Necrológicas

Depresión en la tercera y cuarta edad

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 17 de Enero del 2024

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El fin de semana pasado se conmemoró el día mundial contra la depresión, que busca sensibilizar esta problemática de salud mental en nuestra sociedad. Una patología frecuente y que va en aumento. Muchos mitos y prejuicios para quienes padecen esta patología llevan a ponerla en el centro y en la necesidad de que el tema sea hablado y conversado por todos. Puede presentarse a cualquiera edad y es más frecuente de lo que pensamos en los mayores.

Tratar esta patología es importante a toda edad. Pero hoy queremos resaltar la importancia para los mayores. Esto porque su presencia se asocia a comorbilidades, o sea se acompaña con otras enfermedades, lo que la hace más compleja en mayores que ya tienen una carga de enfermedad más alta. Esto también implica el uso de más fármacos y más necesidades de recursos en salud. Pero también se asocia a más suicidios y muerte en ellos, lo que hace que sea un problema de salud importante y que es necesario abordar desde la prevención y el autocuidado, desde un diagnóstico oportuno y un tratamiento y seguimiento multidisciplinar; ya que muchos de sus síntomas se confunden con el deterioro que padecen y por eso pasan desapercibidos y son subdiagnosticados, haciendo que el problema sea mayor y más grave en quienes la padecen.

Los síntomas varían desde leves que fácilmente pueden pasar desapercibidos a manifestaciones mayores como la ideación suicida, estos van desde dificultad para concentrarse en tareas o desempeños habituales, incapacidad para recordar ciertos eventos o situaciones que son importantes biográficamente o  bien incapacidad para tomar decisiones. Muchas veces son decisiones simples, como vestirse o qué tareas ejecutar; también se manifiesta como problemas para dormir, despertarse demasiado temprano en la mañana o para quedarse dormido; otras veces como aumento o pérdida de peso no planificados y en los casos más complejos hay pensamientos de muerte o suicidio, llegando incluso a intentos de suicidio como respuesta a lo agobiante que se transforma esta enfermedad.

De allí la importancia que tiene el núcleo familiar o social de cada mayor en detectar cambios precoces en sus rutinas o acciones diarias; y es a la vez lo más complejo para quienes viven solos o aislados socialmente. Por eso surge la necesidad de tener ofertas de participación social amplia y efectiva, para todos los mayores que viven en una comunidad.

La participación y el compartir entre pares e inter generacionalmente es una buena estrategia en la prevención. Por eso es necesario que cada mayor tenga una red social efectiva, conformada y obligatoria para su familia directa, pero que debe ampliarse a amistades y conocidos que hagan más extensa esta red.

Uno de los eventos complejos para los mayores es la soledad, especialmente cuando se pierde la pareja o familiares directos cercanos para ellos; ese es un momento biográfico donde debe haber una mayor preocupación y trabajo con ellos. También al padecer enfermedades graves, como puede ser el cáncer, así como en las que se asocian a la discapacidad o pérdida de movilidad; las afecciones en órganos de los sentidos como la visión y la audición son también importantes de acompañar y mitigar socialmente.

Asimismo, hay otros eventos que parecen menos complejos pero que son de gran impacto para ellos como puede ser el cambio de residencia habitual, abandonando un espacio que es su zona de confort, error que se comete muchas veces buscando el bienestar de los mayores, pero que los saca de lugares que son su entorno seguro. De allí que estos procesos sociales deben ser supervisados y preparados para acompañar y contener adecuadamente. Es mejor precaver cada cambio que quiera hacerse con ellos, informando y consensuando lo que se va a hacer. Si ellos toman la decisión o se convencen de ello, mucho mejor.

El ambiente que rodea a cada mayor debe ser respetuoso con ellos y acompañarlos en las decisiones que deban tomarse, esto es central en el respeto a su autonomía y a su capacidad de decidir. Aún en los momentos más complejos o de deterioro por enfermedades, siempre se debe respetar su capacidad de decidir.

Es conveniente reiterar, que puede que un mayor que se fatiga y cansa más de lo habitual o está desmotivado para hacer su vida diaria pueda parecernos que experimenta una etapa normal de su proceso de envejecimiento o enfermedad, sin embargo pueden ser señales de alerta de que algo está pasando. También los sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad o culpabilidad que pueden entenderse como parte del envejecer normal. La pérdida de interés o placer en actividades que antes ellos disfrutaban, así como los frecuentes episodios de irritabilidad o de enojo, hasta sentimientos o expresiones de frustración pueden evidenciar una depresión.

La gama sintomática es muy variable pero debemos estar atentos a todos los aspectos que cambian el día a día de nuestros mayores. Es importante y necesario entonces recurrir a los equipos especializados en centros de salud y asegurar su tratamiento y acompañamiento por un equipo multidisciplinar. No depende solamente de tomar otro medicamento más. Es acompañamiento y cercanía para detectar precozmente esta patología, así como el tratamiento y resolución que se necesiten para el bienestar de nuestros mayores.

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