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”La pradera” … La bebida refrescante verdadera…

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 21 de Abril del 2024

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En 1922 los hermanos Alfonso y Juan Braukmann fundan la fábrica de bebidas “La Pradera”, en Av. Colón 850 en nuestra ciudad. Empezaron con una línea de productos que incluía gaseosas en botella, Ginger-Ale, sifones, jarabes, aguas minerales y jugo de uva. 

Los productos se preparaban con agua de vertiente obtenida en la propiedad de la familia Volkart, en calle Ovejero, que se transportaba en unos inmensos cubos de latón, en carros tirados por caballos, recipientes que se utilizaban también para repartir los productos elaborados o se arrendaban para las grandes fiestas o bailes. Las esencias, eran importadas, salvo un extracto para el jugo de uva que se comercializaba en los primeros años.  

En 1946, don Lorenzo Marusic Bauk, apenas titulado de Ingeniero Civil Químico en la Universidad Católica, pensó en el rubro de las gaseosas como oportunidad de desarrollo profesional. Con la ayuda de su padre don Natalio Marusic Tafra adquiere la fábrica, una industria exitosa, pues “La Pradera” fue siempre favorita del público magallánico. Se la consumía sola, también en ponches o mezclada con vino tinto (“mar y playa”). Las esencias llegaban de Bélgica e Inglaterra por barco y en frascos de vidrio de dos litros. Según recuerda su hijo Alejandro, a partir de esa materia prima don Lorenzo elaboraba en su casa los jarabes, que luego servían para la obtención de la bebida gaseosa o para la venta directa al público. 

El sabor más popular era el de naranja natural, también había de plátano, tutti-frutti, kola-champaña, durazno, limón, frambuesa, entre otros. La Ginger-Ale en sus versiones dulce y amarga, era bastante apreciada por los huéspedes de los hoteles.

En 1958 se envían algunas partidas a Valparaíso y Santiago con mucha aceptación, pero las dificultades de distribución hacen desistir de la iniciativa. En 1960 bajo la dirección del ingeniero Sr. Nicolás Izquierdo, se levanta el edificio que cobijó a la fábrica hasta su cierre, en la ubicación de siempre; Av. Colón 850. La construcción actualmente es ocupada por una empresa de buses. Los tiempos cambiaban: los carros tirados por caballos eran reemplazados por camiones, y a principios de la década del ´70 el agua potable filtrada, sustituye al agua de vertiente. 

Un aspecto importante era el de los envases, la gaseosa propiamente tal se comercializaba en la clásica botella café típica de la cerveza, con etiqueta amarilla y tapa roja. Los envíos a Natales y Porvenir se hacían en unas botellas verdes más estilizadas y de cuello más largo, las mismas en las que se comercializaba la Ginger-Ale. La soda se vendía en sifones y los jarabes en recipientes llevados por los clientes, al igual que la gaseosa por litro para paseos y cumpleaños. Los últimos envases utilizados fueron similares a los destinados a Natales y Porvenir, pero de vidrio incoloro con la imagen del monumento al Inmigrante Yugoeslavo en relieve. Siempre constituyó un grave problema la lenta recuperación o pérdida de envases. 

En cuanto a la publicidad, “La Pradera” estaba presente en medios radiales y escritos, en el antiguo Gimnasio, en el Estadio de la Confederación y en los caminos (todavía hay rastros de un aviso en el viejo puente del Río Chabunco). La imagen que ilustra esta crónica corresponde a una diapositiva de la Productora Emelco que se proyectaba en los cines locales (http://simbolospatrios.cl/displayimage.php?pid=6298 ). 

A partir de 1975, se comercializa el vinagre “La Pradera”, de efímera existencia. En 1977 don Lorenzo se traslada a Viña del Mar, falleciendo en dicha ciudad en 1987. Su hijo Lorenzo se queda a cargo de la fábrica, la que deja de operar en 1981 y, según nos cuenta, la llegada de la Coca Cola y el alza del dólar (tenían deuda en dólares por la compra de envases en Argentina) precipitaron el fin. Lorenzo hijo, evoca con nostalgia los buenos tiempos, como esos diciembres cuando debían cerrar el portón, por la alta afluencia de público que llegaba a comprar bebida en damajuana para los paseos de curso y fiestas de fin de año. También recuerda a los trabajadores, entre ellos: el histórico capataz Mateo Dajak, Herminio Oyarzún, Luis Díaz Serón, Adolfo y Chelo Gallardo Ojeda, Adolfo y Roberto Balladares Francisco “Pirulo” Oyarzo y René San Martín, ayudante de contador que, en su momento, nos aportó valiosa información. Además, menciona a Adolfo Álvarez, Pipo Novakovic y Augusto Donicke, quienes repartían en camiones el producto en los barrios.

Finalmente, Lorenzo comparte con nosotros el recuerdo emocionado de su padre al señalar: “Don Lorenzo Marusic Bauk hombre muy bueno, generoso, trabajador y protector de su familia. Muchos aún lo recuerdan parado en el portón con un cigarro en la boca”.

Una historia romántica la de esta bebida, plena de afectos y regionalismo. Nosotros, aún soñamos con encontrar un sabor igual al de “La Pradera”, difícil, imposible, por algo fue…“la bebida refrescante verdadera”.