3 de diciembre: Día de la Inclusión y la No Discriminación
La conmemoración del Día de la Inclusión y la No Discriminación, es una oportunidad para todos y todas de recordar cuán esencial es valorar la diversidad presente en la universalidad y establecer el reconocimiento de la misma para asegurar el respeto a la dignidad y a los derechos de todo hombre, mujer, niño y niña “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (Declaración de los Derechos Humanos).
De acuerdo a la anterior premisa, es necesario convocar al fortalecimiento de dicha necesidad, para responder a los tiempos actuales, los cuales requieren no sólo de compromiso y de respeto con las bases que permiten una convivencia sana y una trascendencia a lo que todo ser humano puede aspirar, sin temer a que en algún momento se puedan vulnerar los derechos mínimos a los que como sociedad se tendría que responder.
Partamos de la base, ¿qué significa inclusión? Proviene del latín inclusio, y se refiere a la actitud, o política de integrar a todas las personas en la sociedad, con el objetivo de que estas puedan participar y contribuir en ella, por tanto, su raíz establece en sí misma las bases de la justicia social, en donde creer que las aportaciones que cada uno realiza, sin importar el color, el sexo, la ideología, la funcionalidad, resultan ser la combinación que genera riqueza y fortalece las diferentes áreas de desarrollo de todo ser humano.
Y ahora bien, al definir discriminación, la cual proviene del latín discriminare, cuyo significado es “distinguir al separar” hace referencia a la exclusión, al trato desigual por presentar características diversas, ya sean físicas, de religión, de pensamiento político, de género, de edad, o cualquier tipo de discapacidad.
Teniendo claridad en los dos conceptos anteriores, hablar de inclusión, funciona de manera formal y correcta, pero dicho discurso, que resulta interesante y hasta empático, requiere de una trascendencia mayor, es decir, dicho enfoque convoca a creer en la diversificación de la enseñanza, para responder a la diversidad de las aulas y de la sociedad misma. Es incorporar las riquezas étnicas, multiculturales, multifuncionales, de pensamiento, entre otras. Es responder de manera clara a los compromisos que convoca la agenda 2030, “no dejar a nadie atrás”, es una mirada que refresca los elementos requeridos para reconocer cómo cada ser humano es valioso en su esencia. Por tanto, hoy en pleno siglo XXI, son muchos los cambios vertiginosos que hay que enfrentar, si bien, hay mayor tecnología, mayores avances a todo nivel, hay aún una deuda con la respuesta que la educación debe entregar a la convivencia de todos y todas. ¿Cómo construir una sociedad más justa, donde la equidad y la igualdad en la calidad, no sea de unos pocos sino de todos y todas?
Deconstruir los paradigmas como sociedad, en el tiempo es un ejercicio que convoca a todos y todas, para fortalecer a la educación desde una lógica de crecimiento individual y social, en el que es necesario aprender a encontrarse con los matices de la vida, para establecer miradas profundas que reconstruyan sociedades más humanas y justas, por tanto, este día, es una invitación a creer que las diferencias nos unen.




