Hija del asesinado general Carlos Prats: “Duele que aún piensen que el Golpe tuvo sentido”
Angélica Prats, hija del general Carlos Prats, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Salvador Allende, sinceró su “dolor” porque, 50 años después del golpe de Estado de Augusto Pinochet, “aún hay personas que piensan que tuvo sentido”.
“Parece que no hemos aprendido”, lamentó en una entrevista con Efe desde el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, un espacio dedicado a las víctimas de la dictadura, que exhibe un memorial en honor a su padre, asesinado años después en Buenos Aires por el régimen.
Hombre clave de Allende -fue también ministro de Interior y Defensa-, Prats es considerado uno de los pocos generales constitucionalistas hasta el final de los días del presidente.
Ayer se cumplió medio siglo del día en que Prats renunció a su cargo presionado por militares antiallendistas, en un contexto de profunda división entre el gobierno y la oposición, encabezada por el sector más duro de la Democracia Cristiana.
Dos días antes, esposas de varios generales convocaron una manifestación en su contra, que observó con “desilusión”, dice su hija, porque eran militares que nunca le habían expresado con claridad su “desacuerdo” y de quienes recibió una “falsa amistad”.
Aislado y sin el respaldo de sus subordinados, a los que previamente había solicitado su apoyo, Prats decidió dimitir y propuso su propio sucesor: “Pensó que Pinochet podría haber armonizado la situación. Eso habla de su ingenuidad”, dice Angélica.
En sus memorias “Testimonio de un soldado”, publicadas por sus tres hijas en 1984, escribió sobre Pinochet: “Creía honestamente que compartía con sinceridad mi acendrada convicción de que la caótica situación chilena debía resolverse políticamente, sin golpe militar”.
Prats, ya en retiro, pasó las primeras horas del 11 de septiembre de 1973 en casa de Angélica, que entonces tenía 23 años: “No podía creer lo que estaba pasando cuando vio a Pinochet encabezar el golpe”, rememora ella.
El 15 de septiembre, Prats partió al exilio en Argentina, pero antes envió una carta a Pinochet: “El futuro dirá quién estuvo equivocado. Si lo que ustedes hicieron trae el bienestar general del país (…) me alegraré de haberme equivocado, al buscar con tanto afán una salida política para evitar el golpe”.
Era casi la 1 de la madrugada del 30 de septiembre de 1974, cuando el auto de Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, estalló por un explosivo colocado por un agente de la Inteligencia chilena.
Ambos murieron en el acto, a los 59 y 55 años, respectivamente. En el atentado participaron seis oficiales del Ejército y tres civiles.