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La vocación docente

Por Gabriela Lara Sábado 4 de Noviembre del 2023

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Gabriela Lara, académica pedagogía en
Historia y Ciencias Sociales de la Umag

Referirse a ser profesor/a en nuestro país, está sujeto a muchos puntos de partida respecto a su reconocimiento político, social y cultural. Es darnos cuenta, que los profesores son sujetos históricos que han logrado estar en la trastienda de generaciones y las transformaciones de estas mismas.

Históricamente, el día 11 de septiembre de 1943, en el gobierno radical del Presidente Juan Antonio Ríos, se instauró el Día del Profesor en Chile en memoria de Domingo Faustino Sarmiento, liberal argentino que levantó las primeras instituciones por la profesionalización docente a través de la fundación de las Escuelas Normales de Chile y de América Latina. Este hito, marcará sin lugar a dudas el apostolado docente, reconociendo así, otros espacios donde la educación chilenizó territorialidades ausentes de Estado y de cualquier figura ciudadana.

Al imponerse el régimen cívico militar en nuestro país, se modifica la celebración a un 10 de diciembre en 1974, fundamentándose este cambio en la figura de la profesora Gabriela Mistral y la obtención del Premio Nobel de Literatura. Nuevamente, la advocación tendrá un prisma sobre una figura que abrazó la educación pública, tanto tradicional y rural con todas sus fuerzas desde el Norte Grande hasta la Patagonia Austral.

Sin embargo, en 1977, la Junta Militar decide volver a cambiar esta celebración para el actual 16 de octubre, referido directamente al día de creación del magisterio; el Colegio de Profesores de Chile.

Son profundos los cambios que el profesorado chileno ha experimentado -y no solo refiero al hito de celebración- sino al desmantelamiento de nuestra profesión, pasando de un Estado Docente a uno de carácter subsidiario, perdiendo su rol de empleado público a municipal. Esta fractura, cuestionó nuestra profesionalidad tanto salarialmente, acompañada por una lamentable precarización sobre el quehacer educativo.

La vocación docente en todos los territorios requiere rigor, constancia y profunda adaptabilidad a los contextos educativos donde construimos las verdaderas máquinas para hacer volar pájaros, la sala de clase puede ser un espacio con múltiples escenografías. En estas líneas quiero relevar la labor docente rural, que hasta nuestros días ejercen una pedagogía a prueba de todo, dispuestos/as en islas, pasos fronterizos, estancias y un sinfín de espacios para así garantizar la cobertura y el acceso a la educación. 

Cambios, transformación y adaptación, serán una de las síntesis más certeras para definir a nuestra profesión, que, enmarcada en el deseo irrestricto de avanzar a una sociedad más justa y conciliadora, ha sido partícipe de los hechos más radicales de la historia presente. Sin embargo, el deseo no ha cambiado y nos sigue alentando: lograr calar en el espíritu de tantas infancias, juventudes y adultos que se acercan a un/a profesor/a con el afán de volvernos más humanos que antes.

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