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Arzobispado descartó que fallecida e imputada en Ñuñoa sean religiosas o integrantes de congregación

Jueves 11 de Abril del 2024

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  • Por un año, el cuerpo de una mujer estuvo escondido en una maleta.
    Todo como consecuencia de un pacto “para aislarse del mundo”.

 

El arzobispado de Santiago informó que tanto la persona fallecida encontrada en una bolsa en la vía pública de Ñuñoa, como la única imputada por el particular hallazgo, no son religiosas o pertenecientes a una congregación ligada a la Iglesia Católica.

La aclaración se da luego de que, tras el hallazgo de los restos humanos en la calle, se asegurara que correspondían a una monja y luego a una persona laica pero integrante de una comunidad religiosa.

Primero, el arzobispado calificó lo sucedido como “dramáticos hechos que nos conmocionan”.

“La mujer adulta mayor que habita su domicilio particular en Ñuñoa, no es religiosa, ni pertenece a un instituto de vida consagrada a la Iglesia Católica. Su hija sí es religiosa y vino desde Italia hace poco tiempo para cuidarla”, aseguró el arzobispado en un comunicado.

A esto, agregó que “en relación a la mujer fallecida, no tenemos registro de que sea religiosa, ni consagrada de esta arquidiócesis”.

Cabe destacar que la propia mujer imputada por el hecho, Lorenza Patricia Ramírez Barrera, habría asegurado a la Fiscalía que mantuvo el cuerpo de su amiga, Erica Alejandra Fernández Mora, por un pacto.

Es así que, por un año, el cuerpo de Erica estuvo escondido en una maleta. Todo como consecuencia de un pacto “para aislarse del mundo”.

No obstante, su plan culminó en medio de un instante de lucidez: “En algún momento de consciencia ella denota que su amiga está en una maleta y quiere darle una sepultura digna”, revelaron los investigadores.

La génesis del caso

Esta semana se encontró en calle Los Talaveras, en Ñuñoa, un cuerpo con larga data de muerte al interior de una bolsa de plástica. Ayer, y tras revisar las cámaras de seguridad, la PDI confirmó que fue una “religiosa” de 80 años quien había dejado el cadáver en la vía pública.

Según la investigación, ella cuidaba a otra mujer con quien habían realizado un “pacto hasta después de la muerte”, en el cual deciden “aislarse del mundo” imitando la vida de las monjas de claustro.

Ambas “hacen esta especie de pacto, en caso de fallecimiento de una u otra, no dar cuenta a la autoridad y cuidarse ellas hasta último momento”, relató ayer el fiscal Francisco Lanas.

La fallecida, una mujer de 60 años, tenía una enfermedad que nunca se trató y estaba bajo el cuidado de la mujer de 80 quien había enviudado hace años y de cuyo matrimonio
tuvo tres hijos.

Hace cerca de tres semanas, una de las hijas llegó a vivir con la mujer investigada, lo que habría impulsado a la acusada a deshacerse del cadáver. “Sería la explicación lógica que tenemos”, indicó el persecutor ayer en la mañana.

La octogenaria y su hija quedaron apercibidas y en calidad de imputadas, sin embargo, se descarta el delito de homicidio.

BioBíoChile/Cooperativa