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Hacerse varón en un cuento de Piglia: el gaucho invisible

Por Francisco Farías Mancilla Sábado 19 de Agosto del 2023

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Francisco Farías Mancilla, profesional de apoyo en temáticas de “Construcción de Masculinidades” de la Dirección de Género, Equidad y Diversidad Umag

El escritor argentino Ricardo Piglia en sus clases sobre Jorge Luis Borges, se pregunta ¿cómo actúa la ficción en la realidad? En la presente columna trabajaremos con dicha interrogante, utilizando como provocación el cuento del mismo autor El Gaucho invisible, para preguntarnos por los aprendizajes que los grupos de varones aportan en las construcciones de masculinidades.

El cuento narra la historia de un gaucho –Burgos– que es invisible para sus compañeros. Independiente de sus acciones, como mostrar destrezas frente a tareas comunes, no era visto por sus colegas. Burgos llegó a tener la sensación que tenían algo en su contra. Se referían a él sólo cuando le daban órdenes. No lo incluían en las conversaciones grupales. Era completamente ignorado. Cuando sus camaradas se fueron de fiesta con mujeres de un bar en el pueblo que estaban de paso, Burgos se sintió aminorado, no logró sacar a ninguna mujer a bailar, ni pasar la noche con ella. En todos los espacios el gaucho se hacía más invisible. Sin embargo, hubo un hecho que cambió esta relación. Lo vieron, sus compañeros lo vieron.

Burgos dejó de ser invisible cuando –no le voy a contar el final del cuento para que lo busquen y lo lean– encontró los códigos del grupo de los otros varones. ¿Cuál era ese código? La crueldad. El sometimiento de otros seres sobre los cuales pudo demostrar su superioridad. Porque convengamos, de eso se trata la promesa de la masculinidad: hacer(nos) creer que nuestra estabilidad psíquica y social depende del poder que ejercemos sobre otros para demostrar que somos varones de verdad. Para ello los otros varones son fundamentales por tres razones.

Uno) ¿Qué aprendemos los varones con otros varones sobre masculinidades? A través de los juegos en nuestra niñez nos socializamos mayoritariamente en la competencia en desmedro de la colaboración o el apoyo mutuo. También aprendemos sobre sexualidad, por ejemplo, mediante la validación de ciertas prácticas que posicionan a la heterosexualidad como única posibilidad. El grupo de varones será una fuente relevante para que los varones aprendan lo que se espera sobre sus identidades de género.

Dos) El uso de la violencia como recurso de legitimación de las masculinidades. Cuando nuestra hombría es puesta en cuestión en diversas situaciones cotidianas, los varones podemos acudir a una fuente para demostrar que seguimos siendo varones de verdad: alzar la voz, golpear la mesa, maltratar a quienes están bajo nuestro cuidado, ejercer violencia sexual, entre otras posibilidades, son recursos que disponemos para volver a nuestro lugar de poder.

Tres) La virilidad asociada a las masculinidades requiere ser probada. Por eso el gaucho invisible, trató de pasar una serie de pruebas. Fracasó en la mayoría, sin embargo, al final encontró una puerta de entrada al mundo de los grupos de varones. Sometiendo a otros con menos poder, se puede alejar el fantasma de ser poco hombres.

A esta altura quizás más de alguna persona podría decir que estamos frente a una sobre interpretación de una obra de ficción. Sin embargo, Eagleton (1983) en Una introducción a la teoría literaria señala que una obra “se puede comenzar a vivir como historia o filosofía y, posteriormente, ser clasificado como literatura; o bien puede empezar como literatura y acabar siendo apreciado por su valor arqueológico”. Recordemos que los libros distópicos en pandemia nos parecían libros de historia.

¿Qué nos enseña El Gaucho invisible sobre las masculinidades y los grupos de varones?

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