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El papado de Juan Pablo II: la caída del comunismo, sus visitas a la Argentina y la intimidad de su agonía

Martes 17 de Octubre del 2023

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  • El 16 de octubre de 1978, hace 45 años, era elegido para liderar la Iglesia Católica. Fue el primer Sumo Pontífice consagrado que no era de origen italiano. Cómo fue su juventud como obrero y actor en Cracovia, Polonia. Y su trabajo para impulsar la religión entre la juventud.

 

Octubre de 1978, Argentina todavía festejaba el Mundial de fútbol, mientras avanzaba la represión ilegal de los militares sobre la población civil. Ese mismo año, todo el mundo siguió por la televisión la increíble muerte de Juan Pablo I tras 33 días de Papado, y la histórica chimenea con humo blanco que indicaba la elección de un nuevo Papa para la Iglesia Católica. En este caso el habemus papa ocurrió el 16 de octubre, hace 45 años. Así, Karol Jozef Wojtyła se convertía en Juan Pablo II, el primer Pontífice que no era de origen italiano. Al momento de ser elegido tenía 58 años.

Wojtyla había nacido un 18 de mayo de 1920 en Wadowice, una pequeña ciudad cerca de Cracovia, en el seno de una familia de clase obrera polaca. En 1940, la ocupación nazi de Polonia lo obligó a interrumpir sus estudios universitarios de Letras. Los ocupantes impusieron la obligatoriedad del trabajo, lo que convirtió al futuro Papa en obrero en una cantera de piedra primero y luego en una fábrica química.

El obrero que se
convirtió en Papa

Mientras trabajaba como obrero, Wojtyla siguió formando parte de una troupe de teatro de vanguardia que actuaba en la clandestinidad, ya que representaba una forma de resistencia cultural a la ocupación y a la opresión política e ideológica del nazismo.

“Soy hijo de una Nación que vivió las más grandes experiencias de la historia, que sus vecinos condenaron a muerte varias veces, pero que sobrevivió fiel a sí misma. Conservó su identidad, no apoyándose en el recurso a la fuerza física, sino sólo apoyándose en su cultura”, sostuvo en un discurso que pronunció ya como Papa ante la Unesco en 1980.

De su experiencia fabril, conservó una gran preocupación por la problemática social y laboral. En 1979, durante una visita a México, habló frente a obreros en Monterrey. “No olvido los años difíciles de la guerra mundial durante la cual yo mismo viví la experiencia de un trabajo físico como el de ustedes. Sé perfectamente cuán necesario es que el trabajo no sea fuente de alienación y de frustración, sino que se corresponda con la dignidad superior del hombre”.

Y en la encíclica Centesimus annus (1991) advierte contra el capitalismo salvaje: “La solución marxista ha fracasado, pero fenómenos de marginalización y de explotación perduran en el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, así como fenómenos de alienación humana, especialmente en los países más avanzados”.

En 1942, Karol ingresa al seminario sacerdotal de Cracovia, que funcionaba en la clandestinidad bajo el régimen impuesto por Adolf Hitler. En 1946 se ordena sacerdote, un año después del final de la Segunda Guerra Mundial. Trabajando como religioso en la reconstrucción de su país y desde Cracovia, en 1958 es designado Obispo Auxilliar de su ciudad. Años más tarde, Pablo VI lo convierte en el Arzobispo de Cracovia.

Wojtyla fue un protagonista del Concilio Vaticano Segundo que se desarrolló entre 1962 y 1965. Durante esas jornadas se modificó el pensamiento de la Iglesia, y se hicieron reformas luego de más de 1.900 años de historia y tradición. Los cambios fueron desde la modificación del idioma latín en las misas, hasta la apertura hacia el mundo. Allí, Wojtyla formó su visión estretégica que años más tarde marcarían su estilo de conductor de la Iglesia. Tras su asunción en 1978, Juan Pablo II se convirtió en un líder espiritual y político que intervino en algunos de los cambios históricos de sus más de dos décadas de papado.

Atentado y lucha
contra el comunismo

El 13 de mayo de 1981, durante una recorrida por la plaza de San Pedro, el Papa fue baleado por Mehmet Ali Agca. Herido en la mano, el brazo y el abdomen, fue operado y sobrevivió. Su agresor nunca reveló si actuó por cuenta de terceros, lo que es muy posible considerando que el discurso de Karol Wojtyla y su influencia en el mundo molestaban a muchos. La caída del comunismo es el hecho político más trascendente de los últimos años, y el Pontífice tuvo un rol central en la apertura de Rusia, puesto que su Polonia natal padecía la rigidez de la dictadura soviética.

Como Papa, visitó la Polonia todavía comunista en varias ocasiones: en 1979, apenas iniciado su pontificado, en 1983 y en 1987. Cada uno de sus viajes fue motivo de grandes manifestaciones populares.

El Papa le dio un apoyo explícito a Solidaridad de Lech Walesa que lideraba la oposición al régimen prosoviético. Esta organización tendrá un peso decisivo en el derrumbe del poder comunista en Polonia, un hecho que marcó el inicio de la debacle de todo el bloque de regímenes dominados por Moscú y de la propia Unión Soviética.

Fue un ferviente devoto de la Virgen y un gran impulsor de la Juventud como pilar de la Iglesia. Sus jornadas mundiales siempre acercaron a millones de jóvenes a Roma.

Como sacerdote en Polonia, siempre dedicó mucho tiempo a la actividad con los jóvenes, con los que siempre tuvo cercanía. Como Papa, esta vocación lo llevó a crear las Jornadas Mundiales de la Juventud, encuentros de los jóvenes de todo el mundo con el Sumo Pontífice, de los que en estos momentos tiene lugar una nueva edición en Cracovia.

Llegó a presidir 19 de estas Jornadas, en distintas ciudades del mundo. En una tradición continuada hoy por Francisco.

Las visitas
a Argentina

Juan Pablo II fue el único Sumo Pontífice que estuvo en Argentina en dos oportunidades. La primera estuvo 30 horas en 1982, dos días antes de que se firmara la rendición en Malvinas. Cinco años después, en 1987, su visita se extendió por seis agotadoras jornadas. Visitó 10 provincias y pronunció 26 discursos.

Antes, el 22 de diciembre de 1978 el Papa Juan Pablo II realizó un dramático llamado a la paz ante el Sacro Colegio Cardenalicio de Roma, en presencia de los embajadores de Argentina y Chile.

El conflicto armado entre los dos países por la posesión de las islas ubicadas al sur del canal de Beagle era inminente. Cuando el panorama era sombrío, desde el Vaticano llegó la primera luz de esperanza para una solución pacífica.

Con apenas unos meses en El Vaticano, el Papa ofreció su mediación. Cinco días después de su pedido de paz, el 27 de diciembre de 1978 llegó a Buenos Aires el enviado del Vaticano, el cardenal Antonio Samoré, quien tuvo un papel fundamental para la solución del conflicto.

La llegada de Juan Pablo II en 1987 al país fue la culminación de un viaje que incluyó también a Uruguay y a Chile. En su discurso en la estación aérea, expresó su “profunda alegría y una gran emoción al pisar por segunda vez esta bendita tierra de la Argentina. Vuelvo ahora en visita pastoral para seguir cumpliendo la misión que el Señor me ha encomendado, de evangelizar y ser Maestro de la fe, ejerciendo a la vez, como sucesor de Pedro, el ministerio de confirmar a mis hermanos”.

A bordo del Papamóvil, se dirigió a la Catedral Metropolitana, donde saludó al clero. Luego cruzó la Plaza de Mayo hacia la Casa de Gobierno. Allí, el Presidente Raúl Alfonsín lo aguardó en la escalinata sobre la calle Rivadavia y juntos subieron a su despacho para sostener una conversación privada.

Alfonsín le obsequió un rosario confeccionado en plata y rodocrosita, la piedra nacional. En el Salón Blanco esperaban al Papa los dirigentes políticos del gobierno, las cámaras legislativas e integrantes del Poder Judicial. En sus palabras, y recordando su anterior visita, redondeó el sentido de esta presencia en el país, por “un sentido peculiar de gratitud al Señor por el don de la paz”.

El Papa se asomó al famoso balcón de la Casa Rosada y saludó a una impresionante multitud que se había congregado en Plaza de Mayo. Más tarde, sonriente por el grito de “¡Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!” que repetía la gente, marchó a la Nunciatura Apostólica, donde se alojó y tuvo un encuentro con los 65 jefes de misión del cuerpo diplomático.

En el cierre de la gira, un millón de personas lo aguardaban en la 9 de Julio para el cierre de la Jornada Mundial de la Juventud y la misa de Ramos. Fue la primera vez que un Papa no la celebró en el Vaticano. En el altar se colocó la imagen auténtica de la Virgen de Luján, que los jóvenes habían llevado en procesión desde la Basílica.

El final de
su papado

Su último combate fue la oposición a la guerra que lanzó Estados Unidos contra Irak en el año 2003. El 13 de enero de ese año, en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Juan Pablo II exclamó: “¡No a la guerra! Esta nunca es una fatalidad. Es siempre una derrota de la humanidad”. Murió dos años después, el 2 de abril de 2005.

Estanislao Dziwisz fue arzobispo de Cracovia y pasó 40 años junto a Juan Pablo II. Este religioso cuenta en su libro que el Papa sufrió durante sus últimos momentos porque ya no tenía voz y no podía dirigirse a la multitud. Sin embargo, no quiso ser internado en un hospital porque quería morir en su casa, cerca de la tumba de San Pedro.

Antes de expirar le pidió a su asistente, sor Tobiana, que lo dejaran ir con el Señor. Murió mientras le leían el Evangelio. Todos empezaron a cantar el Tedeum, no el requiem, porque no era un luto, sino un agradecimiento Juan Pablo II fue canonizado junto a Juan XXIII en una ceremonia presidida por el Papa Francisco en la ciudad del Vaticano el 27 de abril de 2014.

Infobae

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