Centro Antártico Internacional y la necesaria osadía del Presidente
Como muchas cosas en Chile, la dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas buscó una solución rápida y, apostando a una baja o nula exposición mediática, resolver un problema o, dicho con un chilenismo, sacarse un cacho de encima.
Fue así que se levantaron bases para licitar, por segunda vez, la construcción del Centro Antártico Internacional. De estas se desprendió que la modalidad usada implicaría dejar atrás el proyecto inicial y, de paso, también desechar el diseño ganador que, sólo como dato a tener en cuenta, implicó unos dos años de trabajo de un equipo multidisciplinario y una inversión de unos mil 300 millones de pesos.
¿La razón? Costos. El alza importante de los materiales de construcción y de la mano de obra hicieron que el monto inicialmente barajado y ofertado en la primera licitación pública quedara desfasado, llevando al fracaso esta primera subasta pública.
Este hecho -totalmente predecible- hizo pensar en cuál fue la razón de fondo para que el Mop no realizara los ajustes presupuestarios requeridos y sincerara el monto que hoy debe invertirse para poder construir el Cai y para respetar tanto el proyecto inicial como el diseño ganador.
¿Sigue existiendo oposición interna a esta iniciativa? Cabe recordar que ya durante el primer gobierno de Piñera se bajó este proyecto del Plan Magallanes.
¿Hay en el ministerio y dentro del gobierno de Boric personas que consideran que tamaña inversión no se justifica y/o que la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena no deben contar con un edificio icónico y con un centro emblemático que afiance su ser antártico? ¿Considerarán que es demasiado para una región extrema, de baja densidad demográfica, como suele sostenerse a la hora de evaluar la factibilidad y rentabilidad social de las iniciativas que se quieren desarrollar en nuestra zona?
Magallanes lleva esperando casi una década y media para contar con un Centro Antártico Internacional y nuevamente la iniciativa aprobada contra viento y marea parece zozobrar.
En esta edición, recogemos y suscribimos las opiniones vertidas sobre este tema por el ex subsecretario de Relaciones Exteriores, Fernando Schmidt, quien insta a las autoridades a mirar al sur y, al hacerlo, señala que existen ocasiones donde el liderazgo del Presidente debe sentirse y ejercerse. Habla de responsabilidad fiscal, pero también plantea que, para avanzar, se debe apostar a proyectos -pocos, pero determinantes- que permiten dar un gran paso y sentar las bases del desarrollo.
Adscribe profundamente a la responsabilidad fiscal, pero también a una necesaria y esperable osadía presidencial, que es la que marca la diferencia y hace a los gobernantes pasar a la historia y a las regiones romper sus inercias y crecer.