Hermes Hein Bozic, compañero y amigo
La vida vuela, se escapa del nido, se esfuma; la llama ardiente y luminosa se apaga, a veces de manera impensada, sorpresiva y abrupta.
La muerte es de tránsito inequívoco y seguro y a su estación llegaremos, ojalá a bordo del vagón de los reencuentros.
Ayer, con la llegada del verano magallánico, dejó sus luchas permanentes para descansar en el Olimpo de los justos, un gran servidor público, cuya bandera de lucha la constituyó la Educación Pública Chilena.
Hermes Hein Bozic fue mi amigo. Aún en las profundas diferencias, buscamos siempre las avenidas del reencuentro y los acuerdos. Sirvió como abogado, principalmente, las causas y demandas de los trabajadores de la educación, para lo que se preparó y estudió hasta sus últimos días. Lector permanente, siempre estudioso, hombre culto, algo introvertido, pero, amigo de conversaciones interminables cuando el tema le apasionaba, como la educación profunda, la historia de Chile y su admiración por O’Higgins.
Tuvo en Mónica a una leal y gran compañera y sus hijos, todos brillantes profesionales, constituían su más grande orgullo.
Nada hacía imaginar tan rápida como irreparable pérdida. El pasado lunes, antes de mi retorno a Santiago, tuvimos nuestra última conversación, fue casi camino al aeropuerto, lo percibí,más lento y algo fatigado, pero con la esperanza cierta que nos abrazariamos en enero.
Cuando el jueves el día despuntaba, recibí el dramático llamado de su compañera, mi amiga Mónica: “Necesitamos dadores de sangre para Hermes. Su estado es crítico, esta mañana se agravó..”, Mónica nos invitaba a una urgente cadena solidaria.
Llegamos tarde, nada fue posible para ganar la última batalla para prolongar la vida de Hermes. A las 10,25 de la mañana expiraba rodeado del amor de los suyos.
Quiero agradecerte, buen amigo Hermes, por la lealtad y los afectos, por la amistad, de la que hiciste un verdadero culto. Por tu aporte inclaudicable a la educación y tu espíritu de servicio para estar siempre donde se te necesitara.
Quedaron, amigo, conversaciones pendientes en torno a esa mesa tan plena de amor con la que acostumbraba a esperarnos nuestra Mónica y donde siempre hubo un lugar para amigas y amigos, sin importar nunca la condición social, política o ideológica de los contertulios.
A propósito, gracias, contertulio permanente de Entre Tostadas, programa inolvidable en nuestra radio Antártica. Gracias por el aporte desde la Corporación Municipal. Gracias, abogado de los más necesitados. Gracias por la fidelidad y compromiso con la amistad, en los tiempos actuales tan difícil de cultivar.
Como en cada viaje nos despedimos: “Hasta la vuelta, Hermes. Pronto nos veremos, ya nos abrazaremos y brindaremos”. Claro está, a partir de ahora, en otra e infinita dimension, de nueva y eterna vida.
Te vamos a extrañar, pero, estarás ¡siempre presente compañero y amigo Hermes!