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La Constitución… de nuevo

Por Carlos Contreras Martes 3 de Octubre del 2023
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Ya está culminando el trabajo del Consejo Constitucional y espero que esta sea mi última columna al respecto, pues lamentablemente ha pasado a ser un tema de segunda o tercera categoría en el ámbito de los asuntos que importan al país y a la ciudadanía.

En rigor el trabajo realizado por el Consejo Constitucional, a mi juicio, ha sido intrascendente, lo que se manifiesta en diversas situaciones que son evidentes: a) no es materia de debate ciudadano lo que se resuelve en el Consejo; b) no existe liderazgo de opinión por parte de los integrantes del Consejo; c) no ha existido debate de ideas, entendiendo por tal la generación de una propuesta que se vea complementada y robustecida por las opiniones de los otros integrantes; d) aun cuando los integrantes del Consejo fueron elegidos democráticamente, al igual que el anterior intento, pero por razones distintas, los integrantes no se han legitimado ni han legitimado los contenidos de su trabajo ante la ciudadanía con la correspondiente difusión y transmisión de los mismos para un conocimiento y debate razonado en las distintas áreas de la ciudadanía como colegios, agrupaciones de interés, territoriales o funcionales, asociaciones. En resumen, este trabajo fundamental no se ha socializado ni forma parte de aquello que la ciudadanía considera necesario.

Es posible que me equivoque, pero no veo que el destino de esta propuesta sea distinto al de la propuesta anterior pues, a pesar que, como ya se dijo, las razones son distintas ya que en el primer caso fue la falta de ponderación y prudencia verbalizada y vitoreada por todos lados por parte de quienes integraron la instancia y, en el segundo caso, la imposición de una sola forma de ver la sociedad sin mayores esfuerzos por el debate los motivos que definieron el rechazo, se puede apreciar que en ambas situaciones subyace un elemento común: la soberbia de quienes fueron elegidos para el cumplimiento de esta tarea que los aleja del bien público que se busca con un nuevo texto constitucional.

Así las cosas, la pregunta que debemos hacernos es si vale la pena un tercer intento. Desde ya creo que cualquier intento por legitimar una constitución que emane de un acto democrático es vital, pero no veo que la forma de concretarlo sea con una nueva convención elegida popularmente, pues claramente no estamos en condiciones de responder a las exigencias de esta tarea que, por sobre todo implica tolerancia, respeto, diálogo razonado y capacidad de ceder en las pretensiones personales e íntimas de cada uno para ver que el mundo es mucho más variado y rico en valores, miradas y forma de vida que aquellas que sostenemos o detentamos personalmente. Quizás nunca debió plantearse esta discusión desde las trincheras de los pensamientos radicalizados, sino que, desde la perspectiva del cotidiano vivir del ciudadano común que trabaja más de ocho horas diarias, que requiere la protección social del Estado y que aspira a un poco de felicidad que no siempre encuentra su respuesta en el mercado,

Lo único que se me ocurre a esta altura es que se elija el próximo Congreso con  facultad de constituyentes para que los parlamentarios en sus campañas nos entreguen su visión de lo que quieren construir y así podamos votar con más calma y en conciencia, para que ellos generen una nueva constitución.