Necrológicas

Abuso sexual a menores de parte de familiares directos: un ejemplo para derribar el viejismo positivo

Domingo 21 de Julio del 2024

Compartir esta noticia
13
Visitas

Hemos sido testigos de la condena del empresario de 72 años, Eduardo Macaya Zentilli, quien bajo la apariencia de un “amable anciano”, resultó ser un abusador sexual de menores de su familia. Este caso no sólo ha conmocionado a la sociedad, sino que también nos ofrece una oportunidad crucial para reflexionar sobre el viejismo positivo y sus peligros.

El viejismo positivo se manifiesta en la idealización de las personas mayores, viéndolas exclusivamente como sabias, tiernas y moralmente superiores debido a su edad. Frases como “Los abuelos siempre tienen razón” o “los ancianos son inofensivos” pueden parecer benévolas, pero en realidad perpetúan estereotipos que pueden ser dañinos y hasta peligrosos. Este tipo de viejismo ignora la complejidad de los individuos y sus comportamientos, sugiriendo que la edad avanzada automáticamente confiere virtudes y exime de maldades.

El viejismo positivo puede tener serias repercusiones. Al idealizar a las personas mayores, podemos caer en la trampa de no cuestionar sus acciones o comportamientos, asumiendo que son inofensivos por su edad. Esto crea un entorno donde el abuso puede pasar desapercibido o ser minimizado, ya que la sociedad tiende a proteger la imagen idealizada de la vejez, pudiendo contribuir a que sus crímenes no fueran descubiertos o denunciados a tiempo. 

Es imperativo que como sociedad adoptemos una visión más equilibrada y realista de la vejez. Se debe reconocer que las personas mayores, al igual que cualquier otro grupo etario, son capaces tanto de actos de bondad como de crueldad, en lugar de confinarlos a estereotipos simplistas. Esto significa reconocer sus derechos y dignidad, pero también ser críticos y vigilantes cuando sea necesario.

Con este caso hago un llamado a derribar el viejismo en general, ya sea positivo o negativo, y adoptar un enfoque más crítico y justo hacia la vejez. Debemos esforzarnos por proteger a las niñeces, sin importar la edad de los perpetradores, y asegurar que todos los individuos, independientemente de su edad, sean responsables de sus acciones.