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“Corruptio, -õnis” y Teoría de Agencia

Por Hernán Rocha Domingo 3 de Diciembre del 2023

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Vamos directo a la Real Academia Española (Rae) que nos rige y dice que corrupción proviene del latín “corruptio, -õnis”. Contiene cuatro acepciones pero la cuarta está en desuso, aunque no por aquello no deja de ser representativa de lo que es. Así, tenemos: 1. acción y efecto de corromper o corromperse; 2. deterioro de valores, usos o costumbres; 3. en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores y 4. f. desus. Diarrea, descomposición. En estas dos acepciones (en desuso o no habitual) podemos tomar la segunda, la “descomposición” que implica en su tercera acepción de la Rae, “indisponer los ánimos, hacer que se pierda la amistad, confianza o buena correspondencia”. Y aquí damos en el clavo, estamos camino sino ya en carretera de perder la confianza de nuestras instituciones republicanas producto del generalizado escándalo, ya por más de una década, de la “corruptio, -õnis”.

Esto nos lleva a la teoría económica de Agencia, la cual considera dos entes, el Principal que provee el capital y un Agente (administrador) que provee el esfuerzo, ambos bajo el supuesto de esperar maximizar su utilidad. La Teoría de Agencia, en su forma simple, discute la interrelación entre dos entes, un Principal y un Agente, quienes toman decisiones en beneficio del Principal. Los problemas de agencia surgen bajo la suposición de ciertos comportamientos en que los Agentes no invierten sus mejores esfuerzos a menos que tal inversión sea consistente con maximizar su propio bienestar. Un intento de mitigar el costo de controlar al Agente, implica buscar un diseño de contrato o una norma compartida, que provean el incentivo para que el Agente actúe con el óptimo de esfuerzo o no llegue al límite de transgredir la ley. En la administración pública, el Principal es el Estado y el Agente el funcionario público de cualquier rango y lo cierto es que ya hace varios años estamos en una situación de “corruptio, -õnis” sin resolver y el problema debe ser enfrentado desde la mirada científica, no populista. Por ejemplo, la Teoría de Agencia. 

La delegación de autoridad para adoptar decisiones, puede generar conflictos de intereses entre Agentes (administradores, ejecutivos profesionales) y Principales (propietarios, en este caso el Estado). Los problemas de agencia emergen cuando existen conflictos de intereses (ya lo dijimos) entre Agentes y Principales que afectan la operación de la organización y porque es difícil y oneroso para el Principal, monitorear al Agente. Cuando no existe problema de agencia, el nivel de esfuerzo óptimo se iguala al esfuerzo verdadero. Ello no requiere que se establezca algún tipo de mecanismo de incentivo en particular, ya que existirá un contrato en el cual se especifique tanto el pago como el esfuerzo, ambos fácilmente identificables por las partes. Las complicaciones surgen cuando los esfuerzos o estado de las cosas no son observables. Así, determinar mayores y desmesuradas remuneraciones a los Funcionarios Públicos en el Congreso o Gobierno Central, Regional, Comunal, no asegura el comportamiento de éste, pues ni el esfuerzo ni sus aspiraciones de maximización de su propia riqueza son identificables. Adicionalmente, se sugiere que el poder monopólico del Estado apoya la negligencia, multiplicación y corrupción de sus propios servidores. En consideración que el Estado, como propietario tiene más dificultades para resolver en forma adecuada, el problema de agencia ve aumentado el rango de probabilidad de encontrarse con desviaciones mayores respecto de una operación eficiente o de minimización de costos. En las organizaciones del Estado, el Principal tiene una diversidad de Agentes, con diversos objetivos personales y en donde el contrato lamentablemente adquiere roles de indiferencia. De esta forma, se comparte el diagnóstico entre los economistas acerca de lo difícil que es resolver estas interferencias en la gestión lo que no ha sido posible hacer incluso en países desarrollados y ha llevado a un generalizado debate respecto a la privatización. Sin embargo, la privatización por sí misma no siempre es la solución a los problemas de Agencia. No siempre en las empresas, el Principal tiene los incentivos adecuados para invertir en forma óptima en obtener información respecto del esfuerzo de los administradores, por ende en la Administración Pública sucederá lo mismo. 

Esta es la Teoría que nos debiera guiar en una solución al problema, pero antes, debemos evitar dar espacio a la corrupción sin castigo. Por ejemplo, uno de los hechos más nefastos que pudimos aceptar como país es la legalización del lobby, ley que en su definición lo sindica como: aquella gestión o actividad remunerada, ejercida por personas naturales o jurídicas, chilenas o extranjeras, que tiene por objeto promover, defender o representar cualquier interés particular, para influir en las decisiones que, en el ejercicio de sus funciones, deban adoptar los sujetos pasivos que se indican…”. ¡influir en las decisiones!. Es decir normalizamos que alguien o algunos puedan influir ante autoridades y funcionarios, como ocurrió con el caso Ley de Pesca que llegaron al ilícito del cohecho que es el efecto de la influencia. Dicho sea de paso, la Ley de Pesca que favoreció a siete familias, todavía sigue vigente.

El paso de la legalización del lobby a la corrupción es infinitamente delgado y la normalización de la causa (lobby) en nada evita que el efecto (cohecho) se mantenga si las penas por corrupción son de poco más de un año para el que aceptó el cohecho y para el que entregó el dinero una multa del 0,2% de su Patrimonio. O como en otros casos los acuerdos de juicio abreviado, clases de ética y para lo que está ocurriendo actualmente, unas interesantes clases de moral.