El asesino
Guillermo Muñoz Mieres.
Periodista
Estados Unidos, 2023.
Director: David Fincher.
En Netflix
Así como el vino chileno es reconocido mundialmente por ser chileno, “El asesino” tiene una marca de origen que garantiza su calidad porque detrás de ella se encuentra uno de los cineastas más reconocidos de la industria norteamericana. Se trata de David Fincher, un nombre que identifica una forma de hacer cine y que como Quentin Tarantino o David Lynch no sólo tiene seguidores fieles, también cuentan a priori con el reconocimiento de la crítica especializada, lo que hace que el negocio artístico del cine sea perfecto, porque si vende, qué bueno, y si es de calidad, mucho mejor. Entonces ver “El asesino” es la experiencia de ver una película de David Fincher.
Y en su última obra, que llega a la plataforma de Netflix porque fue ella quién corrió con los gastos, se hace imposible no conectar con las imágenes y temas de sus obras anteriores, sea la ciudad nocturna y apocalíptica amenazada por el monstruo asesino perfeccionista de “Los siete pecados capitales” “Zodiac”,“El club de la pelea” y “Alien 3”; o aquella idea mayor que el costo a pagar por la modernización del capitalismo con sus rascacielos, malls y consumos incluidos sea una fisura por donde penetra la presencia del mal.
“El asesino” es una obra milimétricamente filmada, donde poco importa las no explicaciones del guión, sino cómo se cuenta y llega a puerto. Su primera secuencia es el manifiesto de principios de un sicario contratado por alguien que, a su vez, es contratado por otro. En esos primeros 20 minutos, el asesino espera a su presa, la tiene atrapada con vista telescópica, explica en off su filosofía, escucha de manera obsesiva a The Smiths y la ciudad y sus habitantes son presa fácil si quisiera, pero no se distrae, porque tiene un objetivo, por eso le pagan y por eso la frase que más se repite es apegarse al plan, no improvisar y sobre todo no confiar. Sin embargo, falla y entonces el negocio se le vuelve en contra porque muy bueno puede ser, pero por producto fallido el cliente debe ser indemnizado y eso hasta el Sernac lo sabe. Entonces llegan hasta su escondite, atacan a su pareja y él se convierte en un personaje que ha sido vulnerado.
Como el asesino de “Los siete pecados capitales” o el protagonista de “El club de la pelea” es una mente genial que no tiene identidad, por eso sus nombres cambian a través de los pasaportes falsos y tarjetas de crédito. Ahora va por venganza o quizás sólo entregando a modo de delivery el vuelto que se merecen por el producto fallido.
La película tiene cierta estética del cómic -de hecho está basado en una historieta gráfica- y se destacan momentos notables como la filosófica escena inicial de la espera, la coreográfica pelea a combos, y así entre imagen a imagen, plano a plano se reconocen la marca de origen de un cineasta que, a su manera, ha retratado y profetizado con asesinos en serie, monstruos alienígenas, militantes de sectas, un mundo donde la violencia y la advertencia de que no estamos seguros es la forma sutil de describir el apocalipsis en una ciudad que, como el asesino, parece no tener nombre.
“El asesino” puede estar por debajo de sus obras anteriores, quién sabe, al final sólo el tiempo- el mejor crítico del cine- lo dirá, pero así como el cordero magallánico es reconocido por ser magallánico. De que es una obra de Fincher, lo es.