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  • Lorenzo Barrientos Vito

Los abusos de Marcial Maciel, las “donaciones oscuras” y el silencio de la Iglesia: la trama siniestra de Los Legionarios de Cristo

Viernes 5 de Enero del 2024

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Por tradición y mandato familiar, Marcial Maciel Degollado estaba destinado no solo a vestir los hábitos sino a escalar alto en la jerarquía de la Iglesia Católica y, de mediar algún milagro, convertirse en un venerado santo luego de su muerte. Tenía todo para lograrlo: un tío abuelo santificado y parientes obispos que, además de abrirle caminos para una vocación religiosa que le sembraron cuidadosamente, más tarde le ganaron la protección de dos papas.

En un momento pareció que el joven, tempranamente ordenado cura, llegaría a convertirse en una de las figuras más importantes de la historia de la Iglesia en México al crear Los Legionarios de Cristo, una organización religiosa con fuerte raigambre en la juventud, pero la fama que había obtenido con esos y muchos otros logros le volvió como un búmeran que lo golpeó de lleno cuando el propio Vaticano debió reconocer que, utilizando el poder que le otorgaban su posición y sus hábitos, Maciel se había convertido en el mayor abusador sexual de la historia moderna de la Iglesia.

Pero Maciel no se conformaba con sus propias prácticas que, según una investigación de la propia congregación que él creó, lo habían llevado a abusar sexualmente de sesenta menores de ambos sexos, sino que también las inculcaba entre sus discípulos.

Marcial Maciel Degollado murió de muerte natural el 30 de enero de 2008, pero las prácticas abusivas que imprimió en el accionar de Los Legionarios de Cristo no murieron con él. El informe “Radiografía de ocho décadas para erradicar el abuso”, publicado por Los Legionarios de Cristo en octubre de 2019, reconoce que además de los abusos perpetrados por Maciel, entre 1941 y hasta ese año, hubo un total de 175 menores de edad -de entre 11 y 16 años- víctimas de violaciones cometidas por 33 sacerdotes de la congregación. Otros 90 alumnos de las escuelas y seminarios dependientes de la organización fueron abusados por 54 seminaristas, de los cuales 46 nunca llegaron a ordenarse sacerdotes.

Para más de un investigador independiente, esas cifras son apenas la punta de un iceberg, una suerte de reconocimiento de una mínima parte de los delitos cometidos para esconder un escándalo de mayor magnitud y así salvar a la organización, que también era la tapadera de maniobras de lavado de dinero -descubiertas con la publicación de los Pandora Papers- por casi trescientos millones de dólares.

El cura joven
y sus legionarios

Marcial Maciel Degollado nació el 10 de marzo de 1920 en Cotija, México, en el seno de una familia con fuertes vinculaciones con la Iglesia Católica. Entre sus ancestros se contaban sus tíos abuelos Rafael Guizar y Valencia -hoy santificado-, obispo de Veracruz, y Antonio Guizar y Valencia, obispo de Chihuahua, a los que se sumaban sus tíos segundos Luis Guízar Barragán, obispo de Campeche y de Santillo, y Jesús Degollado Guízar, que ostentaba el cargo de general cristero.

Por decisión familiar, en 1936, cuando tenía 15 años, Maciel se trasladó a la ciudad de México para empezar su formación sacerdotal en el seminario dirigido por su tío abuelo Rafael Guízar y Valencia. Pero el joven Marcial no quería ser un simple seminarista, sino que muy pronto mostró su necesidad de convertirse en un líder.

Con esa intención el 3 de enero de 1941 -cuando todavía estudiaba en el seminario conducido de su pariente- fundó su primera organización religiosa, los Misioneros del Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores, que luego rebautizaría como Los Legionarios de Cristo.

Maciel fue ordenado sacerdote el 26 de noviembre de 1944 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, México. Dos años más tarde -impulsado por su tío Rafael, el obispo- se trasladó a España con el primer grupo de jóvenes mexicanos que cursó estudios humanísticos en la Universidad Pontificia de Comillas.

De allí fue expulsado por motivos nunca revelados, aunque las versiones más consistentes apuntan a que ya entonces mostraba su inclinación para el abuso. Eran tiempos en que la Iglesia no revelaba esos casos, y mucho menos cuando se trataba de alguien con familiares tan ilustres.

Esos mismos contactos familiares le abrieron las puertas del Vaticano, donde fue recibido en 1946 por el Papa Pío XII, que ya estaba al tanto del proyecto de Los Legionarios de Cristo, incluyendo la creación de escuelas y seminarios. Los bendijo a él y a su congregación.

Una máquina
de recibir dinero

Con el apoyo del pontífice, en 1950 se fundó el Centro de Estudios Superiores de la Legión de Cristo en Roma. Mientras tanto, en México, la congregación crecía a pasos agigantados, gracias a los recursos que Maciel obtenía de sus relaciones con la alta sociedad mexicana.

Ya por entonces el destino de parte del dinero de Los legionarios era un misterio. Una investigación publicada por el periodista Jason Berry en el National Catholic Reporter revelaría años después que Maciel usaba una buena porción de esos fondos para conseguir una red de protección en las más altas esferas de la Santa Sede mediante “donaciones oscuras”.

Tal vez por eso, en 1965, el Papa Pablo VI le adjudicó a Los Legionarios de Cristo un “decreto de alabanza”, que significaba el reconocimiento de la congregación en el derecho universal de la Iglesia Católica. En la práctica, significaba que la organización podía traspasar las fronteras mexicanas y expandirse por todo el mundo católico.

Para entonces El Vaticano -como demostraría la investigación de 2019- ya estaba al tanto de varias denuncias de abusos sexuales perpetrados por Maciel y otros integrantes de la congregación. Para conocer los manejos turbios de dinero no le hacían falta denuncias, ya que parte de los fondos recaudados por los Legionarios iba a parar a Roma.

Wojtila, el gran protector

Si Pío XII y Paulo VI habían elevado a Maciel haciendo oídos sordos a las denuncias que llegaban al Vaticano, la llegada del polaco Karol Wojtyla a la jefatura de la Iglesia significó un nuevo empuje para Maciel y sus Legionarios de Cristo.

Juan Pablo II lo puso bajo su ala y se mostró junto a él en los viajes que realizó a México en 1979, 1990 y 1993. También le encomendó misiones en Europa y América Latina y lo nombró consultor permanente de la Congregación para el Clero en 1994 y miembro de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos en 1997.

Cuando el 26 de noviembre de 1994, Maciel cumplió sus cincuenta años como sacerdote, el Papa le envió una carta de felicitación por su labor pastoral. Tres años antes, al cumplirse el medio siglo de existencia de los Legionarios de Cristo, el propio pontífice ordenó 60 nuevos sacerdotes de la congregación en la Basílica de San Pedro.

“Maciel era muy querido por Juan Pablo II, siempre le apoyó. Los Legionarios de Cristo siempre estaban en primera fila. Era un relacionista público nato y repartía dones a muchos cardenales para callar bocas”, explica José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia Efe para asuntos religiosos y autor de los libros Los Documentos Secretos de los Legionarios de Cristo y Los Legionarios de Cristo.

“Guía para la juventud”

Aun con decenas -o quizás centenares- de denuncias de abuso sexual contra Maciel y sus Legionarios, el papa Wojtila no vaciló en seguir manteniendo al mexicano bajo su ala protectora. Cuando le planteaban el tema y el daño potencial que podía causarle a la Iglesia, Juan Pablo II daba siempre la misma respuesta: “Es una guía eficaz para la juventud”.

Según el sacerdote Félix Alarcón, miembro de Los Legionarios de Cristo que había sido abusado por Maciel cuando era seminarista, “el Vaticano recibió 240 documentos que evidenciaban que la situación se conocía desde mucho antes. Nuestra denuncia es del año 1988, y mientras Ratzinger (que luego sería el Papa Benedicto XVI) estuvo de cardenal, se pasaban esta terrible papa caliente unos a otros, sin tomar ninguna medida. Creo que la Legión tal como la entendíamos debería ser eliminada”.

La Iglesia no podía alegar ignorancia por el tema, que conocía prácticamente desde que Maciel había dado sus primeros pasos. El diario español El País publicó en 2006 que el fundador de Los Legionarios de Cristo había sido investigado entre octubre de 1956 y febrero de 1959 por encargo del cardenal Alfredo Ottaviani, entonces el gran inquisidor romano.

Casi medio siglo después de aquella investigación -por la que Maciel estuvo suspendido unos meses, pero luego repuesto en sus funciones- el jefe de los Legionarios de Cristo seguía impune. La protección de tres papas, y sobre todo la de Juan Pablo II durante su extenso papado lo habían mantenido a salvo.

Incluso cuando muchas denuncias se hicieron públicas, El Vaticano siguió encubriendo a Maciel. En 1997, a través de una carta abierta a Juan Pablo II, ocho ex miembros de Los Legionarios de Cristo lo acusaron de haber abusado sexualmente de ellos y denunciaron que ni la congregación ni otros integrantes de la jerarquía católica los habían atendido hasta el momento.

La carta fue publicada por varios medios europeos, pero la Iglesia se abstuvo de hacer comentarios.

La denuncia de
 una Legionaria

En su libro Ave Negra, Elena Sada cuenta cómo pudo salir, después de veinte años, del Regnum Christi, la rama femenina de los Legionarios de Cristo y revela cómo operaba Maciel en sus abusos: “Entré muy joven y era muy ingenua. Para abusarnos nos explicaba el privilegio que era para nosotros estar con él y servirlo incluso con el sexo. Les mentía a los niños y les decía que la Santa Sede le había dado permiso para aprovecharse de miembros de la orden”, relata.

“‘No se procesa a un amigo del Papa’, nos respondían cuando lo denunciábamos. En El Vaticano esperaban a que Dios les sacara del atolladero con la muerte de Juan Pablo II o la de Maciel”, dijo en 1999 una de sus víctimas y denunciante, Alejandro Espinosa.

Finalmente, fue necesario que llegara la muerte de Juan Pablo II para que cambiara el destino del fundador de los Legionarios. Para entonces, las denuncias de sus incontables víctimas, a las que se unieron más tarde las de las mujeres con las que el sacerdote Maciel había tenido hijos, resultaban imposibles de ignorar, incluso para los protectores que el fundador de Los Legionarios de Cristo tenía en la Santa Sede.

El mayor abusador sexual de la historia moderna de la Iglesia dejó la dirección de la Legión de Cristo en 2004 y dos años después, Benedicto XVI le ordenó que se retirara del sacerdocio público para consagrarse a una vida de “oración y penitencia”.

Una manera de borrarlo del mapa para acallar las críticas y, a la vez, garantizarle una impunidad que le duró hasta su muerte, el 30 enero de 2008.

Dinero por impunidad

La revelación de los Pandora Papers, en 2020, volvió a poner a los Legionarios de Cristo en la mira al poner al descubierto sus maniobras financieras destinadas a ocultar fondos y, también, a lograr apoyos dentro de la Iglesia pese a las denuncias.

De acuerdo con los documentos, hace tres años la organización tenía fondos de inversión en compañías offshore por unos 295 millones de dólares. Se trataba de dos fondos de inversión llamados Alfa Omega Trust y Salus Trust, radicados en Nueva Zelanda.

Los Legionarios intentaron frenar el escándalo mediante un comunicado donde se desligaban de esos fondos. “Estas dos empresas son independientes de nuestra congregación. Nuestro único fondo -explicaron-, es el Retirement and Medical Caritable Trust”, destinado a recibir donaciones para atender la salud de los sacerdotes y personas consagradas, y otros objetivos religiosos y caritativos.

Los Legionarios hoy

Cuando se conocieron los Pandora Papers, hacía un año que Los Legionarios de Cristo habían reconocido por primera vez la existencia de abusos, aunque trataron de mostrarlos como obra de personas aisladas y no de una práctica sistemática dentro de la organización creada y conducida durante décadas por Marcial Maciel Degollado.

El informe preparado por la propia organización en 2019 para tratar de cerrar su negra historia detalla una serie abusos cometidos por sus sacerdotes y seminaristas. Además del cura Maciel y sus 60 víctimas, otros once sacerdotes abusaron de entre dos y cinco víctimas; cinco cometieron abuso a entre seis y diez menores, un solo cura abusó de 13 niños y adolescentes, nueve abusaron “repetidamente” de una única víctima, cuatro cometieron abuso en una sola ocasión y dos abusaron por vía virtual (sexting).

En colegios de la Legión de Cristo, 33 niños y adolescentes fueron abusados por siete sacerdotes que, asegura el informe, debieron dejar la vida sacerdotal pública.

Otras tres víctimas fueron abusadas en parroquias de la congregación por igual número de curas, mientras que en el grupo pastoral juvenil un menor fue abusado por un sacerdote.

De todos los abusadores, uno solo fue condenado. “Los demás no han sido procesados por diversos motivos, como la situación legal en los diversos países o los plazos de prescripción”, explicaba el informe.

Todos estos escándalos no han impedido que Los Legionarios de Cristo hayan seguido creciendo a nivel global. Según los últimos datos oficiales, la organización sigue funcionando sin trabas y cuenta con 21.300 miembros seglares, 526 consagradas, 63 laicos consagrados, 1.537 legionarios de Cristo y 11.584 miembros adolescentes en una organización llamada el ECYD.

Tienen, además, 154 colegios, catorce universidades civiles, cinco academias internacionales y cuatro eclesiásticas, donde se forman 176.000 alumnos.

Por Daniel Cecchini

Infobae

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