Incendios, ya no más

Una vez más los incendios nos “sorprenden” y atacan en los lugares acostumbrados, esta vez con especial virulencia, con más de 130 fallecidos y una cifra que casi se triplica de desaparecidos. Pareciera que nunca aprendemos pese a la repitencia de estos fenómenos año tras año. Ni siquiera se logra algo tan básico como construir los cortafuegos en torno a las ciudades que tienen bosques en su entorno. Si bien se han duplicado las brigadas y capacidad aérea en la última década, en estos casos como el de Valparaíso y Viña, a estas alturas nos quedamos siempre en el control de daños cuando lo esencial es avanzar decididamente en las tareas y acciones de prevención. Como lo expresan Allard y González, hay que reconocer el riesgo de incendios en la interfase urbano-forestal como parte esencial de nuestras políticas urbanas, entre otros.

Sin duda se ha avanzado en el combate de incendios forestales, aunque siempre hace falta más, pero en estos últimos casos urbanos, esto representa una situación totalmente diferente, se requiere microcirugía activa actuando bajo un sistema integrado de abordaje georeferencial por llamarlo de alguna forma. Desde el monitoreo y detección preventiva, con análisis e interpretación de datos en línea complementándolo con información en tiempo real que provea una red de drones, permitiría definir y destinar las unidades de ataque en los frentes o focos, coordinados bajo un sistema adhoc desarrollado para estos fines, desde un inicio con responsables por cuadrante, despachando unidades móviles de acción rápida e instantánea.

Hoy hay aplicaciones para casi todo, por ejemplo para ver y anticipar el clima, así como las tendencias del viento en distintas alturas para la navegación aérea y marítima, ¿por qué no utilizar y adaptar alguna de estas para determinar los parámetros climáticos clave, de modo que puedan alimentar un sistema de alerta preventiva, sumado a la definición de los planes de contingencia y evacuación rápida de áreas de potencial riesgo?. Es archi conocido que mucho calor, vientos intensos y baja humedad son los ingredientes de una tormenta perfecta para la propagación de incendios forestales en el país, el famoso 30-30-30, 30 o más grados de temperatura, menos de un 30% de humedad del ambiente y más de 30 nudos de velocidad del viento.

Es posible imaginar una Unidad Coordinadora de Fuerzas y Equipos que pueda ordenar tras un mando y un plan o estrategia común, la intervención pública y de las distintas unidades de emergencia, municipales, Bomberos, policiales, militares, desde los ensayos preventivos, pasando por la georreferenciación por cuadrantes de abordaje, el monitoreo permanente y anticipatorio ante la inmediata proyección de condiciones climáticas desfavorables y/o eventos catastróficos que impliquen el potencial desarrollo de incendios en determinadas áreas urbanas y/o sus superficies contiguas. Con equipo de drones coordinados bajo un mando y sistema integrado de monitoreo en tiempo real, vigilar en estas situaciones climáticas críticas, durante las 24 horas del día, la ocurrencia de focos y el seguimiento de potenciales involucrados en flagrancia de delitos, para proceder de ipso facto con unidades todo terreno, motos de 4 ruedas y helicópteros, a apagar estos focos coordinados con encargados de cuadrantes ciudadanos/municipales en el terreno mismo, así como también para ayudar a identificar y detener a los eventuales responsables. El costo puede ser alto, pero siempre será mucho menor que los cientos de vidas que se salvarán.

Toda ciudad importante ubicada en sectores geográficos complejos con riesgo de sufrir el embate del fuego ya sea por sus límites urbano rurales no saneados ni regulados, es decir sin corta fuegos ni vías expeditas de evacuación por ejemplo, debiera, por política nacional, contar con este tipo de medidas.