Necrológicas

El cirujano Betelú y quienes lo sucedieron: la atención pediátrica en los albores de la colonia magallánica

Martes 19 de Diciembre del 2023

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Después de la pasada de Fernão de Magalhães en 1520, vendría una serie de exploraciones europeas de diversos países, a las cuales no me refiero porque, huelga decir, en ellas no venían niños. No así en el trágico intento de colonizar el estrecho de Magallanes por parte de Sarmiento de Gamboa en que, como señalaba en una publicación anterior, sí los venían, todos los cuales murieron. Contaron con pocas medicinas, y si hemos de dar crédito a las crónicas, el único que podría haber sido de alguna utilidad como sanador, un barbero sangrador de nombre Agustín y de apellido olvidado, desembarcó antes de llegar al estrecho. Otras naves exploradoras que surcaron las aguas australes en los años posteriores, de diversas nacionalidades, sí traían médicos y cirujanos, algunos muy connotados y que aportaron mucho a la cartografía y en la descripción de la naturaleza, pero no siendo pediatras, no se abundará aquí sobre ellos.

Sin duda fue la expedición de la goleta Ancud, ya bien establecida la república, el primer intento que logró con buen éxito iniciar la colonización de estos territorios. Sin embargo, tampoco en esta notable empresa, que concluyó con la toma de posesión del estrecho de Magallanes y la fundación del fuerte Bulnes en 1843, venía un médico, ni menos un pediatra, pese a que en ella se embarcó al niño Horacio Luis Williams Rebolledo, hijo del comandante de la expedición, John Williams. Recién al año siguiente, junto con el nuevo gobernador Justo de la Rivera, un capellán, sesenta hombres de una compañía de artillería, varios reos y otros colonos, llegó el cirujano José María Betelú. En ese momento una de las dependencias del fuerte, un rancho construido con paredes de champa y techo de paja, pasó a cumplir las funciones de improvisado hospital. En el Cuaderno de Enfermeros del primer semestre de 1845, entre muchas otras dolencias figura 1 parto natural de una criatura varón, probablemente el primer chileno blanco nacido en Magallanes, y cuyo nombre y destino quedaron en el olvido.

La preparación profesional de Betelú, al decir de Martinic, (…) no debió pasar más allá de la que podría poseer un “buen práctico” de la ciencia de Galeno, con algunos estudios y experiencias. Su aporte, más que a la medicina, y no sé si a la pediatría -puesto que desconozco si los pocos niños iniciales tuvieron problemas de salud-, fue a la observación más que acertada sobre las climatología, meteorología y naturaleza de la costa continental del estrecho de Magallanes. Hizo también interesantes observaciones antropológicas sobre los tehuelches, quienes solían visitar la colonia en sus primeros años. Era costumbre, en verdad, en aquellos tiempos colonizadores, encargar a los médicos o sus sucedáneos las observaciones antedichas, parece ser que ante el supuesto de que sus ocupaciones como sanadores les dejaba el tiempo libre suficiente, y para justificar sus contrataciones y correspondientes sueldos.

Le tocó a Betelú practicar la primera autopsia médico legal. Se trató del primer femicidio de la colonia, perpretado por el herrero Juan Antonio Cuiña en contra de su esposa Juana Llancalahuén, en julio de 1844. Destaca la descripción de las lesiones, en que señala que (…) parece que el crimen se ha cometido con arma hundente, pues una parte de la cabeza se encuentra perfectamente aplastada y hundida.

Betelú ejerció durante cuatro años, siendo sucedido por Roberto Bleakly, y éste por Modesto Hotten, quien sirvió hasta los luctuosos sucesos desencadenados por el levantamiento instigado y dirigido por el psicopático teniente Miguel José Cambiazo. Ese tiempo transcurrido desde la desocupación parcial de Fuerte Bulnes hasta el inicio del poblamiento de Punta Arenosa fue marcado por la llegada de nuevos contingentes de personas, entre militares, colonos, reos, mujeres y niños. En septiembre de 1848 el gobernador José de los Santos Mardones informaba que entre las mujeres que habían llegado con los empleados y los presos y sumando las que había anteriormente, su número ascendía a 74 y que entre todas tenían 75 niños. Desconozco las patologías que sufrieron y sus índices de mortalidad, pero es de presumir que las causales de las mismas necesariamente se relacionaron con las duras condiciones de miseria, hacinamiento, mala alimentación y carencia de higiene pública y privada. Al momento del traslado a Punta Arenosa, los hombres lo hicieron por una precaria huella que había sido abierta a golpes de sudor, y las mujeres, los niños y la carga pesada, por mar. En cuanto al cementerio de Fuerte Bulnes, éste siguió funcionando para ambos poblados hasta 1850, dos años después del establecimiento del nuevo asentamiento. El primer nacido en este villorrio -el 10 de junio de 1849- fue María Magdalena Morales, producto de un parto en domicilio, sin asistencia profesional y a la luz de las velas; y el primer niño fallecido fue Carolina Yancán, de dos meses, sepultada en Fuerte Bulnes en agosto de ese año.

Durante los años 1852 y 1853 estuvo a cargo de la sanidad de la colonia el boticario alemán Wilibaldo Lechler, contratado por el Gobernador Bernardo Philippi, a quien el Presidente Manuel Montt había encargado la reconstrucción de Punta Arenas, en gran parte destruida por los amotinados. Ninguno de los hasta aquí nombrados, ni los siguientes, era médico universitario, como se desprende. Tenían, sin embargo, conocimientos básicos que en algo ayudaban a conservar o recuperar la salud de adultos y niños. Lechler, como era la costumbre, efectuó valiosos estudios botánicos. Otros de paso fugaz fueron el danés Guillermo Anderson, contratado como boticario interino, y el irlandés Juan Burns, quien había sido sangrador del bergantín Meteoro. Sobre Lechler informaba el sucesor de Philippi, el Gobernador Schythe: (…) Sumamente puntual, concienzudo en el cumplimiento de sus obligaciones, ha sido muy útil al servicio (…) posee regulares conocimientos de medicina, cirugía y farmacia y se empeña siempre en ensancharlos. Pese a estos notables atributos, que se echan de menos en algunos médicos de nuestros días, después de cinco años terminó su buena relación con el gobernador y fue puesto bajo arresto por insubordinación, ya que exigía que se le llamara cirujano y con el sueldo de tal. Schythe se desdijo de sus elogios, informando que (…) no es cirujano ni médico, puede ser que entienda algo de farmacia i botánica, pero escusado es demostrar que semejantes conocimientos no le facultan para tomar a su cargo la responsabilidad de la salud i la vida de tantas personas como aquí se encuentran, i a más de esto se le puede imputar un comportamiento indigno de un empleado de su categoría.

En 1862 hacía su aparición, contratado por el Gobierno, el doctor John Whipple, estadounidense que hace un paréntesis en esta seguidilla de prácticos, ya que ostentaba título universitario de médico. Antes de dos meses de arribado fue despedido por borracho y embarcado de vuelta a Valparaíso. De ahí en adelante y durante cuatro años no hubo nadie que oficiase de médico, solucionándose algunos problemas de salud con la buena voluntad de cirujanos de buques de paso, hasta que el Gobernador Viel consiguió los servicios del -nuevamente irlandés- Arthur Martin, quien al parecer tampoco era médico titulado. Al cabo de poco más de tres años, en 1871 falleció de apoplejía. La información disponible referida a la atención médica durante los años que siguieron es errática en cuanto a quiénes la ejercieron y los tiempos en que lo hicieron. Lo más probable es que se pasase más períodos sin atención médica que con ella. Se menciona como prestando servicios médicos a un Antonio Solinas, a un Miguel Ramírez y a un francés de apellido Clouet.

Todo cambió a partir desde 1875, con la llegada del Dr. Thomas Fenton.

Fuentes de consulta:

Cárcamo, Elsio. Bajo la Cruz del Sur (2015).

Cruz N., Pablo: Donde descansa la historia (2019).

Martinic B., Mateo. Historia de la Región Magallánica (2006).

Martinic B., Mateo. La medicina en Magallanes. Noticias y consideraciones para su historia (2011).

Vera, Robustiano. La colonia de Magallanes y Tierra del Fuego (1897).

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