Necrológicas

Arqueología twitera: desafiando a la veleidosa memoria

Por Eduardo Pino Viernes 9 de Agosto del 2024

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Por estos días ha reflotado el concepto de “arqueología twitera” señalado hace algunos meses por una autoridad. Y es que el otrora pajarito azul, rebautizado como “X”, parece convertirse en una especie de registro histórico de los pensamientos, ideas, anhelos y emociones de los personajes públicos. Lo que hace años se comunicaba con orgullo y profusa viralización, hoy resulta indeseable debido a la evaluación que se realiza de los acontecimientos contingentes, lo que obliga a reinterpretaciones que, en algunos casos, resultan más lamentables que las citas a disculpar. 

La memoria de estos registros resulta inalterable, a diferencia de nuestra memoria personal, que si bien es un proceso psicológico que maravilla por su funcionamiento, es mucho menos precisa de lo que estamos dispuestos a aceptar. Nuestros recuerdos experimentan procesos de construcción de la realidad, que comienzan con la percepción del ambiente que nos rodea, para sufrir continuamente cambios debido a sucesivos procesos de reconstrucción a cargo de los mecanismos de almacenamiento y evocación. A diferencias de las máquinas que registran audios y/o videos de manera “neutral”, es decir, captan lo que está pasando desde la perspectiva en que han sido dispuestas y programadas; las personas filtraremos inicialmente la realidad por medio de nuestra atención, la que resulta altamente selectiva debido a su naturaleza. La explicación de esto se relaciona con la limitación de su capacidad, debiendo focalizarse en algunos aspectos para dejar otros prácticamente ignorados. A este proceso se le llama “jerarquización de estímulos”, ya que ordenamos lo que nos parece relevante para dirigirle nuestra energía, tiempo y esfuerzo. Pero esto no resulta azaroso, ya que su organización estará influida de manera relevante por nuestras creencias, ideas, intereses, necesidades, estados emocionales, etc. Lo que se percibirá, procesará y memorizará no será necesariamente lo que está pasando en el ambiente, sino lo que dicte nuestro  sistema según su funcionamiento. Somos parciales, lo que recordaremos dependerá de lo que nuestra interpretación disponga, con filtros que en ocasiones resultan muy fieles a la realidad objetiva, pero en otras situaciones parecerá que la evocación y lo original son dos productos muy distintos. 

El lapso transcurrido, repaso de la información registrada, cambios en el tiempo, conflictos que nos pueden traer los recuerdos, etc.; son algunos de los factores que distorsionan o bloquean lo que tenemos almacenado. Al igual que esos ex compañeros de curso que se reúnen todos los años para contar las mismas anécdotas una y otra vez, y cuyos relatos van mutando en el tiempo pues cada cual le coloca “de su propia cosecha”; nos vamos convenciendo que nuestras evocaciones son fieles “fotografías” del pasado, en circunstancias que hemos maquillado a conveniencia de la actualidad lo que en realidad pasó. Por ejemplo, si vivencian momentos con mucha intensidad hace años, pero en la actualidad éstos resultan cuestionados y se reciben recriminaciones, no sólo la persona involucrada le bajará el perfil a esto, ya que además realizará un “reacomodo cognitivo” para terminar convenciéndose de la autenticidad de su cambio. En algunos casos los cambios aluden a los hechos, en otros, a las interpretaciones y el sentido de éstos, con argumentaciones que van desde análisis lógicos y contextualizados, a otros en que simplemente la desconexión de las ideas coloca al descubierto un pobre ejercicio reflexivo y una elevada rigidez. 

Cambia todo cambia, es una premisa que no sólo aparece en la música, pues parece caracterizar a la naturaleza humana. Pero el pasado y sus acontecimientos quedan congelados en el tiempo, inalterables en los hechos, pero permeables a las interpretaciones y conveniencias de quienes los traigan a la actualidad, con filtros que mutan buscando la legitimidad que parece arrebatarse en el conflicto, donde pareciera que lo único importante es salirse con la suya. Por eso, es importante que construyamos nuestras opiniones en el libre ejercicio del pensamiento crítico, respaldados en la consistencia de los hechos más que en interpretaciones antojadizas de quienes tratan de defender posturas que apelan a la emoción por sobre lo racional.      

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