Medidas contra el combate de la obesidad

Una de cada 8 personas en el mundo es víctima de sobrepeso y obesidad, una problemática que la Organización Mundial de la Salud ha sido definida como pandemia de tipo no infecciosa. Y Chile no escapa a esta realidad.

Según un estudio publicado por la revista The Lancet, desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha multiplicado por cuatro entre los niños y adolescentes (considerando como tales a los que tienen entre 5 y 19 años).

En estos momentos Chile lidera los rankings mundiales de obesidad, presentando una de las prevalencias más altas. Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), la población de mayores de 15 años con obesidad llega a 34,4%, mientras que el sobrepeso alcanza 40%. Por otro lado, la prevalencia de exceso de peso ha aumentado 6% desde la década de 1980 hasta 74,2%.

Los preocupantes indicadores se relevaron este lunes 4 de marzo, en el marco del Día Mundial de la Obesidad, que coincidió con la antesala del inicio oficial del año escolar 2024, donde en materia de nutrición se instó a los padres y apoderados en optar por una colación saludable y la importancia de enseñar hábitos sanos a los niños desde temprana edad.

En esta línea, en el Senado actualmente hay dos proyectos en tramitación que apuntan a prevenir y combatir este flagelo, siendo uno de ellos estimular la actividad física y el deporte en los establecimientos educacionales y, el segundo, tiene la intención de obligar a los establecimientos de expendio de comidas y bebidas a ofrecer agua potable a sus clientes. Esto busca reforzar la disminución de la exposición de los escolares a los alimentos con elevado contenido de calorías, azúcares y grasas.

Desde el gobierno comparten la preocupación de detener y desacelerar la tendencia al alza de la obesidad en niños y población mayor de 15 años, ya que el escenario ha sido desfavorable para Chile. Sólo un 25% de la población en el país tiene un peso saludable.

Esto obliga a que la propia comunidad asuma el rol que le corresponde en cuanto a incorporar aquellas conductas que aseguran una mejor calidad de vida, especialmente en la formación de hábitos en el ámbito familiar. Allí, la labor mancomunada que pueden efectuar el ámbito escolar y los padres, resulta fundamental. Se trata de una tarea desafiante que obliga a ser constantes en estos cambios de hábito que la sociedad está necesitando de manera urgente.