Necrológicas

Aventuras de Orlando Sáenz

Por Jorge Abasolo Jueves 18 de Enero del 2024

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No cree que el destino esté trazado previamente, aunque admite que su existencia ha sido marcada por la buena estrella.

Si uno repasa su vida, cuajada de vivencias enriquecedoras, puede concluir que hay que confiar en el destino y la casualidad, pero sobre todo en el trabajo.

Digo esto para narrarles algo del libro “Aventuras de un testigo privilegiado”, de Orlando Sáenz (Erasmo Ediciones).  

Son 295 páginas que dejan gusto a poco, porque la escritura de Sáenz es más entretenida que un día de pago.

Jamás quiso estar en primera fila, pero el destino lo llevó hacia un lugar de privilegio en la cosa pública chilena durante muchos años. Le pasó algo parecido a aquel obispo que se fue de vacaciones al Vaticano y se tuvo que quedar allá porque lo eligieron Papa.

Jamás tuvo aspiraciones políticas, pero conoció a veintiocho ex Presidentes, a lo que habría que agregar que se codeó con Henry Kissinger y con Fahd bin Abdulaziz al-Saúd, rey de Arabia Saudita.

También compartió con varios Presidentes de Chile, y siendo estudiante participó de una huelga en contra del general Ibáñez del Campo, cuando éste era Presidente…¡siendo pariente de él!

En su libro sindica a Jorge Alessandri como un tipo muy inteligente, aunque más seco que pañal de muñeca.

A Frei Montalva lo etiqueta  como a un tipo intelectual, con sentido del humor…que le quedó grande a su partido. Fue algo así como un roble plantado en un macetero, como dijo una vez el senador  Julio Durán, gran amigo de mi padre.

De Allende señala que era un tipo tan simpático como inescrupuloso. Un clásico bon vivant, aunque sin la estatura suficiente para pasar a la historia como político de fuste. 

Con una vida tan intensa y variada, Orlando Sáenz compartió con figuras ajenas a su quehacer habitual, como Bobby Fischer, el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos, la actriz Ornella Mutti (que tenía más curvas que un autódromo) y el inefable García Márquez.

Impactante el capítulo en que relata su viaje a la RDA. Sáenz confiesa que se fue de viaje la República Democrática Alemana en tiempos de la guerra fría y con la Stasi en pleno apogeo. Por cierto, un acto de coraje que no cualquiera hubiese emprendido, porque viajar a ese país por esos años era tan peligroso como tiroteo al interior de un ascensor.

Eran los tiempos en que en Occidente se hablaba de Democracia, mientras los comunistas acuñaban el término Democracia Popular.  Los hechos demostraron que la diferencia entre la Democracia a secas y la Democracia Popular, era la misma que existe entre la Camisa y la Camisa de Fuerza.

Si quiere entretenerse este verano, compre, lea, devore y regale (pero no preste) este libro que se lee con pasión de usurero cobrando intereses.

Le repito: se llama “Aventuras de un Testigo privilegiado” y ya lo tengo más encargado que el pan amasado.

Gracias por entregarnos este libro, Orlando…no sabe lo que aprendí de historia…y de  modo ameno.

Y gracias a Mariana Hales, que tuvo la gentileza de hacérmelo llegar.