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Cambio Climático: la verdadera batalla del s. XXI

Sábado 3 de Febrero del 2024

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María Isabel Muñoz Antonin
Gerente General H2V Magallanes

 

Visitar Magallanes es toda una experiencia. Vivir en esta tierra es un desafío pero también un privilegio. Sin embargo, ni la lejanía ni la calidad de vida impide que esta zona sufra los efectos del cambio climático. Basta recorrer la pampa, por ejemplo, en Tierra del Fuego, para comprobar la crudeza con que este fenómeno ha impactado en otrora pobladas lagunas de avifauna, ahora completamente secas y agrietadas; o ríos que más bien parecen riachuelos abriéndose paso porfiadamente por la pampa.

Otro efecto de este fenómeno climático es el notorio incremento de la superficie de suelo descubierto, con un sostenido avance de material granular, que en algunos sectores se extiende dramáticamente por más de 3,5 km desde líneas de medición detectadas el año 2021. Así lo refleja un estudio realizado en la comuna de Laguna Blanca, para la detección del avance del suelo descubierto: sólo en estos últimos tres años la superficie de suelo desnudo se ha incrementado en más de un 113%, lo que representa en Magallanes un avance de más de 1.000 hectáreas por año. Entonces ¿nos seguimos lamentando o hacemos algo?

Cuando se alude al concepto de balance mundial, los expertos se refieren al proceso mediante el cual los países y actores interesados verifican si están avanzando o no -de manera colectiva- hacia el cumplimiento de los objetivos trazados en el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. El primer balance de esta naturaleza tuvo lugar en diciembre de 2023, en la COP28. Previo a esta importante conferencia sobre cambio climático celebrada en Dubai, la Agencia Internacional de Energía (AIE) instó a los gobiernos del mundo a apoyar cinco pilares de acción para el 2030, entre ellos, el objetivo-meta de triplicar la capacidad mundial de generación de energía renovable como vía prioritaria. De hecho, varias de las prioridades levantadas por esta agencia, quedaron reflejadas en el texto final del Balance Global acordado por los 198 gobiernos en la COP28, incluidos los objetivos de triplicar la generación de energía renovable y duplicar la tasa anual de mejoras de la eficiencia energética cada año y hasta el 2030.

Tal vez lo más preocupante, es que siguen siendo insuficientes los esfuerzos para alinearse con las promesas hechas en términos de alcanzar el cero neto de los países. Como muchas veces, la política internacional suele incidir en los acuerdos de estas grandes cumbres, pero a pesar del sostenido empuje multilateral desplegado desde 1995 (COP 1, Berlín. Alemania), al 2024 la trayectoria actual de las emisiones mundiales lamentablemente no es coherente con la limitación del aumento de la temperatura global a 1,5 °C, y por tanto sigue siendo urgente tomar acción para revertir esta amenazante curva de incremento de la temperatura.

A pesar de los obstáculos que enfrentan las industrias emergentes que marcarán el futuro -muchas veces criticadas sin un fundamento claro, o con una oferta de propuesta alternativa viable- las proyecciones de la AIE siguen advirtiendo que el viento representará cerca del 95% de la expansión global renovable, en razón de los bajos costos de generación por la utilización de la fuerza cinética del viento, seguido por la energía solar fotovoltaica. Tomando en consideración la determinación política de largo plazo, la capacidad de innovación y el uso de tecnologías adecuadas y de punta, aun cuando no dispongamos de la capacidad para revertir la dimensión tiempo, todavía es posible que podamos cambiar la historia del cambio climático.

Somos protagonistas de una verdadera carrera contrarreloj, sin importar en qué lugar del planeta estemos viviendo. Tal vez la mejor noticia para las nuevas generaciones es que todavía tenemos opciones de ganar esta batalla, donde una de ellas será el aportar a través del desarrollo de la industria del Hidrógeno Verde al inicio de la reducción progresiva del uso de los combustibles fósiles y, por ende, del fenómeno de calentamiento global, como base de nuestros sistemas energéticos.