Cuatro de cada diez personas en situación de calle son mayores de 50 años
Vivir en situación de calle es un fenómeno complejo y multidimensional. Si bien se tiende a pensar que se reduce solamente a la falta de vivienda, involucra también aspectos sociales, emocionales, psicológicos y económicos. En adultos mayores, los cambios en el tamaño familiar, ruptura de relaciones con o sin violencia e hipotecas o dificultades de arriendo definen una posible ruta para vivir en calle. Por último, para el grupo de mayor edad, se explica por la jubilación, pérdida de familiares, viudez, ruptura matrimonial y enfermedades mentales.
En Magallanes, de acuerdo a lo señalado por la seremi de Desarrollo Social, el 29,5% de la población en situación de calle corresponde a adultos mayores.
El último Reporte del Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo, visibiliza la realidad de las personas mayores en situación de calle. Sus conclusiones revelan que este grupo ha ido en aumento en los últimos años, lo que establece una serie de desafíos en la búsqueda de soluciones.
De acuerdo con el análisis, a partir de los 50 años es posible considerar como “mayores” a las personas que viven en situación de calle, pues en el contexto que habitan comienzan a experimentar cambios en su fisiología más asociados a la etapa de adultez mayor, y presentan más enfermedades crónicas y escenarios de discapacidad. Un 43% de las personas sobre los 50 años vive en situación de calle (al 2023). Este grupo, además, ha aumentado un 15% respecto de lo registrado en 2020.
Al respecto el director ejecutivo del Hogar de Cristo, Alvaro Rondón, comentó que las personas mayores, particularmente sobre 50 años, están por sobre el 40% que nos plantea el estudio.
“En la Hospedería del Hogar de Cristo, atendemos cada noche a unas 40 personas, más de la mitad de ellos son personas mayores, muchos de ellos con bastantes años de permanencia en Calle. Entonces, me hace mucho sentido lo que plantea el estudio, incluso yo diría que para lo que vemos habitualmente en Magallanes es mayor la cantidad de personas mayores que están en calle”, apuntó.
En este sentido, agregó que lo que la evidencia nos muestra es que las personas que han vivido durante un período de más de 3 a 5 años en calle muestran un nivel de deterioro mucho mayor y mucho más acelerado en términos de deterioro de la salud física, cognitiva al estar expuestas a situaciones no solo ambientales, sino que mal nutridos.
“Los nuevos programas, los pilotos que hay para enfrentar el flagelo de la persona en calle, ya se plantean como universo al cual apuntar como foco de la política, por ejemplo, en aquellos dispositivos que adoptan el modelo de vivienda, ya son para personas que tienen dos características principales, una de ellas es que tienen más de 5 años viviendo en calle y que tenga sobre 50 años. Vale decir, ya entendemos que el foco de la ocupación de la política pública debiese apostar a esta población, va en aumento y su nivel de deterioro es mucho más acelerado que la persona promedio”, dijo.
Lo que se ha hecho habitualmente es trabajar sobre un modelo en que se le va pidiendo a las personas hacer un recorrido antes de poder salir de la situación de calle. “Hoy día, más bien tendemos a dejarlo de lado, porque se entiende que el camino para que una persona pueda dejar la calle pasa, en primer lugar y como primer paso, por brindarle un techo digno.
“Si una persona tiene resuelto el tema de la vivienda, va a poder plantearse otros procesos tradicionales: dejar el consumo problemático, re vincularse de las redes de salud, re vincularse familia, social y hasta laboralmente”, dijo el director ejecutivo.