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Nolberto Catalán Oporto: un ex líder vecinal que sigue reinando en su nuevo hogar

Jueves 23 de Noviembre del 2023

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Poly Raín
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Asus 82 años de edad, la vida del conocido ex dirigente vecinal Nolberto Catalán Oporto transcurre en una de las casas tuteladas del condominio que funciona en Avenida Eduardo Frei, entre Hornillas y Manantiales.

Su reinado como presidente de la junta de vecinos de población El Pingüino se prolongó por casi tres décadas, cargo que lo catapultó para convertirse en mandamás de la Unión Comunal Hernando de Magallanes.

Si bien algunos lo llamaban “vitalicio”, aclara que siempre fue elegido por el voto popular de sus vecinos, como una forma de premio por su sacrificado, ejemplar y transparente quehacer.

Este barrio nació en 1973, teniendo como límites las calles Eusebio Lillo, pasaje Ñandú, Ignacio Carrera Pinto y Avenida Salvador Allende, con una población de más de 3 mil personas.

A una casualidad atribuye que debutara como dirigente vecinal hace ya medio siglo.

A mediados de los setenta, y en pleno régimen militar, varios vecinos de población El Pingüino participaron en una reunión con autoridades de la época para abordar los problemas que aquejaban al sector. Catalán tomó la palabra para referirse a las materias que consideraba prioritarias. El general de Ejército que encabezaba la cita le sugirió que se convirtiera en dirigente de la población y, de esa manera, llegó a convertirse en vicepresidente de la organización social. A partir de ahí nunca más se separó de una actividad que desarrolló en forma ininterrumpida por más de 30 años.

Uno de sus grandes logros que remarca, fue que gracias a su persistencia, que el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo les pavimentara todas las calles de su querida población El Pingüino. Hasta viajes a Santiago para hablar con el ministro de entonces hubo de por medio, por lo que se jacta que esta fue la primera población en terminar, de una sola vez, con las calles de tierra.

Trabajo “a puro ñeque”

En los noventa, el libro de socios registraba 700 vecinos inscritos, asistiendo a las reuniones un promedio de 120 pobladores.

Era una época muy dura donde había que trabajar “a puro ñeque” para llevar adelante iniciativas de mejoras de viviendas y adelantos de la población. La construcción de cierres perimetrales de casas, cambios de ventanas y puertas, pintura y levantamiento de cimientos de viviendas amenazadas por las inundaciones, se financiaron muchas veces con dinero proveniente de la venta de empanadas, milcaos, y con el arriendo de la sede para bingos, casamientos y bautizos.

Uno de los proyectos más anhelados de entonces fue la construcción de una plaza, a la que bautizó con el nombre del “General de Carabineros José Alejandro Bernales”, jefe policial fallecido en un accidente aéreo en mayo de 2008 en Ciudad de Panamá.

En 2012, la Municipalidad de Punta Arenas distinguió a Nolberto Catalán como uno de los dirigentes sociales destacados de la comuna.

Ya retirado de estas lides, repasa su historia de vida, la que en los últimos años lo ha golpeado con inusitada dureza, pues perdió a su esposa Sonia Miranda y dos hijos: Angélica y Julio.

Catalán trabajó con seis alcaldes y un número similar de intendentes. Por eso, sin problemas puede asegurar: las autoridades pasan los dirigentes quedan.

A este vecino no le venían con cuentos, por algo fue reconocido como uno de los dirigentes más combativos, aunque él prefiere que le digan que era “luchador”.

Un lema que lo inspiró a ser un gran líder, fue que “en la unidad está la fuerza. La idea es que todos tiremos la carreta para el mismo lado”.

Emigró a Osorno

Luego de perder a su esposa y su hija, confiesa que “vendí mi casa en población El Pingüino, me fui a vivir a Osorno”.

Don Nolberto nació en Tegualda, en Los Muermos, Región de Los Lagos. A Magallanes llegó a la edad de 18 años. Recuerda que tenía varios hermanos en la zona, uno los cuales lo llevó a trabajar a un aserradero en Tierra del Fuego, en Cameron. Un año estuvo allá. No le gustó el campo y luego se vino a Punta Arenas, en el año ’60, donde echó raíces. Estuvo 46 años casado con Sonia Miranda, fallecida hace 15 años. “Estábamos acostados mirando televisión, cuando le sobrevino un fuerte dolor de cabeza. Cuando regreso del baño ya le había dado una trombosis”.

Sonríe al señalar que “acá donde estoy ahora (condominio de casas tuteladas) también soy presidente”. Hubo que elegir una directiva y el funcionario de la municipalidad encargado del proceso, quien lo conocía, dijo a las demás personas que habitan en dicho recinto, ¡si acá hay un presidente!: “Los 20 que somos acá, gritaron ¡¡¡Catalán!!!”.

Cuando le preguntamos por qué vendió su vivienda en Punta Arenas, nos respondió: “Tontera nomás, me quise ir a Osorno, donde estudié cuando era cabro. Un año y 10 meses estuve allá. Compré casa. Pagué un camión para que llevara mis cosas e hice lo propio cuando regresé. No me acostumbré, la tierra tira, acá todo el mundo me conoce”.

“Cuando regresé, me refugié en la casa de un amigo. Estuve tres años con él y le pagué con creces. Compramos una parcela a media camino a Punta Prat, y al final le cedí mi parte. “El me atendió muy bien, cuando me operaron, él me pasó su habitación matrimonial hasta que la enfermera terminó de hacerme las curaciones. ¿Quién hace eso?, nadie”.

Hace dos años surgió la posibilidad de postular para un cupo en las casas tuteladas del Senama. Y, así se gestó su ingreso a este condominio destinado a adultos mayores. “Ya van hacer dos años que estoy aquí, estoy bien, somos visitados también por personal de Salud”.

Vive con una pensión. Y su hijo que falleció hace poco más de un año le dejó algo de dinero producto de un seguro de vida. “Acá pagamos sólo los consumos básicos, alrededor de 50 mil pesos al mes”.

Recuerda su lucha vecinal junto a José Neguel, su secretario, ya fallecido, al igual que otros tantos dirigentes que ya no están. “Hicimos muchos adelantos, obras de progreso que ha continuado su sucesor Atilio Barría”.

Sobre el gobierno militar, apunta que “me ayudó mucho, siendo yo apolítico, aunque a todos los políticos les abrí las puertas de mi sede”. Desde su cargo de dirigente social, participó en cuatro reuniones con el general Pinochet en el Hotel de Hornos.

Su estrecha cercanía con sus vecinos y también con Carabineros, le significó ser premiado por la institución policial con un viaje a Pica, en la puerta norte de Chile, por cinco días, con todos los gastos pagados. Participó en cuatro reuniones con el general Pinochet en el Hotel de Cabo de Hornos.

Siempre fue instalador sanitario. “Yo hice todas las instalaciones de la chipera”. También recuerda su paso como vendedor de la Ferretería Colón.

En la despedida, nos comenta que por largos años usó bastón a causa de un problema de la cadera y que ahora se desplaza apoyado en un “burrito”. Confiesa que tiene cinco operaciones. “La columna la tengo muy complicada y por mi edad no me pueden operar. Un médico extranjero me advirtió que me podía morir en la operación”.