Dando la hora
Lo que experimentó Chile con el triunfo del “En contra”, si bien representa un doble fracaso de la clase política, al rechazar dos constituciones identificadas con mayorías circunstanciales opuestas, a contrario sensu, es un “éxito” de la ciudadanía que por sus propios medios, mediante el voto, logró hacer un parelé a esta sociedad política descarriada, deslegitimada y perdida, la cual pensó que el tema constitucional sería la respuesta al desafecto de la población con su accionar institucional en el país. Craso error, la culpa no era del sustrato institucional, sino de los actores mismos a cargo de llevar adelante y guiar al país en sus desafíos futuros.
Al mirar lo que dicen los analistas, puede resultar frustrante, por ejemplo Pablo Ortuzar expresa que “el grado de polarización de las élites es brutal. No hay acuerdo sobre cómo llegar a acuerdos”. Mientras tanto para Alvaro Vargas Llosa, “en el país hay una fractura importante de tipo político, ideológico, incluso sociológico, que no va a resolverse en el mediano plazo“. Suena duro y crudo, más aún pensando en quienes debieran hacerse cargo del futuro, cuando se tiene en consideración la opinión de Jorge Schaulsohn, para quien “se acabó la fascinación con las nuevas generaciones que, además, resultaron estar también contaminadas con la corrupción”. Falta de acuerdos, fractura política ideológica y nuevas generaciones contaminadas, se ve negro el futuro, pero el país responsable sabrá encontrar los cauces que le permitan sobrellevar este momento complejo, que sin duda también ha representado un especial aprendizaje.
Sin lugar a dudas, la solución no era blanco o negro sino que claramente hacían falta matices y grises, que ninguno de los dos sectores, llamese izquierda o derecha, no supieron conjugar. Ya viene siendo hora de que las nuevas generaciones de políticos, aunque su desempeño haya sido muy pobre por parte de los gobernantes hoy en día, demuestre que es posible construir un país con múltiples colores y no solamente rodeados de los de su tono blanco o de su negro. Como lo dice Josefina Araos “el plebiscito, más que ganadores, levantó una nueva señal de alerta que, por momentos, es casi un ultimátum: siéntense de una vez a conversar y a entregar respuestas a las preocupaciones de la gente“. De una vez por todas, gobiérnense chiquillos, dejen las diferencias para más adelante, cuando ya se haya puesto en marcha, al menos un par de iniciativas conjuntas.
En esto, el jugar de memoria con los aliados es esencial, así como también respetar el fair play con los del frente y buscar construir proyectos que traspasen las fronteras políticas y apunten a una proyección en el mediano y largo plazo como país. Y por supuesto, al igual que en muchos deportes como en el rugby, compartir fraternalmente siempre con todos en el tercer tiempo. Los roces de la contienda electoral son solo roces, lo que importa es la amistad cívica y colaborar fraternalmente en pos de las grandes metas comunes como nación. Como bien lo solicita la destacada actriz Anita Reeves “caminen con paso firme para alcanzar sus objetivos, pero suavecito para no despertar la maldad.” De no hacerlo, seguiremos dando la hora.




