón como un indio americano que intenta cruzar una carretera, no sin antes escuchar el cemento para saber si venía algún vehículo. “Si camino no hablar, nadie ha de venir”, dice.
Sin embargo, mientras va cruzando la carretera, un silencioso auto casi lo atropella, por lo que cambia la frase a “si el camino no hablar, ser Firestone Radial Sport que venir”.
Dirigido por el cineasta Silvio Caiozzi, el clip se convirtió en la primera obra chilena en ganar el León de Oro en el Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions.
En 2019, el actor volvió a dar vida al personaje, pero esta vez junto a Gary Medel, para un comercial de Wom.
“Me lo pagaron muy bien. Así que ese indio, para mí, ahí está como monumento en la sala de los premios, adentro. Le tengo mucho cariño al personaje”, contó Alarcón en el podcast Reyes del Drama, en 2021.
La historia del actor y el personaje es muy entrañable, ya que incluso consideraba la pieza como una “pequeña obra de arte”.
“Yo a ese indio lo quiero mucho. El primer indio que hicimos con Silvio Caiozzi para mí es más que un comercial, es una pequeña obra de arte“, contó Luis Alarcón.
“Está basado en el silencio. No tiene música, no tiene locutor, no tiene nada. Al final tiene unas notitas cuando se va el indio. Bueno, con decir que ganó León de Oro en Cannes. Eso muestra la calidad del comercial”, aseguró en el mismo podcast.
¿Y cómo llegó al papel? Todo gracias al mismísimo Caiozzi.
“Yo era amigo de Silvio Caiozzi. Un día me puso al frente de una ventana para ver mi perfil. ‘Sí, puede ser…’”, recordó el actor.
“Después llamó a un casting. Y fui al casting. Estaba Pepe Soza, estaba Patricio Munster, pero aparentemente el casting lo tenía ganado yo de antes. Entonces Silvio me contrató, yo encantado, por un pago menor. En ese tiempo me parecía bien”, comentó.
El éxito del spot hizo que la cifra comenzara a subir. “Los últimos (spots) estamos hablando de millones. Y el cuarto indio, que no es último, en ese me pagaron una fortuna. Hasta yo quedé impresionado“, reconoció.