Catalina Plaza, la joven artista magallánica que viajó a cantar boleros a la capital

• En el Colegio Británico, donde estudió, participaba en musicales y obras de teatro, además de haber estudiado flauta traversa. Con su grupo musical empezó cantando en un local en Ñuñoa, llenando los espacios con su repertorio principalmente de boleros, clásicos de todos los tiempos.

Partió cantando desde pequeña, aprovechando la enseñanza musical de su colegio se inscribió en el coro, y ya a sus cinco años recuerda que “prendía la radio en la casa y hacía puro show. A mis viejos les gustaba bastante la música”. Entonando las bandas sonoras que escuchaban sus padres y afinando su voz en el coro estudiantil se fue decidiendo por transitar el camino musical, que era su predilección a seguir.

En el Colegio Británico, donde estudió, participaba en musicales y obras de teatro, además de haber estudiado flauta traversa “hasta que me hicieron leer música”, cuenta entre risas, abocándose por perfeccionar su técnica vocal. La guitarra también la tomó temprano y la llevó a explorar el folclore latinoamericano, aunque ha incursionado en diversos y variados estilos.

Trabajaba en la música también desde temprana edad, con la banda Sensations, dedicándose a eventos, matrimonios, fiestas de años nuevos. “Es una banda grande, con bailarines y todo. Como desde los 15 estuve metido en eso”. Durante su enseñanza media estuvo con las Gibson Girls, un trío vocal que cultivan repertorio popular, pasados a una sonoridad más jazzera, permitiéndoles trabajar en restaurantes y en diversos escenarios.

Rumbo a Santiago

En 2019 emprende su viaje a Santiago para estudiar canto en el Instituto Projazz. “Acá ya estaba trabajando, pero no veía un futuro tan grande en mi avance personal en la música. Y porque igual estuve dando clases y quería aprender más y trabajar en esto. Mi hermano se fue a estudiar antes a Santiago interpretación en batería y me contaba todo lo que hacía”, relata Catalina sobre su motivación para moverse hacia la capital.

Sin embargo, sus estudios se vieron interrumpidos por el estallido social. Volvió a tierras magallánicas en 2021 para concluir sus estudios, estando ahora próximo a dar su concierto de título. En esta segunda etapa desarrolló sus últimos proyectos.

“Donde más aprendí fue en la calle, yendo a lugares, conociendo gente de afuera. Cuando llegué a Santiago empecé a trabajar con un cabro que es de acá y que no vive acá hace mucho tiempo, a tocar en bares, cumpleaños”. Entremedio realizó un proyecto de música urbana y fusión, pero señala que no lo desarrolló del todo porque conoció las ruedas de cueca “y no me pude salir de ahí”.

Boleros clásicos

“Ahí los mismos que tocaban cueca, también tocan valses, tangos, boleros y así empecé a conocer a los chicos con los que trabajo ahora y formé, junto a Martín Silva, Catalina y las Bordonas de Oro”, relata Catalina Plaza. Empezaron así tocando en el local ‘El Volantín de Ñuñoa’ y luego no pararon más tocando mes a mes y llenando los espacios por donde pasaban con su repertorio principalmente de boleros, clásicos de todos los tiempos.

“Tenía unos ocho boleros que me sabía, me saqué unos ocho más y dije que esto sería lo primero. Y rayé con ello. Ahora tengo unos 150 boleros que me sé, entre muchas otras cosas, porque rayé también con el vals peruano, el tango, ahora me metí en música argentina, paraguaya, ecuatoriana y me ‘fui a la cresta’”.

Catalina y las Bordonas de Oro así se han consolidado en la escena santiaguina con sus conciertos lúdicos, donde también informan sobre los orígenes de las composiciones que interpretan, y saltaron a finales del año pasado al estudio para comenzar a grabar sus primeras piezas originales. En Spotify cuentan con alrededor de 4.500 oyentes mensuales y una buena parte provienen de la ciudad natal de su vocalista: Punta Arenas.